Por Fernando DAddario
Ahora que muchos hijos, nietos
y bisnietos de inmigrantes desandan el camino de sus mayores para hacerse
la Europa, el grupo Xeito Novo reafirma sus raíces gallegas desde
una porteñidad fuera de discusión. Su punto de partida es
la música celta, y el recorrido elegido esquiva fundamentalismos
y reivindicaciones étnicas. Reconocen, claro, que en algún
momento, la galleguidad se te despierta, como dice Marcelo Fernández,
a cargo de la flauta traversa y el tin whistle, en la entrevista con Página/12.
El grupo editó recientemente su cuarto disco, Luz de invierno,
en el que esa galleguidad, expresada a través de instrumentos tradicionales
y de un tono claramente celta, se ve fusionada con otras músicas,
desde la polka hasta el pasodoble.
Habrá que aclarar que Xeito Novo no es sólo un grupo folk
nacido hace quince años, sino que paralelamente funciona como una
fundación cultural, que incluye talleres de baile tradicional,
idioma gallego, cocina, escuela de gaita y un cuerpo de baile. Tanto para
Fernández como para Luis Gastón Lamas (batería y
percusión), ambos descendientes de gallegos, haber ingresado en
este ambiente fue algo así como una segunda iniciaciónmusical
y un aprendizaje de vida. La historia de Fernández es emblemática:
Yo no estaba vinculado afectivamente a la música de mis orígenes.
Ni la conocía. Una vez escuché por radio una cosa que me
encantó. Llamé al programa y pregunté cómo
se llamaba lo que habían pasado. Me dijeron que era un grupo de
música celta llamado Xeito Novo. Conseguí un casete, y así
los conocí. Después, en Gesell, Ariel Prat me presentó
a Virginia (Alvarez, violín), le dije que me encantaba la música
de Xeito Novo y no lo podía creer, después se quedaron sin
flautista y así entré a la banda. Lamas, rockero de
alma, toca desde los 6 años, y se fue metiendo de a poco. Tiene
un tío, gallego hecho y derecho, que le dijo cuando escuchó
un tema en el que participa el grupo de percusión Rataplan: ¿A
quién se le ocurre mezclar una murga con la gaita?.
Esta adaptación profesional a una música con códigos
muy definidos fue con el tiempo recubriéndose de una afinidad afectiva:
Antes tocaba pero no tenía el sentimiento de mis raíces.
Ahora todo lo gallego me vuelve loco, apunta Lamas. A Fernández
se le hace agua la boca cuando habla de Coto (no confundir con el supermercado),
una aldea de montaña, con cuatro casas, donde, reconoce, me
iría a vivir. Recuerda los mariscos, los jamones, la hospitalidad,
la costumbre de ir de vinos, iniciativa esta última
que a uno de los músicos le resultó tan auspiciosa que para
que pudiera tocar debieron colgarlo de una percha arriba del escenario.
El grupo estuvo en Galicia, pero todavía la conexión es
más sentimental que comercial. En el último disco participan
como invitados León Gieco, Chango Spasiuk, Lito Vitale, Rataplan
y Rodolfo García, ampliando las fronteras geográficas y
culturales de un género circunscripto a Irlanda, Escocia, Gales,
Galicia y la Bretaña francesa. En la música celta
no hay límites, dice Fernández. Distinto sería
el caso si siguiéramos haciendo música tradicional gallega,
con lo que tendríamos que ajustarnos a ciertas pautas. Un
detalle: buena parte de la mejor música tradicional gallega fue
hecha por inmigrantes en la Argentina, con lo cual en Galicia se produjo
un bache en la evolución artística. Daniel Pazos (gaitas)
hizo un trabajo de campo entre los gallegos argentinos, recopilando
danzas y canciones perdidas, una tarea imposible de realizar, por ejemplo,
con la música celta de origen irlandés.
En el ambiente de la música celta hay cierta predilección
por lo irlandés, y muchas veces se deja de lado lo gallego. ¿Es
por snobismo?
M. F.: Hay cierto snobismo, es verdad. Es como que queda bien, da cierta
curiosidad, y eso pasa con la música celta en general. Pero creo
que cada uno que escucha esta música se interesa porque hay cosas
que te atraen. Y es una tendencia que tiene que ver con una vuelta a las
músicas acústicas, frente al avance de lo electrónico.
A medida que ustedes buscan personalmente en sus raíces,
paradójicamente la música que hacen se va alejando cada
vez más...
M. F.: Es que entraron a tallar más temas propios, y cada uno de
los compositores tiene su propio perfil. Daniel (Pazos, gaita) enfoca
más hacia lo tradicional, lo mismo que Virginia (Alvarez, violinista),
y Roberto (Benech Arnold, bajo y guitarra) encara más hacia otros
estilos.
L. L.: Este cambio trae juventud. Antes iba a ver a Xeito solo gente grande,
de la colectividad. Ahora vienen pibes, con la remera de los Stones. Escuchan
las gaitas y hacen pogo, se sacan la remera y la revolean.
M. F.: Igual, entre nosotros hay peleas todos los días:
yo discutí el alejamiento de las raíces, no quería
que se llegara a una de esas fusiones descolgadas o a esas búsquedas
de encuentro con folklore argentino, que dan híbridos. Por suerte,
no fue así, se está logrando una música original
sin renegar de la tradición.
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