Por Adriana Meyer
La trama de los sobornos
constituyó una prolija empresa criminal perfectamente diagramada
por algunos sectores del Poder Ejecutivo y de la Honorable Cámara
de Senadores. La frase pertenece a los fiscales federales que investigan
el caso, Federico Delgado y Eduardo Freiler, y figura en el escrito de
apelación presentado ayer, en el que piden el procesamiento por
cohecho de siete senadores: los peronistas Augusto Alasino, Remo Costanzo,
Alberto Tell, Angel Pardo, Ricardo Branda, Emilio Cantarero y el radical
Alberto Meneghini. El juez federal Carlos Liporaci les había dictado
la falta de mérito y ahora la Cámara Federal tendrá
la palabra. Freiler y Delgado pidieron, además, la indagatoria
del senador radical José Genoud porque comandaba a su antojo
uno de los bloques mayoritarios y llevó a cabo personalmente las
negociaciones. Según los fiscales, el dinero de los sobornos
salió de la Secretaría de Inteligencia (SIDE), y denunciaron
al secretario de Finanzas de ese organismo por haber ocultado pruebas
a la investigación, aportado documentos falsos a la causa y encubierto
la maniobra. Esta decisión judicial complica los planes de los
senadores que soñaron con ser reelectos para seguir en sus bancas.
De hecho los únicos que se habían autoexcluido hasta ahora
eran Cantarero y Branda. Costanzo y Meneghini tenían chances irrisorias.
Los demás perjudicados por el dictamen, Genoud incluido, seguían
en carrera. Hasta ahora.
El último día hábil del año pasado, Liporaci
resolvió que en el expediente sobre el escándalo del presunto
pago de sobornos a algunos senadores a cambio de la aprobación
de la Reforma Laboral no había elementos suficientes para procesar
a los once legisladores y a los dos funcionarios parlamentarios imputados.
Durante la feria judicial los fiscales trabajaron en la apelación
para cuestionar esa medida.
Estamos en condiciones de afirmar que el hecho existió y
parte de los responsables son los imputados, sostienen Freiler y
Delgado en el texto al que tuvo acceso Página/12. A partir de esta
aseveración hicieron una descripción para contextualizar
el caso. Según ellos, a la nueva administración se le exigía
que otorgara de manera rápida señales de gobernabilidad
en la Cámara alta, para que no se convirtiera en un frontón
de las iniciativas del Gobierno. Además, los acreedores externos
pedían la flexibilización laboral como requisito
indispensable para el crecimiento de una economía en recesión.
También mencionaron el denominado síndrome Mucci
como símbolo del fracaso del gobierno de Raúl Alfonsín
en la modificación de las leyes laborales en 1984.
Los fiscales consideraron que este marco permitió a los senadores
justicialistas y radicales crear condiciones de un panorama político
muy complicado que generó desesperación en el
Poder Ejecutivo. Para ellos hubo un trámite formal y otro
informal para la aprobación de la Reforma Laboral. El formal consistió
en la dureza utilizada inicialmente por los senadores justicialistas
agitando el fantasma de la ingobernabilidad, la apatía de sus pares
radicales y la ultraactividad del entonces ministro de Trabajo Alberto
Flamarique, a quien acusaron de ocultar las negociaciones
paralelas que llevaba a cabo en forma simultánea con sus
batallas públicas en todos los frentes por la Reforma.
Esas negociaciones paralelas habrían contado con la
concurrencia no acreditada aún de Enrique Nosiglia y habrían
consistido en reuniones secretas entre Augusto Alasino y sus entonces
comandados, José Genoud por la bancada radical y los operadores
del Poder Ejecutivo, principalmente Alberto Flamarique y Fernando de Santibañes,
mantenían reuniones secretas en las que buscaban un consenso susceptible
de apreciación pecuniaria. Destacaron que la prueba
de la habitualidad de esas reuniones es la cena de enero de 2000 entre
Flamarique y los sindicalistas Rubén Pereyra, Omar Viviani, Juan
Manuel Palacios y Hugo Moyano en la que el ex ministro habría asegurado
que no le preocupaba la mayoría justicialista del Senado pues a
los senadores los arreglo con la Banelco.
Freiler y Delgado no dudan de que el dinero de los sobornos salió
de los fondos reservados de la SIDE. En tal sentido, recordaron que el
ex jefe de los espías obtuvo una partida adicional de 30 millones
de pesos con el alegado objetivo de reformar la secretaría.
Según ellos, el retiro de dos cheques de 1 y 5 millones del Banco
Nación hecho por empleados de la SIDE el 11 y el 14 de abril respectivamente
casualmente coinciden con el período de reflexión
de los imputados que se tradujo en un drástico y llamativo cambio
de postura frente a la ley laboral. Los fiscales aseguran que Flamarique
y De Santibañes acordaron con Alasino y Genoud el precio de la
reforma laboral y, mediante mecanismos aún no acreditados, repartieron
el dinero. El síndico general de la Nación, Rafael
Bielsa, produjo un informe denunciando irregularidades en la rendición
del dinero de la SIDE. Esto se suma a que De Santibañes ocultó
la existencia de dos cuentas del organismo que comandaba y los retiros
de dinero mencionados. No es aventurado concluir que los treinta
millones de pesos pasaron a reponer al menos parte de lo gastado en el
soborno, resumieron los fiscales. Y acusaron al secretario de Finanzas
de la SIDE, Juan Gallea, de haber ocultado el gasto irregular.
El escrito de los fiscales cuestiona los argumentos que usaron los senadores
imputados en su defensa. Las razones utilizadas para explicar a
la sociedad el supuesto motivo por el que el peronismo permitía
el desmembramiento de las conquistas laborales que son su bandera fueron
una mera excusa, sentenciaron Freiler y Delgado.
Freiler y Delgado consideraron que el ex secretario parlamentario del
Senado Mario Pontaquarto y el secretario de Costanzo, Martín Fraga
Mancini, deben ampliar sus indagatorias porque necesariamente conocían
la existencia del hecho y no efectuaron la denuncia. Y pidieron
a la Gendarmería el entrecruzamiento de las llamadas telefónicas
de los senadores imputados, Flamarique, De Santibañes, Fraga Mancini
y Pontaquarto. También insistieron en que es necesario escuchar
lo que saben del asunto Carlos Menem, Carlos Ruckauf y Domingo Cavallo.
Según consta en el libro El divorcio, el ex ministro de Economía
tiene conocimiento de los mecanismos de distribución de fondos
reservados para facilitar la sanción de leyes.
Además, reclamaron a la Policía Federal y a la Dirección
Nacional de Migraciones que agilizaran la investigación patrimonial
y sobre los viajes de los imputados que aún está inconclusa.
Esto motivó un encendido cuestionamiento de los fiscales al Poder
Ejecutivo. Hoy, pasados cinco meses, el cotejo del proceso permite
advertir que el compromiso de determinados sectores del Estado en el sumario
no se condice con rimbombantes declaraciones mediáticas,
se lamentaron. La respuesta del Gobierno no fue menos contundente (ver
página 2).
Ante cámaras y micrófonos Freiler manifestó que si
bien hay una opinión generalizada de que la causa por supuestas
coimas en el Senado no avanzó desde la Fiscalía, vamos intentar
llegar a la mayor porción de verdad.
Liporaci no piensa
irse
No tengo por qué renunciar, les dijo ayer el
juez Carlos Liporaci a sus colaboradores. Durante el primer día
de trabajo tras la feria de enero, el magistrado escuchó
varias veces la pregunta sobre el rumor de su inminente retiro.
Liporaci está jaqueado por la investigación judicial
sobre su reciente evolución patrimonial y por el juicio político
que avanza en el Consejo de la Magistratura. Ese proceso dejaría
de tener sentido si el juez renuncia pero, al parecer, esto no ocurrirá.
En cambio, se prepara para fijar la semana próxima la fecha
de las indagatorias de los ex funcionarios Alberto Flamarique y
Fernando de Santibañes, los principales señalados
del lado del Gobierno. También decidirá el momento
en que se realizarán los careos del senador Antonio Cafiero
con sus colegas Horacio Usandizaga y Pedro del Piero. Y podría
citar al ex presidente Menem y al gobernador bonaerense Carlos Ruckauf,
tal como propusieron los fiscales.
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Los cuatro que zafaron
Aunque señalaron que la investigación de sus patrimonios
debe continuar, los fiscales Eduardo Freiler y Federico Delgado
consideraron que es correcta por ahora la falta de mérito
que el juez Carlos Liporaci les dictó a los senadores Ramón
Palito Ortega, Eduardo Bauzá, Alcides López
y Raúl Galván. Estos fueron los argumentos:
Sobre Bauzá, sólo
se erige en su contra la versión de Cafiero y no existe prueba
autónoma que la corrobore. Además no es posible vincularlo
con las negociaciones.
Sobre Ortega, tampoco
hay pruebas de los dichos de Cafiero que lo involucran y, además,
lo benefició el testimonio de Eduardo Duhalde sobre lo mal
que se llevaba con el bloque justicialista.
Sobre Galván y
López, sólo han tenido una participación
en el trámite formal de la reforma.
Sobre Costanzo, Branda,
Tell, Pardo, Cantarero y Meneghini los fiscales afirmaron que han
sido destinatarios de sumas de dinero. Uno de ellos, representante
de una provincia del norte, le aseguró a la agencia DyN que
esto se trata de un acuerdo entre algunos popes del justicialismo
y del radicalismo. Nos dejan a nosotros que somos peces chicos
y lo sacan a Bauzá y a Ortega, que son dos peso pesados.
Y en el oficialismo lo sacan a Galván y a López, que
son referentes y lo dejan a Meneghini que está solo.
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Un abrazo a Tribunales
La organización Poder Ciudadano realizará un abrazo
al Palacio de Tribunales para reclamar que se profundice la investigación
sobre los presuntos sobornos en el Senado. El abrazo está
convocado para las 12 del mediodía y a su término
habrá un acto en la Plaza Lavalle, en el que está
previsto que hablen el escritor Ernesto Sabato y el presidente de
Poder Ciudadano, el ex fiscal Luis Moreno Ocampo. Nelson Castro
será maestro de ceremonia. A la convocatoria
al acto, encabezado por el lema Para que se cumpla la Ley,
ya adhirieron decenas de organizaciones no gubernamentales como
el Centro de Estudios Sociales y Legales (CELS), la Asociación
Fiscales sin Fronteras, el Centro de Estudios de Políticas
Públicas (CEPP), el Foro para la Reconstrucción Institucional,
y Memoria Activa, entre otras. Según Moreno Ocampo, el
objetivo es que la opinión pública que tiene una imagen
muy mala de la Justicia tenga herramientas concretas para transformar
ese sentimiento en acción.
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Críticos del
PJ
El vicegobernador bonaerense Felipe Solá, la ex ministra
Susana Decibe y otros integrantes de la agrupación Nuevo
Pensamiento Peronista reclamaron que se profundice la investigación
sobre el supuesto pago de sobornos en el Senado haciendo lugar a
la apelación de los fiscales. La democracia está
lejos de su consolidación si se ve obligada a convivir con
la corrupción, la ineficacia de la Justicia y la impunidad
señalaron los dirigentes del PJ en un comunicado de prensa.
También insistieron en que la necesidad de que la Justicia
avance en el tema a través de magistrados libres de
toda sospecha, para contribuir a restablecer mínimos niveles
de credibilidad institucional.
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OPINION
Por Martín Granovsky
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De Gaulle y De la
Rúa
El Presidente se puso serio, más serio de lo que estaba,
dejó la mesa de la conferencia de prensa y caminó
hacia su derecha. La cámara lo siguió mientras buscaba
algo en el piso, lo perdió cuando salió de foco y
volvió a encontrarlo nuevamente. Fernando de la Rúa
ya cargaba una pila de papeles, equivalentes a unas diez resmas
de papel oficio. Pero no estaban en blanco.
Esta es la versión objetiva de lo que hemos hecho dijo
un De la Rúa más grave aún que al principio,
acariciando amistosamente la pila como si fuera un buen perro.
Estas son las actuaciones de la Oficina Anticorrupción en
el caso del Senado.
La escena transcurrió ayer en la Casa de Gobierno, y a través
del análisis de las palabras y los gestos del Presidente
puede sacarse una deducción sobre su estrategia:
Mostrar que el Ejecutivo,
o sea él mismo, siempre quiso investigar.
Utilizar como argumento
de marketing a la Oficina Anticorrupción, que así
queda presentada como un simple instrumento de cobertura política
del Ejecutivo. (Dicho sea de paso, se puede pronosticar que el uso
tan obvio de la OA terminará generando una crisis interna
en el organismo, y el costo caerá sobre la credibilidad del
Gobierno).
Centrar cualquier perspectiva
en la investigación de la Justicia, y solo en ella, sabiendo
que al menos el juez Carlos Liporaci no es un fanático de
las pesquisas a fondo.
Despolitizar el escándalo
al judicializarlo, que quiere decir mandarlo a vía muerta.
Pintarse la cara frente
a los fiscales Eduardo Freiler y Federico Delgado, que llamaron
prolija empresa criminal a las maniobras de algunos
senadores y una parte del Ejecutivo y cuestionaron la voluntad persecutoria
del Presidente.
Mostrar a Carlos Chacho
Alvarez y al Frepaso que la única salida política
admitida por el Gobierno y la Unión Cívica Radical
(representada ayer de hecho ante la prensa por el ministro del Interior
Federico Storani) son las próximas elecciones para renovar
el Senado.
Es una estrategia perdedora, porque terminará generando un
conflicto mayor dentro de la Alianza y, visto del lado de los fantasmas
presidenciales, alimentará el costado más inorgánico
de Chacho.
Hasta ahora, la Alianza confía en canalizar el conflicto
dentro de la discusión sobre un nuevo Senado. Pero las presentaciones
académicas no son creíbles cuando faltan los gestos
políticos concretos. Y, además, el Gobierno ya debería
haber aprendido que la crisis del Senado es permanente, tiene dinámica
propia, actores importantes y múltiples, cruza los servicios
de inteligencia, renace cuando parecía evaporada y es un
gran tema de investigación periodística. Manejar tantas
variables a la vez es una ilusión que le hubiera quedado
grande a Winston Churchill, Charles de Gaulle y Nicolás Maquiavelo.
¿La situación económica es ya tan maravillosa
que De la Rúa se siente superior a ellos?
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Tiro
por elevación del Presidente hacia Chacho
De
la Rúa junto a Darío
Lopérfido y el vocero Ricardo
Ostuni entra a la reunión de gabinete.
Por detrás la ministra Graciela Fernández Meijide,
una de quienes hablaron en el cónclave.
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Por José
Natanson
Terminaba la conferencia de
prensa. Fernando de la Rúa interrumpió la frase que venía
pronunciando, a su manera, en voz baja y se levantó. Ministros
y periodistas pensaron que habían concluido las explicaciones.
Pero no. El Presidente caminó unos pasos, se agachó y volvió
con una pila de papeles de unos 40 centímetros de espesor. Estas
son las actuaciones de la Oficina Anticorrupción, explicó.
El gesto apuntó a subrayar las declaraciones que había pronunciado
minutos antes y que tuvieron dos destinatarios distintos. Por un lado,
Carlos Chacho Alvarez, que insiste en discutir el perfil del
nuevo Senado (y de los nuevos senadores). El Presidente no puede
digitar las candidaturas, aseguró De la Rúa, que también
cuestionó a Eduardo Freiler, el fiscal que en su apelación
acusó al Gobierno de no hacer nada por agilizar el caso.
De la Rúa se lo había anticipado a Chacho durante uno de
los momentos más tensos del asado de la semana pasada. Como reveló
Página/12, en aquella ocasión el Presidente le reprochó
sus críticas sobre la supuesta inacción del Ejecutivo en
el escándalo de los sobornos. Le recordó que él había
dado instrucciones a la OA y que impulsó la causa por enriquecimiento
ilícito. Vos, en cambio, le llevaste todo a Liporaci,
aseguró De la Rúa. Y añadió que tenía
pensado emitir algún gesto para dejar en claro todo lo que había
hecho en pos de la investigación.
La señal ocurrió ayer. Rodeado por casi todos sus ministros,
De la Rúa se refirió al Senado en una conferencia de prensa
en la Casa Rosada. Refirmo la voluntad del Gobierno de hacer todo
lo posible para que esta investigación llegue a su término,
respetando la separación de los poderes, aseguró.
Y, cuando le preguntaron por los futuros candidatos de la Alianza, adujo
que él no es quién para decidir los nombres.
El argumento del Presidente que se repite como un dogma en la Rosada
es el principal punto de discordia con Chacho. Aunque en la reunión
del miércoles se limitó a reclamar la construcción
de un nuevo modelo de Senado, el ex vice quiere excluir de
los candidatos de la Alianza a los legisladores cuestionados por los sobornos.
Chacho quiere que el Gobierno y la UCR tomen conciencia de la importancia
del asunto. No se trata sólo de hacer nombres, explicaban
cerca de Alvarez. De todos modos, mencionaban como los más conflictivos
a dos legisladores afectados en el affaire y que, además, tienen
posibilidades de convertirse en candidatos: Raúl Galván
(ex jefe del bloque) y José Genoud (ex presidente provisional,
a quien ayer los fiscales pidieron que se lo indague).
La respuesta del Presidente no será la única. Hoy se reunirá
la mesa del Comité Nacional de la UCR presidida por Alfonsín
para analizar el primer encuentro del grupo de trabajo y evaluar
la perspectiva electoral. Ayer, cerca del ex presidente intentaban bajarle
el perfil al encuentro. Es algo de rutina, explicaban. De
todos modos, en una reunión preparatoria que se desarrolló
el miércoles en el departamento de Alfonsín, el titular
de la Cámara de Diputados, Rafael Pascual, el presidente provisional
del Senado, Mario Lozada, y el jefe del bloque radical, Jorge Agúndez,
coincidieron en que el partido ratificará su postura: el radicalismo
no está dispuesto a vetar la candidatura de ningún senador.
El otro destinatario del mensaje de De la Rúa es Freiler. Ayer,
el fiscal no sólo apeló la falta de mérito a todos
los senadores involucrados. También acusó al Gobierno de
una falta de compromiso que -según expresó
terminó complicando la pesquisa (ver nota central).
El Presidente respondió en un tono duro. Todo lo que sea
investigación judicial, esclarecimiento de la verdad, es importante.
Pero lo que sea politización de una cuestión tan grave es
negativo. En alguna parte, ellos (los fiscales) se refirieron a la fuerza
de la opinión pública como determinante de las investigaciones,
lo que desde el punto de vista judicial no responde a los parámetros
que se deben seguir, señaló De la Rúa. Y le
pasó el micrófono a Federico Storani. Este fiscal
planteó hace tiempo que los fondos (de las supuestas coimas) podían
venir de los ATN.Luego se corroboró que se trataba de una maniobra,
sostuvo el ministro del Interior. Y cerró con una frase contundente.
Es un fiscal poco serio desde mi punto de vista. Cuando Fredi
terminó, De la Rúa buscó la carpeta con los papeles
para subrayar sus declaraciones.
Aunque poco habitual, el gesto de De la Rúa sintoniza con el estilo
ejecutivo y frontal que busca transmitir últimamente. Y, aunque
su objetivo evidente fue no perder la iniciativa, también podría
contribuir a profundizar las divergencias internas en torno del escándalo
del Senado, el tema más delicado para la convivencia de la Alianza.
Graciela y la Agencia
El miércoles fue notoria la ausencia de Graciela Fernández
Meijide en la primera reunión del grupo de trabajo de la
Alianza. Aunque es la única ministra de su partido, Carlos
Chacho Alvarez prefirió llevar a Darío
Alessandro y Hermes Binner, dos frepasistas que, hasta hace poco
tiempo, tenían menos peso interno que la funcionaria. Como
para compensarla, ayer Fernando de la Rúa la invitó
a sentarse a su lado durante la conferencia de prensa que ofreció
en la Rosada. Y Graciela no dejó pasar la oportunidad: dijo
que para evitar oscuridades quería aclarar que
la Agencia Social fue una idea original de su cartera. En realidad,
el proyecto fue elaborado por Alvarez, que se lo alcanzó
a De la Rúa en un paper en incluía otras iniciativas.
Más allá de los derechos de autor, lo cierto es que
la puesta en marcha de la Agencia implicará un achicamiento
de su Ministerio y abre dudas sobre el político de su actual
titular.
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