Por E.F.
Desde
París
Al final de su gira, Adalberto
Rodríguez Giavarini conversó con Página/12 en Francia.
En este entrevista, el jefe del Palacio San Martín saca el balance
del Foro Económico de Davos, resume la posición que asumió
en su visita a Francia y adelanta la agenda que lo llevará a los
Estados Unidos para entrevistarse el martes con el nuevo secretario de
Estado norteamericano Colin Powell.
¿El Foro de Davos de este año fue mejor que otros?
Este año hubo una oportunidad extraordinaria en Davos que
consistió en incorporar en la agenda mundial la temática
central que interesa a los países en crecimiento, sobre todo el
tema de acceso a mercados, el del round del milenio, es decir, todas las
oportunidades que van a permitir, a través del aumento del comercio,
tener una mejor distribución del ingreso, mayores oportunidades
de trabajo con la creación de fuentes de trabajo en nuestros países
y, también, contar con un mayor volumen de exportación.
¿Usted percibe que lo que escuchó en Davos va más
allá de las meras declaraciones de buenas intenciones?
Sí.
¿Qué le hace pensar eso?
El ambiente inicial de Davos estaba teñido por las palabras
del propio Alan Greenspan, que anunció la posibilidad de una desaceleración
fuerte de la economía norteamericana. Incluso se llegó a
hablar de crecimiento cero. Me parece que, en términos de la gravedad
de la situación que tenían que afrontar, eso fue un baño
en salud para todos los asistentes. Por esa causa se analizó con
tanto cuidado la posibilidad de que sean también las propias economías
europeas y otras economías las que den un tirón a la economía
mundial a fin de mantener el nivel de actividad. Pero la otra idea que
también permeó fue que la única forma de estimular
y seguir estimulando el crecimiento es una mayor liberalización
del comercio. Creo que eso ayudó mucho a que los países
como la Argentina pudieran tener una voz escuchada, una participación
sumamente activa, y terminaran trabajando y redactando la agenda del informe
que se realizó en el grupo de los líderes económicos.
Me alegro de que la realidad haya entrado a refrescar la agenda mundial
como lo hizo en esta oportunidad.
Algunas ONG presentes en el Foro criticaron la influencia de una
reunión como la de Porto Alegre. Usted, sin embargo, durante los
primeros días de Davos, dio cabida a los reclamos de Porto Alegre.
¿Cuál fue su cálculo?
En los foros informales puede haber grupos minoritarios que estén
en contra de principios aceptados por el sentido común y vigentes
en los organismos internacionales. Todo lo que digo es que, aunque sea
pequeño, evidentemente no se puede tildar de locura sino de una
demanda absolutamente correcta al porcentaje de gente que en el Foro de
Porto Alegre interpretó que los pueblos del mundo sienten que en
muchos casos son marginados de los beneficios de la mundialización.
Que no tienen acceso al comercio, a la educación y al progreso,
que no tienen acceso a la igualdad de oportunidades, Es más, esto
yo lo he escuchado en muchos miembros del Foro de Davos. No hay que confundir
las formas con el fondo. Creo que lo mejor que hizo el Foro de Davos fue
iniciar sus sesiones con una película sobre la pobreza. Fue un
mensaje fuerte. La pobreza y la necesidad de los que menos tienen es una
realidad y ninguna agenda, por más elevada que sea, va a poder
tener éxito si no se tienen en cuenta este tipo de realidades que
conciernen al 70 por ciento de la población mundial. Lo digo desde
el convencimiento de los beneficios de la mundialización y, fundamentalmente,
de la necesidad de crear mecanismos informales y darle mayor actividad
al Grupo de los 20. Son elementos que tenemos al alcance de la mano para
solucionar necesidades, como fue el caso argentino con las medidas de
blindaje preventivo.
Usted fue recibido en Francia con una distinción muy por
encima de lo que dicta la costumbre francesa. Si bien la historia de amor
prosigue, en la agenda hay antagonismos serios. El principal es el de
las subvenciones agrícolas.
Esta historia de amor entre Francia y la Argentina es de larga data.
Es una historia que tiene que ver con los principios que tanto influyeron
en la visión libertaria argentina desde el comienzo de la nacionalidad.
El reclamo que nosotros manifestamos por la falta de acceso a los mercados,
y que a veces nos lleva a enfrentar posiciones encontradas, posiciones
controversiales con Francia, no quita que tengamos un gran espacio para
el diálogo, para incrementar el comercio bilateral e intercambiar
cultura al máximo nivel. Aquí hay un foco que irradia desde
una cultura que es importante para la Argentina y significativa para el
mundo porque da una visión alternativa que es importante tener
en cuenta. Nadie puede negar que, en el mundo, Francia hace una propuesta
diferente.
Pero en lo que toca a la Argentina Francia es el país más
negativo en lo que atañe a las subvenciones agrícolas y
el acceso a los mercados. Dentro de la Unión Europea Francia tiene
la posición más radical.
La Argentina ha sido uno de los países más claros
en las posiciones anti proteccionistas. Eso lo hemos hablado en las charlas
bilaterales con Francia y con la Unión Europea. Acá, en
Francia, volví a reivindicar la necesidad de un comercio más
libre y de un mayor intercambio que, como mínimo, balancee el intercambio
comercial entre Francia y Argentina. A la par debo reconocer que Francia
es un gran inversor internacional, que crea puestos de trabajo en la Argentina
con su inversión y que, por otro lado, nosotros tenemos que tener
un diálogo que nos permita estar en acuerdo con todo aquello que
es el interés nacional y plantear con toda claridad aquello que
creemos es perjudicial para la Argentina. Así lo hemos vuelto a
hacer con el canciller Hubert Vedrine y con el primer ministro Lionel
Jospin.
Su próxima etapa es Estados Unidos, donde se entrevistará
con Colin Powell. ¿Cuáles son los temas?
La agenda es la que hemos tenido hasta ahora con los Estados Unidos.
Por ejemplo, la agenda de seguridad internacional, es decir las fuerzas
de mantenimiento de la paz y la acción de la Argentina en todos
los escenarios donde ha sido convocada. También la actitud de Argentina
en Naciones Unidas, lo que estamos llevando a cabo en la OEA con una propuesta
muy original para que se constituya a la OEA en al órgano ejecutivo
de la cumbre presidencial de ALCA. Sin dudas, parte de la agenda va a
ser la situación del continente latinoamericano. Pero nuestro interés
va ir también por los temas comerciales. También allí
vamos a puntualizar la necesidad de un mayor acceso al mercado. Si decimos
en Europa que existen un claro proteccionismo y subsidios, por el lado
de Estados Unidos tenemos claras desventajas, habida cuenta de las barreras
paraarancelarias y las restricciones directas al comercio que han sido
establecidas durante tantos años. De todos modos, la agenda con
los Estados Unidos es sumamente positiva. Se trata de una primera reunión
de conocimiento y de intercambio que, sumada a las demás, nos va
a permitir tener un mapa completo de lo que en este momento está
pensando la nueva administración del presidente Bush.
OPINION
Por Eduardo Febbro
|
El amor y la distancia
París volvió a desplegar la alfombra roja para recibir
a un responsable argentino en visita de trabajo. Al cabo de tres
días de estadía, el canciller Adalberto Rodríguez
Giavarini pudo comprobar que los gestos privilegiados de Francia
eran el signo de una intención que iba mucho más allá
de los grandes símbolos de amistad y las distinciones
ofrecidas por París en la época menemista. Se hace
evidente que París teme perder su aliado espiritual
en el sur de América Latina, tanto más cuanto que,
y así lo reconocen los franceses, el riesgo de que el Mercosur
caiga bajo la influencia del ALCA no es una posibilidad que
se pueda dejar afuera.
Después de haberse entrevistado con el ministro francés
de Relaciones Exteriores, Hubert Vedrine que le ofreció
un almuerzo especial y lo condecoró con la orden de Comendador
de la Legión de Honor, Giavarini tuvo ayer el raro
privilegio de ser recibido por el primer ministro francés
Lionel Jospin. En sus ya casi cuatro años de mandato, el
socialista Jospin sólo había recibido a tres ministros
de Relaciones Exteriores: ruso, norteamericano e israelí.
Rodríguez Giavarini fue el cuarto de su rango en permanecer
a solas con Jospin y no perdió la ocasión de invitarlo
a Buenos Aires, de agradecerle por el apoyo brindado por Francia
al blindaje y también de reiterarle las demandas argentinas
contra las subvenciones agrícolas y a favor de la apertura
de los mercados. El jefe de la diplomacia argentina le aseguró
a su interlocutor que la mejor fórmula del éxito era
tener un mayor crecimiento y le expuso la situación
argentina y las medidas tomadas por el gobierno. Jospin, que confesó
tener una gran afinidad política, intelectual y espiritual
con el Presidente De la Rúa, se salió luego
con una de esas frases que mejor resumen su gestión milimétrica
de los problemas franceses: La mejor fórmula para tener
éxito en política es ser realista. En el campo
de los realistas, nada traduce mejor el temor de los europeos como
la frase pronunciada en el curso de un desayuno por el presidente
internacional del MEDEF (el organismo que nuclea al patronato francés),
François Xavier Ortoli, quien dijo: Estamos conscientes
de que nuestros interlocutores del Mercosur se encuentran ante la
posibilidad de elegir entre el ALCA y la propuesta de la Unión
Europea de negociar una zona de libre intercambio entre la UE y
Mercosur.
París no quiere perder un mercado importante, un interlocutor
que encarna en ultramar muchos de sus valores y un socio clave en
el seno de un grupo regional semejante al Mercosur. La víspera,
el representante francés ante la Organización de Cooperación
y Desarrollo Económico había afirmado que la relación
con la Argentina desmentía ese dicho francés que enuncia:
El amor muere con las distancias.
|
|