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COMO SE PREPARAN LAS MURGAS PARA EL CARNAVAL 2001
Cuando Momo lleva la batuta

Un recorrido por los ensayos de cinco de las 109 murgas que le darán vida a la celebración predice un Carnaval de alto contenido crítico, enfocado en políticos, famosos y policías, sin distinción.

“Los Cometas de Boedo”, una de las murgas más numerosas de la ciudad, con más de 250 integrantes.

Por Mariano Blejman

Pacha tiene el torso desnudo, saca el pecho con las manos hacia atrás y da órdenes hacia todos lados. En el tórax veraniego del murguero se muestra un tatuaje con el nombre de una mujer, Bárbara, coronando un cometa contorneado sobre el pezón izquierdo. Se llama Luis Terlizzi y es el actual director de “Los Cometas de Boedo”. Los que reciben los gritos a cielo abierto son algo más de 250 integrantes, que ensayan los últimos pasos que darán por todo Buenos Aires desde el viernes 9 de febrero. Ese día, 109 murgas repartidas en 57 corsos recorrerán la ciudad bajo el amparo de Momo, el rey del carnaval. La burla, la sátira y la parodia se adueñarán de las calles de Buenos Aires, una ciudad que pretende resurgir desde el empedrado para recobrar aquellos años dorados donde Momo reinaba glorioso, desde conventillos y esquinas arrabaleras. Página/12 recorrió los ensayos de un puñado de esas murgas que, durante todo este mes, intentarán decir todo aquello que lo serio no se anima siquiera a insinuar. Esta vez no faltarán alusiones al blindaje, la globalización, la Vaca Loca, los traspiés de personajes famosos y los novedosos trajes de la blanca y “amigable” Policía Federal.
1. Gambeteando el empedrado La murga ensaya en Iriarte y Vélez Sársfield, un día de semana cualquiera. Julián, Marcos y Javier ensayan un nuevo hit: “Crazy, la vaca”. “Chupe, toque, meta y ponga/ ya se armó flor de milonga/ al mal de la vaca loca/ Gambeteando le rezonga.” “Gambeteando...” nació en el Centro Cultural Rojas en 1996, pero el espacio para ensayar les quedó chico en poco tiempo. En el medio de la plaza se encuentra Antonio, que hace malabares con tres cascotes como si fueran mandarinas. De unos 40 años, flaco y con una cara perdida, Antonio se ganó el corazón de los murgueros revolviendo la bandera celeste y colorada desde el principio hasta el final del ensayo. Ahora lo aplauden al grito de “Antonio Banderas, Antonio Banderas...”. La letra nueva dice “Ni holando, ni aberdeenangus / Se propuso una meta/ Tras pelearse con Huberto / Susana empezó una dieta / Cormillot le reprochaba / por los malos resultados / porque ella seguía la dieta / la gran dieta del Senado”. Y todo con fondo de bombo.
“¿Alguien va a comprar flecos?” pregunta “La Corta”, que después separa las manos de su cuerpo como si quisiese estirarlas. “Somos una murga democrática”, asegura mientras tanto Marcos. “Lo nuestro es la picaresca. La viveza cotidiana termina hecha canción. El carnaval es la Semana Santa del Murguero.”
2. Los Cometas de Boedo El ensayo de “Los cometas...” es en Cochabamba 3750: Pacha consiguió que le prestaran la cancha de fútbol siete. La murga llegó a tener, en 1996, casi 350 personas, que se dividiría luego en “Los chiflados de Boedo” o “La locura de Boedo”, entre otros. Ahora, sin embargo, “Los Cometas de Boedo” no entran en la cancha. En el medio de silbatos y pasos de baile, Débora vende apliques para los trajes: “Son de lentejuelas y mostacilla y cuestan entre $15 y $70 cada uno”, explica. Decidió salir a venderlos cuando su cuñado se esguinzó un tobillo. “Si no los vendo pierdo todo el laburo”, dice resignada. “Imagínese”, dice ahora Pacha. “Tenemos vestidos que cuestan hasta 600 dólares, cada instrumento cuesta unos doscientos. Tenemos 21 bombos, 16 redoblantes, 3 zurdos y varios repiques”, se enorgullece. Trabaja de kiosquero en José Mármol, esquina Tarija, donde pintó un cometa y un cartel de neón inmenso sobre el toldo del kiosco. “Imagínese”, repite. “El pueblo de Boedo tiene hambre de Carnaval.”
El grupo nació en 1959 gracias a Enrique Marciano, y en los años de plomo dejó de salir hasta a bailar. Entre 1989 y 1995 “Los cometas...” no fueron muy queridos en el barrio. “Salíamos a hacer bardo con cartones de vino, y mientras pasábamos por las calles arrasábamos con los coches estacionados... Ahora, en cambio, hemos cambiado, esto es una murga familiar.” Pacha la tiene clara. “Lo que nosotros perseguimos es reírnos de la roña de la gente que está en el poder. Lo único que nos queda es cagarnos de la risa de ellos. Imagínese...” En el club, la canción “Crítica” dice “A la madre de Rodrigo / hoy ya todos la conocen / la vieja se hizo famosa / con sus atrevidas poses / le dicen la perra sorda / porque nunca te da bola / vos le pedís la patita / ella te entrega la cola”.
3. Pasión Quemera Martín venía haciendo fiestas de fin de año con cierta popularidad desde comienzos de los ‘90, en las cercanías de Parque Patricios. En 1994 tuvieron una idea, que entonces al barrio le pareció original: festejar la llegada del ‘95 con la creación de una murga. “Comenzamos siendo 25 pibes, y ahora ya somos noventa”, recuerda. La murga ensayaba donde podía, en un club, en un gimnasio, hasta que encontraron la plaza de José C. Paz y Pepirí. A unas cuadras de allí, en Grito de Asencio y Eliá, una pared arrabalera parece prevenirlos: “Araca, murguero, el Siglo XX fue tanguero”.
“Pasión Quemera”, un nombre por demás elocuente, acaba de ser seleccionado por la agrupación M.U.R.G.A.S, para participar del Carnaval Uruguayo que comenzó ayer en Montevideo. Este año pretenden llegar al ciberespacio. “Algo que no estaría mal/ y a todos nos gustaría / un sitio en Internet / donde meter porquerías. / Para meter atorrantes / para poner delincuentes / para encerrar gobernantes / que le roban a la gente”, dice el tema “Internet”.
4. Los viciosos de Almagro Nacieron hace 51 años de la mano del Pochi Follero y Roberto Corvalán en un conventillo ubicado en Guardia Vieja 3836. Ahora, 131 personas arrinconadas en una estación de servicio, en Guardia Vieja y Mario Bravo. Los vecinos, extrañamente, parecen disfrutar del bochinche, un miércoles a las 10 de la noche. “Almagro letra viciosa en homenaje / en Bulnes y Guardia Vieja / junté coraje / para decir lo que siento / por eso ahora me tiento / y de esta glosa me hago cargo / señores yo soy murguero / vicioso y de Almagro.” “La Municipalidad nos dio permiso de 20 a 22”, asegura Osvaldo, que luce una camisa blanca, un par de collares que desentonan con el pantalón corto y unos mocasines sin medias. “¿Entiende lo que le digo?”, dice, y señala la gente postrada en las ventanas. Cada noche, “Los viciosos...” llevan a todos los integrantes a comer a la pizzería de la esquina. Y son, como se dijo, nada menos que 131 integrantes a la espera de fainá.
5. Viva La Pepa “Viva la Pepa” es el nombre de una de las murgas más nuevas de la ciudad: Llevan sólo dos carnavales. “Nuestro ingreso no es irrestricto”, dice Leonardo Serignese. Históricamente, las murgas de taller tuvieron sus diferencias con las de barrio. Las primeras, más dedicadas a lo estético y a armar un espectáculo casi teatral, fueron tildadas de sectarias, mientras que las barriales eran acusadas de “poco profesionales”. Hoy en día, la línea que los dividía ha comenzado a diluirse frente a tanto corso dando vueltas. Serignese escribe las letras y asegura: “Nosotros descreemos de los políticos, y de algún modo la murga se ha convertido en un lenguaje creíble. Por eso hoy atraemos más gente que un mítin”. “Viva La Pepa” tiene 25 integrantes, pero sólo un puñado ensaya las letras en un departamento del microcentro. Otra integrante confiesa un motivo bastante particular que la acercó al grupo. “Yo quería ser cantante, y la murga hoy me permite tener un público que una banda común no tendría”, asegura. Esta vez, son los “azules” quienes serán el centro de la crítica en varios de los temas de “Viva...”. “El Gobierno estuvo inteligente / yo no sé si ustedes lo notaron / pa`que no se dé cuenta la gente / los vistió con traje de verano.”
Apenas unos botones de muestra de un carnaval que pretende ser el más fuerte de los últimos cinco años, los nombres de las murgas son, sin duda, un ejemplo de sutileza e ironía, que prepara el destino carnavalesco. Para irse, entre bombos y redoblantes, además de las mencionadas, tambiénpodrán verse este año en el carnaval murgas con títulos como “Los asaltantes de la Rima”, “Los atorrantes de Almagro”, “Los colosos del delirio”, “Los crotos de Constitución”, “Los elegantes de Palermo”, “Los mocosos de Liniers”, “Si Momo nos viera”, y por último, de un modo inevitable... “Resaca del Carnaval”.

 

El antídoto de la burla

El célebre escritor François Rabelais ya lo había escrito en la Edad Media, en su libro Gargantúa y Pantagruel. La risa, la parodia, la sátira y la fiesta eran formas de combatir al poder, diciendo cosas que la cultura de lo serio no podía decir. El carnaval, también en Buenos Aires, fue desde los comienzos una instancia de liberación y desregulación de protocolos sociales. Con el Carnaval muere un año que le dice adiós a las tristezas para resurgir de la alienación del hombre, el humor, la inventiva popular, y el todo vale. Es algo así como el reino del revés. En Buenos Aires, el carnaval se festeja desde el 1600, pero tiene en la historia contemporánea a las murgas como una de las formas más auténticas de expresión. En los carnavales del 30 aparecieron, por ejemplo, los primeros travestis argentinos en público. Barrios como La Boca, Palermo, Saavedra o Liniers, estuvieron directamente relacionados con las murgas a partir de la década del 40. De hecho, en la estética de las barras de fútbol hay muchos elementos que vienen de estas agrupaciones.
En los años de plomo de la última dictadura militar, la murga pareció esconderse debajo de los adoquines de Buenos Aires. El feriado de dos días fue suspendido por tiempo indeterminado y de hecho todavía no fue reinstalado en el calendario, a pesar de las marchas murgueras que se vienen gestando desde 1997. Allí nació la agrupación M.U.R.G.A.S., formada en diciembre de 1996. Con el tiempo –y los bombos– la agrupación consiguió que la Legislatura Porteña los nombrara de Interés Cultural y les diera un presupuesto de 300.000 dólares para la organización de los corsos. Habrá que ver si Momo se conforma con eso o quiere algo más, a cambio de una buena carcajada.

 

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