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PANORAMA ECONOMICO
Por Julio Nudler

El Extrader no se rinde

La turbia caída del Extrader no parece haber agotado su capacidad de generar escándalo. Cerrado por el BCRA el 27 de enero de 1995, el banco de Marcos Gastaldi, Carlos María Sosa y Jorge Terrado, tan cercano al menemismo, fue la primera ficha volteada en aquel dominó del “efecto tequila” (devaluación mexicana) que terminaría jaqueando al sistema bancario argentino. Tenía entre sus depositantes personajes tan famosos como Bernardo Neustadt (quien había hecho valer su influencia en 1992 para que el Central le concediera patente de banco a esa extrabursátil), Franco Macri o Marcelo Tinelli. Pero ahora no se trata de los acreedores: el nuevo escándalo involucra a varios deudores importantes de la entidad hundida y a los expertos que, en principio, fueron designados para recuperar la plata adeudada y con ella resarcir a los inversores. Esos profesionales habrían hallado mayor atractivo en generar un negocio autónomo, basado en la flexibilidad para encarar las deudas, según denuncia judicial.
El juez comercial Rómulo Di Iorio, que interviene en la causa por la quiebra del Extrader, empezó a descubrir algunos sospechosos acuerdos, celebrados entre los síndicos de esa bancarrota y ciertos deudores del banco fundido, hasta que resolvió denunciarlos ante el juez Vicente Cisneros, a cargo de la causa penal, presumiendo un caso de administración fraudulenta. Los cuestionados convenios habían sido homologados por el juez anterior del caso, Héctor Foigel López, dentro de una figura peculiar denominada “incidente de actuación autónoma”, que les otorga vida propia, tomando sólo parte los interesados en la homologación. Lo llamativo eran las facilidades que obtenían los deudores para cancelar sus pasivos.
Pero no todo lo interesante aparecía consignado en esos acuerdos, ya que por entendimientos que el juez pinta como “convenios oscuros y ocultos” se arreglaba el pago de abultados honorarios a los abogados de los síndicos. Más allá de su monto, esas retribuciones son irregulares porque, de acuerdo con lo establecido legalmente, los honorarios de los síndicos deben ser afrontados por la masa de acreedores del quebrado, de la cual aquéllos son acreedores privilegiados, y a su vez son los síndicos quienes deben remunerar a sus asesores letrados.
Uno de los acuerdos que Di Iorio anuló fue el firmado entre los síndicos de la quiebra y la Fundación Universidad de Belgrano en 1998. Esta lograba una quita de intereses y la refinanciación de la deuda a cinco años, con un beneficio calculado en 2.400.000 pesos. La ventaja debía de ser muy significativa para que la UB accediese a desembolsar honorarios por $890.000 en favor de los abogados de la sindicatura.
También la fábrica de carrocerías El Detalle, a la que Extrader le había pedido la quiebra, se avino a mostrarse espléndida con los letrados, efectivizándoles honorarios por casi 800 mil pesos, luego de obtener una quita de capital e intereses, más la cancelación en cuotas laxas, de una deuda superior a los 2 millones.
Otro de los acuerdos fue celebrado con Perkins SA, con honorarios superiores a los $380 mil para los abogados. En cuanto a Gatic, la célebre fábrica de zapatillas, retribuyó con más de 65.000 pesos a cuatro abogados de la sindicatura, aunque –según estableció el juez– sólo uno de ellos tuvo actuación profesional en el acuerdo para reducir intereses y refinanciar a mediano plazo la deuda. En este caso, el daño inferido a la quiebra está aún pendiente de cálculo. También se suscribieron arreglos con Gularo SA, Colcam Automotores SA y J.M. Echeverz Harriet e Hijos SA.
Tres son los síndicos envueltos en el affaire: los contadores Horacio Cama, Arnaldo Moskovich y Mario Resconi. Su asesoría letrada estaba compuesta por los abogados Luis Estoup, Luis Alejandro Estoup, Alberto Gregorio Malimovca, Héctor Arturo Kigel y Alberto Liascovich. De acuerdo con lo que denuncia Di Iorio, “crearon un aparato solidario destinado agenerar honorarios abusivos e ilícitos de terceros (los abogados) que nada tenía de beneficioso para la quiebra”. Consecuentemente, el juez comunicó el caso a los respectivos colegios profesionales para que investiguen la conducta de ese grupo de contadores y abogados.
Estos, removidos de su función, apelaron las decisiones por las que el juez fue dando por nulos uno a uno los acuerdos pactados. Mientras la apelación es resuelta por la Sala D de la Cámara Comercial, todos los deudores que creían haber arreglado su situación se encuentran ahora con que Di Iorio los emplaza a saldar el monto íntegro de sus deudas, sin quitas ni reprogramaciones. Ya al quedar bajo la lupa judicial, los deudores revelaron al ser interrogados las cifras pagadas a los abogados, intentando recuperar el dinero de esos honorarios ahora inútiles. Pero también saben que el juez los considera partícipes necesarios de las presuntas maniobras y podría procesarlos.


 

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