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DAÑOS EN BAHIA BLANCA POR UN TORNADO
Con la furia desatada

Ráfagas de viento a más de 100 kilómetros por hora devastaron varios barrios en Bahía Blanca. Volaron árboles, techos y varios galpones. El pueblo de General Cerri, el más afectado.

El tornado arruinó todo
tipo de construcciones.

Tornado. O cola de temporal. O línea de turbonada. O tormenta de viento. Aunque los especialistas no consiguen ponerse de acuerdo para ponerle un nombre, apenas un cuarto de hora bastó para que el fenómeno meteorológico desprendiera techos, arrancara árboles de cuajo y volteara íntegramente varios galpones, en la ciudad de Bahía Blanca y algunas localidades vecinas. La peor parte se la llevó General Cerri, un pueblo a 15 kilómetros de Bahía: la escuela y la biblioteca resultaron severamente dañadas y la mayoría de los vecinos quedaron a oscuras, debido a la caída de una línea de alta tensión. Ni en Cerri ni en Bahía se registraron víctimas. Otras localidades afectadas fueron Algarrobo, Médanos y el balneario de Monte Hermoso.
La tormenta se inició a la 1.45 y durante casi quince minutos soplaron ráfagas de viento de hasta 150 kilómetros por hora. En Bahía Blanca, los barrios más afectados fueron Villa Mitre y Tiro Federal. A 10 cuadras del centro bahiense, en la calle Brown al 900, el temporal derribó de un solo golpe el galpón de una concesionaria de automóviles, dejando varios vehículos cero kilómetro atrapados bajo las chapas. También un paredón de uno de los edificios ferroviarios de la ciudad sucumbió ante la furia del viento. En el barrio Villa Mitre, ubicado a 25 cuadras del centro de la ciudad, los carteles de varios comercios fueron desplazados casi a 50 metros de su ubicación original. En la esquina de Alberdi y Remedios de Escalada, en el mismo barrio, otro galpón cedió ante la tormenta: el techo se cayó y aplastó autos y otras cosas almacenadas en el lugar. En la zona del Hospital José Penna también hubo varios árboles derribados.
En General Cerri, la Escuela Media Nº 7 perdió el 80 por ciento de su techo, según informó Néstor Fabrizzi, jefe del Cuartel de Bomberos de esa localidad. “El temporal cruzó el pueblo desde la costanera del Arroyo Cuatreros y pasó saltando; suponemos que (estuvo) arriba de los 120 kilómetros, y nos volteó la línea de alta tensión y los eucaliptus que están al lado del arroyo. Afectó cuatro o cinco techos, incluyendo el de la estación de servicio, y terminó en la escuela secundaria”, relató Fabrizzi. El delegado municipal de General Cerri, Alberto Sangre, indicó que el viento “no sólo voló el techo (de la escuela), sino que la turbulencia ingresó en el interior y todos los artefactos que encontró a su paso los incrustó contra las cabreadas”. En la biblioteca José Hernández, el techo sufrió varias roturas y el personal municipal tuvo que colocar cobertores especiales para evitar daños en los libros.
Según el meteorólogo bahiense Daniel Dodero, el fenómeno que ayer a la madrugada afectó a General Cerri puede describirse como “una línea de turbonada, sin la característica succión típica del tornado”. En cambio, en Bahía Blanca “hubo tornado”. El Servicio Meteorológico local, por su parte, prefirió hablar de “la cola de un temporal que se inició en la zona de Médanos, a 50 kilómetros de Cerri, que cruzó la zona en forma transversal de Sudoeste a Este antes de perderse en el mar”.
En representación del gobernador Ruckauf, el secretario de Gobierno Raúl Othacehé viajó a Bahía Blanca para reunirse con el intendente de la ciudad, Jaime Linares, para evaluar los daños y coordinar el envío de ayuda.

 


 

Una audiencia por el ruido

Durante una audiencia pública de la que participaron vecinos, miembros del gobierno porteño y representantes de la empresa Metrovías, el juez de primera instancia Juan Vicente Cataldo solicitó al gobierno de la ciudad y al Instituto Nacional de Tecnología Industrial que realicen estudios sobre los posibles daños que el excesivo ruido en las líneas de subte puede provocar sobre los usuarios. El magistrado ordenó a Metrovías y al gobierno que se abstengan de aceptar la finalización del tendido de la línea D y de toda otra obra hasta que quede resuelto el problema de los altos niveles de ruido.
La causa se origina en una demanda presentada en octubre del año pasado por la Asociación Vecinal Manuel Belgrano, en representación de Alicia Dolinsky, quien a diario utiliza el servicio de la línea D. Las mediciones presentadas por la asociación señalan un promedio de 97 decibeles. Según los parámetros de la Organización Mundial de la Salud, el nivel máximo soportable por el oído humano es de 80 decibeles.
Mónica Scott, otra usuaria del subte, pero de la línea C, lleva tres años enviando cartas a Metrovías, quejándose por los “ruidos molestos” y “el calor sofocante” que debe soportar todos los días cuando viaja hasta su lugar de trabajo. “La única respuesta que obtuve fue una carta diciéndome; mientras tanto yo me estoy quedando sorda”, se lamentó Scott.

 

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