Por Darío
Pignotti
Desde
Porto Alegre
Los gauchos del Brasil
están poniendo incómodos a los señores de Davos,
resume Eduardo Galeano. De camisa invariablemente azul, el escritor uruguayo
recibió a Página/12 en el lobby del hotel Plaza de Porto
Alegre, dominado por un óleo de caballos y jinetes bravíos.
Por allí circulan ecologistas suizos, punks escoceses, parlamentarios
franceses y otros activistas globales llegados a las pampas brasileñas.
¿Son los nuevos peregrinos de la izquierda global?
Hay un fenómeno nuevo que empieza a articularse de modo universal
para dar respuesta a la globalización. Hay una universalización
del dinero y hay también una universalización necesaria
y posible de toda la linda gente, que yo no llamo peregrinos, que está
trabajando por un mundo alternativo. Debe ser una alternativa nueva, porque
no es como antes cuando los países eran invadidos: ahora son comprados
por una estructura de poder que parece eterno o que se disfraza de eternidad.
A veces es concebida como una fatalidad.
Ellos se presentan como una fatalidad del destino. Es un poder que
dice yo soy, porque lo que es fue y será y resulta
que hay muchas voces que dicen no, pero esas voces están desperdigadas.
Y Porto Alegre las convocó.
Esta es la mejor tentativa hasta ahora para realizar un trabajo
común. Es un espacio de encuentro que no va a proponer ninguna
fórmula mágica. No hay médico ni brujo que pueda
curar al mundo de las enfermedades que lo acogen. Hay muchos que esperan
que esta cumbre sirva para eso. Esta cumbre no puede dar ninguna receta.
Muchos dicen que estos movimientos sirven sólo para destruir, pero
es mentira. Hay una energía afirmativa en la gente que vino a Porto
Alegre.
¿Es posible dar un cauce común a esa diversidad de
actores?
Este caos no puede dejar de ser lo que es sin traicionarse, porque
lo mejor que el mundo tiene está en la cantidad de mundos que el
mundo contiene. Entonces la diversidad del mundo aparece en el Foro de
Porto Alegre. Porque el Foro es una reunión de la realidad del
planeta, con muchísimos grupos locales, ONG mundiales, sindicatos,
partidos, campesinos, derechos humanos, feministas. Es bueno que haya
mucha contradicción aquí, como la hay. Yo la celebro, quiere
decir que aquí está la vida viva. Esa diversidad loca es
muy buena, lo que preocupa es que no se avance en organizarla para oponer
un frente sólido a la dictadura del dinero en el mundo.
Contrapoder es una de las palabras más oídas aquí.
Para combatir este orden casi unánime hay que tomar conciencia
de cómo funciona ese poder y en segundo lugar hay que empezar a
unirse para ir haciendo camino al andar, como proponía Machado
o, según algunos, Yupanqui.
¿Cómo evitar que semejante convocatoria termine en
el fracaso?
Esta reunión ha sido bastante caótica, pero por lo
menos ha sido menos que otras. El gran peligro es que la desorganización
termine siendo una virtud... Lo importante sería organizar lo desorganizado
para dar fuerza a esa unidad posible. Los latinoamericanos tenemos una
tradición que nos pone orgullosos de nuestros defectos como ha
sido nuestra desorganización.
La globalización, en cambio, ha sido muy eficiente.
Es un sistema de poder muy eficiente al que Ahmed Ben Bella (ex
presidente argelino) definió el viernes como el que enloqueció
a las vacas y ahora enloquece a la gente. Este sistema es tan poderoso
porque funciona eficiente para organizar la injusticia y cuenta con dos
motores, la codicia y el miedo. Se trata de ver cómo neutralizar
esa eficiencia de la muerte con otras fuentes de energía como la
de la participación democrática, de la solidaridad, los
derechos humanos, etc.
¿No es paradójico que Brasil sea referencia de la
izquierda global?
Brasil es modelo de lo mejor y de lo peor. Es una sociedad capitalista
con altísimo desarrollo tecnológico y mano de obra esclava.
Ese es proyecto del mundo globalizado que impone eficiencia y lucro a
partir de mano de obra esclava. Brasil es el modelo para el poder. Pero
también hay aquí un contrapoder con una fuerza inmensa.
Una izquierda partidaria, pero también social.
Fijate en los Sin Tierra que han dado un ejemplo al mundo de cómo
se pueden ir haciendo cosas a pesar de la represión, del silencio
oficial, del desprecio, de la mentira. Ellos son el resultado del gran
escándalo brasileño de castigar a los hombres y las mujeres
que quieren trabajar. ¿Cuál es el delito? Que quieren trabajar
la tierra en un mundo que te invita a la especulación financiera.
Por eso los enfrentan a balazos.
Los Sin Tierra y la ciudad de Porto Alegre ya son ejemplos universales.
La administración de Porto Alegre hace años practica la
participación democrática de un modo que no se conocía
en el mundo.
Davos va por su edición 31; Porto Alegre, por la primera.
¿Todavía hay tiempo para construir esa alternativa?
Es posible y necesario luchar antes de que el planeta se acabe.
En los últimos 30 años se perdió un tercio de los
recursos naturales, al paso que vamos nos quedaremos todos sin casa. Hay
que apurarse. Hay que tomar conciencia... Las condiciones objetivas ya
están bien maduras, ahora la voluntad tiene que ayudarlas un poquito.
Si nos quedamos haciendo demasiados cálculos, es posible que nos
quedemos sin el mundo donde estás sentado haciendo los cálculos.
Estaba bichando unos papeles en mi cuarto y encontré un papel de
Perú donde hace añares encontré un proverbio quechua
que dice la historia es inventada, pero el futuro es recordado.
Da para pensar, ¿no?
¿Porto Alegre consigue preocupar a Davos?
Por lo menos los dueños del mundo están preocupados
al mismo tiempo por las voces que les dicen que no y que les están
arruinando la fiesta en Seattle, en Praga, acabando con su impunidad.
Fijate que al principio se decía que los manifestantes eran forajidos,
pero a los pocos meses fue cambiando el lenguaje de los dueños
del poder y los periodistas que los expresan. Creo que además de
Porto Alegre a los dueños del mundo les preocupan las consecuencias
de sus propios actos. El Banco Mundial dice que en los últimos
40 años se triplicó el abismo que separa a los más
ricos de los más pobres; eso es muy peligroso para ellos. Porque
¿hasta cuándo el mundo seguirá soportando en silencio
esta operación criminal que implica un suicidio del planeta? ¿Hasta
cuándo la gente va a soportar un poder que la obliga a aceptar
la realidad y le prohíbe que la transforme? ¿A que le digan
que todo debe ser así de homogéneo y de consumible?
Es la mcdonalización.
McDonalds es el símbolo perfecto de la globalización,
porque significa un gravísimo atentado contra el derecho a la autodeterminación
de la cocina. Es un dato fundamental, dime cómo comes y te
diré quién eres. Es la imposición de la comida
de plástico a nivel planetario. Es la cultura negadora de la diversidad
de la comida; la boca es un conducto del alma y la barriga es una zona
del alma. Además McDonalds amenaza los derechos laborales
conquistados por dos siglos: si un empleado de esa empresa entra a un
sindicato, es echado en el acto. McDonalds prohíbe los sindicatos.
Para el presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, éste
es un encuentro de quienes quieren ir contra el tiempo.
Cardoso debe estar enojado con él mismo, porque él
debiera haber estado en Porto Alegre defendiendo las ideas que defendía,
escribiendo los textos que escribía, creyendo en lo que creía.
El cambió como muchos, al ritmo de los tiempos. Dijo un disparate,
dijo que los que estamos aquí queremos romper las máquinas
para volver al pasado, y sabe que no es verdad.
¿Qué buscan quienes vinieron aquí?
Buscamos no romper las máquinas sino ponerlas a nuestro servicio,
porque el problema del mundo al revés es que somos los instrumentos
de los instrumentos. Hoy por hoy los bichitos humanos somos las máquinas
de nuestras máquinas. Se ha hecho buena parte de esta construcción
alternativa con máquinas como las de Internet, que en verdad ha
servido mucho para desligar a los desligados. A través de la red,
ellos construyeron una inmensa urdimbre que es una paradoja alentadora.
El mundo está patas para arriba y es una paradoja andante, cometiendo
paradojas incesantes, pero algunas de ellas están llenas de esperanza:
la red fue articulada por el Pentágono para organizar sus operaciones
de muerte mundial y hoy es utilizada por estos movimientos cuyas voces
sonaban antes en campana de palo.
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