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HABLA MARIO SZNAJDER, DE LA UNIVERSIDAD HEBREA DE JERUSALEN
“Si gana Sharon, no dura mucho”

Los comicios del martes en Israel parecen tener un resultado cantado: el triunfo de Ariel Sharon, que promete mano dura a los palestinos. Mario Sznajder habló con Página/12 sobre el futuro del proceso de paz bajo el ultrahalcón.

Ariel Sharon lanza la propuesta a Ehud Barak, en la otra página.
Quiere formar un gobierno de unidad nacional después del martes.

Por Pablo Rodríguez

Mario Sznajder es profesor de Ciencia Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén y uno de los analistas más buscados por los medios de comunicación a la hora de explicar el complejo panorama de Medio Oriente. En esta oportunidad, el tema es el probable triunfo del candidato derechista Ariel Sharon en los comicios para premier en Israel que tendrán lugar pasado mañana. Las preguntas se pueden resumir en una: qué va a pasar de aquí en más entre palestinos e israelíes. Sznajder contesta puntualmente, pero antes hace una aclaración. “En Jerusalén, tras la destrucción del Segundo Templo, en el año 70 aC., se establece que la profecía –la capacidad de predecir el futuro en general– queda limitada a los pobres de espíritu”, dice para justificar su prudencia. De todas maneras, Sznajder se permite dudar de que el triunfo de Sharon sea un hecho y afirma que, si gana, deberá hacer malabares para sobrevivir con su propuesta dura frente a los palestinos. Optimista pese a la tremenda crisis de la región en los últimos cuatro meses, considera que “siempre hay una oportunidad para la paz”.
–Dando por sentado el triunfo de Sharon, ¿qué se puede esperar respecto del proceso de paz?
–El triunfo de Sharon no puede ser dado por sentado. Es verdad que todas las encuestas le dan un margen de ventaja de más o menos 20 por ciento sobre Barak, pero las encuestas en Israel son muy problemáticas. Nadie pregunta sobre la representatividad de cada muestra ni en qué medida se toma en cuenta o no el voto árabe, o algún incidente que pueda suceder a último momento, antes de la elección, que puede perjudicar o ayudar a alguno de los candidatos. Si gana Sharon, el proceso de paz se verá de otra manera, ya que se esperan tanto políticas de represión más duras contra la violencia palestina como una actitud del nuevo gobierno israelí, ya no basada en los Acuerdos de Oslo sino en el axioma que se negocia sólo desde una situación de calma.
–¿Es posible que Sharon repita la experiencia del premier anterior a Barak, Benjamin Netanyahu, que endureció la posición israelí en el sentido en que lo haría Sharon y terminó luego derrotado por Barak?
–Sí, es probable. Pero hay que tener en cuenta que Sharon tiene problemas anteriores, que derivan en su propuesta de formación de un gobierno de unidad nacional. En primer lugar, Sharon necesita una base de apoyo amplia para las futuras negociaciones de paz, porque si se produce un período de creciente violencia en el que el gobierno israelí adopte medidas aún más duras de represión, entonces habrá una fuerte presión internacional frente a la cual la lógica de la unidad nacional se torna una necesidad política. El otro problema es que con el presente Knesset, no importa con qué margen gane la elección –si esto sucede–, Sharon contaría con el apoyo de 58 de los 120 parlamentarios, o sea, que su gobierno sería muy vulnerable frente a un voto de confianza. Es muy probable, si Sharon resulta elegido, que la inestabilidad parlamentaria termine derribándolo y creando una situación de nuevas elecciones generales, en la que se renueve también el Parlamento.
–¿Barak aceptará formar un gobierno de unidad nacional con Sharon, a pesar de sus declaraciones de ayer rechazando la propuesta?
–Es difícil. Provocaría fuertes divisiones internas dentro del Partido Laborista.
–Supongamos que Sharon no repite la experiencia de Netanyahu y logra estabilidad ¿Qué situación se creará con los palestinos? ¿Una guerra de baja intensidad o un conflicto regional?
–Es imposible responder en forma precisa debido a la interacción entre israelíes y palestinos. La guerra de baja intensidad ya existe. El conflicto regional es una posibilidad aunque de baja probabilidad, a menosque ocurra una escalada más o menos accidental a través de la intervención de la guerrilla pro iraní Hezbollah que lleve a un choque sirio-israelí en Líbano. Pero creo que ninguna de las partes está dispuesta a pagar los precios de esta clase de conflictos por el tema palestino.
–Si Sharon aplica toda la mano dura que promete, ¿cómo quedaría el liderazgo palestino de Arafat frente a la emergencia de nuevos personajes, más duros, como (el jefe de Seguridad de la franja de Gaza) Mohamed Dahlán o (el líder del movimiento armado Tanzim, perteneciente al partido Al Fatah de Arafat en Cisjordania) Marwán Barghuti?
–Siempre es difícil saber en qué medida Arafat ejerce un control directo sobre sus subordinados. Yo creo que Dahlán, Barghuti y otros siguen subordinados a Arafat y a la elite del movimiento Al Fatah.
–Con Sharon, ¿pueden declararse muertos los Acuerdos de Oslo de 1993?
–Formalmente, quizás sí. Por lo menos así lo afirma Sharon y también sus seguidores. Sin embargo, considerados históricamente, los Acuerdos de Oslo no morirán. Los Acuerdos de Oslo legitimaron a la elite política palestina laica en Al Fatah y su alrededor como los únicos socios viables para Israel en un proceso de paz que llevó a la creación de la Autoridad Palestina, a la desocupación israelí de partes de la Cisjordania y Gaza y a negociaciones que conducen a un arreglo definitivo del conflicto israelí-palestino. A largo plazo, los Acuerdos de Oslo nunca podrán ser letra muerta.
–Entonces, considera que todavía queda una oportunidad para la paz, a pesar de la crisis actual y de la vuelta periódica al poder de quienes (como Netanyahu y Sharon) quieren borrar los Acuerdos de Oslo.
–Siempre quedan oportunidades de paz y de hecho, pese a todas las crisis que afectan al proceso, nunca se ha estado tan cerca de un acuerdo. Por otra parte, las opiniones públicas de ambas partes están comenzando a internalizar seriamente los problemas centrales. Los palestinos comienzan a comprender la gravedad del problema de Jerusalén para los israelíes mientras que éstos comienzan a ver las divisiones reales que separan la parte árabe de la judía en Jerusalén. Los israelíes comienzan a darse cuenta de la magnitud real del problema de los refugiados palestinos mientras que los palestinos van entendiendo que el derecho de retorno que exigen no es aceptable para nadie dentro de la población judía de Israel. Estos son sólo ejemplos del valor “educativo” de las últimas crisis. Nadie “no quiere la paz”. Cada parte quiere la paz “según sus propias condiciones”.
–En el último tiempo, a cada crisis seria del proceso de paz (el asesinato del ex premier israelí Yithzak Rabin, la actual intifada), el electorado israelí respondió eligiendo a halcones como Netanyahu o Sharon. ¿Esto no habla de una desconfianza de los israelíes hacia los Acuerdos de Oslo?
–Israel no es una unidad monolítica sino un país democrático en el cual diversos sectores sustentan diversas opiniones. Es verdad que frente a la violencia palestina el electorado israelí generalmente responde apoyando a políticos que proclaman líneas duras frente al “enemigo”. Pero la distancia entre “enemigo” y “socio en negociaciones de paz” no es tan larga. En general, podría afirmarse que frente a propuestas concretas y moderadas que neutralicen las posibilidades de guerra y conflicto futuro, con los palestinos y con el mundo árabe en general, la mayoría de la población de Israel –incluyendo su minoría árabe– toma actitudes positivas. Jerusalén, por ejemplo, es un problema muy serio pero también solucionable. Pareciera ser que las concesiones israelíes posibles tienen mucho que ver con la capacidad de la dirigencia palestina de probarse seria, moderada y pragmática en la negociación, algo que no ocurrió frecuentemente en el último tiempo, tanto como en la práctica política diaria.

 

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