Por Pablo Rodríguez
Mario Sznajder es profesor de
Ciencia Política de la Universidad Hebrea de Jerusalén y
uno de los analistas más buscados por los medios de comunicación
a la hora de explicar el complejo panorama de Medio Oriente. En esta oportunidad,
el tema es el probable triunfo del candidato derechista Ariel Sharon en
los comicios para premier en Israel que tendrán lugar pasado mañana.
Las preguntas se pueden resumir en una: qué va a pasar de aquí
en más entre palestinos e israelíes. Sznajder contesta puntualmente,
pero antes hace una aclaración. En Jerusalén, tras
la destrucción del Segundo Templo, en el año 70 aC., se
establece que la profecía la capacidad de predecir el futuro
en general queda limitada a los pobres de espíritu,
dice para justificar su prudencia. De todas maneras, Sznajder se permite
dudar de que el triunfo de Sharon sea un hecho y afirma que, si gana,
deberá hacer malabares para sobrevivir con su propuesta dura frente
a los palestinos. Optimista pese a la tremenda crisis de la región
en los últimos cuatro meses, considera que siempre hay una
oportunidad para la paz.
Dando por sentado el triunfo de Sharon, ¿qué se puede
esperar respecto del proceso de paz?
El triunfo de Sharon no puede ser dado por sentado. Es verdad que
todas las encuestas le dan un margen de ventaja de más o menos
20 por ciento sobre Barak, pero las encuestas en Israel son muy problemáticas.
Nadie pregunta sobre la representatividad de cada muestra ni en qué
medida se toma en cuenta o no el voto árabe, o algún incidente
que pueda suceder a último momento, antes de la elección,
que puede perjudicar o ayudar a alguno de los candidatos. Si gana Sharon,
el proceso de paz se verá de otra manera, ya que se esperan tanto
políticas de represión más duras contra la violencia
palestina como una actitud del nuevo gobierno israelí, ya no basada
en los Acuerdos de Oslo sino en el axioma que se negocia sólo desde
una situación de calma.
¿Es posible que Sharon repita la experiencia del premier
anterior a Barak, Benjamin Netanyahu, que endureció la posición
israelí en el sentido en que lo haría Sharon y terminó
luego derrotado por Barak?
Sí, es probable. Pero hay que tener en cuenta que Sharon
tiene problemas anteriores, que derivan en su propuesta de formación
de un gobierno de unidad nacional. En primer lugar, Sharon necesita una
base de apoyo amplia para las futuras negociaciones de paz, porque si
se produce un período de creciente violencia en el que el gobierno
israelí adopte medidas aún más duras de represión,
entonces habrá una fuerte presión internacional frente a
la cual la lógica de la unidad nacional se torna una necesidad
política. El otro problema es que con el presente Knesset, no importa
con qué margen gane la elección si esto sucede,
Sharon contaría con el apoyo de 58 de los 120 parlamentarios, o
sea, que su gobierno sería muy vulnerable frente a un voto de confianza.
Es muy probable, si Sharon resulta elegido, que la inestabilidad parlamentaria
termine derribándolo y creando una situación de nuevas elecciones
generales, en la que se renueve también el Parlamento.
¿Barak aceptará formar un gobierno de unidad nacional
con Sharon, a pesar de sus declaraciones de ayer rechazando la propuesta?
Es difícil. Provocaría fuertes divisiones internas
dentro del Partido Laborista.
Supongamos que Sharon no repite la experiencia de Netanyahu y logra
estabilidad ¿Qué situación se creará con los
palestinos? ¿Una guerra de baja intensidad o un conflicto regional?
Es imposible responder en forma precisa debido a la interacción
entre israelíes y palestinos. La guerra de baja intensidad ya existe.
El conflicto regional es una posibilidad aunque de baja probabilidad,
a menosque ocurra una escalada más o menos accidental a través
de la intervención de la guerrilla pro iraní Hezbollah que
lleve a un choque sirio-israelí en Líbano. Pero creo que
ninguna de las partes está dispuesta a pagar los precios de esta
clase de conflictos por el tema palestino.
Si Sharon aplica toda la mano dura que promete, ¿cómo
quedaría el liderazgo palestino de Arafat frente a la emergencia
de nuevos personajes, más duros, como (el jefe de Seguridad de
la franja de Gaza) Mohamed Dahlán o (el líder del movimiento
armado Tanzim, perteneciente al partido Al Fatah de Arafat en Cisjordania)
Marwán Barghuti?
Siempre es difícil saber en qué medida Arafat ejerce
un control directo sobre sus subordinados. Yo creo que Dahlán,
Barghuti y otros siguen subordinados a Arafat y a la elite del movimiento
Al Fatah.
Con Sharon, ¿pueden declararse muertos los Acuerdos de Oslo
de 1993?
Formalmente, quizás sí. Por lo menos así lo
afirma Sharon y también sus seguidores. Sin embargo, considerados
históricamente, los Acuerdos de Oslo no morirán. Los Acuerdos
de Oslo legitimaron a la elite política palestina laica en Al Fatah
y su alrededor como los únicos socios viables para Israel en un
proceso de paz que llevó a la creación de la Autoridad Palestina,
a la desocupación israelí de partes de la Cisjordania y
Gaza y a negociaciones que conducen a un arreglo definitivo del conflicto
israelí-palestino. A largo plazo, los Acuerdos de Oslo nunca podrán
ser letra muerta.
Entonces, considera que todavía queda una oportunidad para
la paz, a pesar de la crisis actual y de la vuelta periódica al
poder de quienes (como Netanyahu y Sharon) quieren borrar los Acuerdos
de Oslo.
Siempre quedan oportunidades de paz y de hecho, pese a todas las
crisis que afectan al proceso, nunca se ha estado tan cerca de un acuerdo.
Por otra parte, las opiniones públicas de ambas partes están
comenzando a internalizar seriamente los problemas centrales. Los palestinos
comienzan a comprender la gravedad del problema de Jerusalén para
los israelíes mientras que éstos comienzan a ver las divisiones
reales que separan la parte árabe de la judía en Jerusalén.
Los israelíes comienzan a darse cuenta de la magnitud real del
problema de los refugiados palestinos mientras que los palestinos van
entendiendo que el derecho de retorno que exigen no es aceptable para
nadie dentro de la población judía de Israel. Estos son
sólo ejemplos del valor educativo de las últimas
crisis. Nadie no quiere la paz. Cada parte quiere la paz según
sus propias condiciones.
En el último tiempo, a cada crisis seria del proceso de paz
(el asesinato del ex premier israelí Yithzak Rabin, la actual intifada),
el electorado israelí respondió eligiendo a halcones como
Netanyahu o Sharon. ¿Esto no habla de una desconfianza de los israelíes
hacia los Acuerdos de Oslo?
Israel no es una unidad monolítica sino un país democrático
en el cual diversos sectores sustentan diversas opiniones. Es verdad que
frente a la violencia palestina el electorado israelí generalmente
responde apoyando a políticos que proclaman líneas duras
frente al enemigo. Pero la distancia entre enemigo
y socio en negociaciones de paz no es tan larga. En general,
podría afirmarse que frente a propuestas concretas y moderadas
que neutralicen las posibilidades de guerra y conflicto futuro, con los
palestinos y con el mundo árabe en general, la mayoría de
la población de Israel incluyendo su minoría árabe
toma actitudes positivas. Jerusalén, por ejemplo, es un problema
muy serio pero también solucionable. Pareciera ser que las concesiones
israelíes posibles tienen mucho que ver con la capacidad de la
dirigencia palestina de probarse seria, moderada y pragmática en
la negociación, algo que no ocurrió frecuentemente en el
último tiempo, tanto como en la práctica política
diaria.
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