Por
Susana Viau
Una investigación del Senado norteamericano sobre lavado de dinero
que se dará a conocer hoy en Washington compromete a Raúl
Moneta, su Banco República, al Federal Bank banco offshore
que, estaría probado, pertenece también a Moneta, aunque
éste lo niegue y al Citibank, poniendo en cuestión
los (inexistentes) controles ejercidos por las autoridades del propio
Banco Central respecto del dinero negro. Según informaron hace
meses los diputados Elisa Carrió y Gustavo Gutiérrez a los
integrantes del subcomité norteamericano, por el triángulo
formado por el República, el Federal y el Citi se habían
concretado operaciones de entrada y salida de dinero por valor de 100
millones de dólares mensuales durante ocho años. La cifra
dejó sin habla a los hombres de Carl Levin, veterano y prestigioso
senador demócrata que preside la subcomisión. Luego de confirmar
esas denuncias y con documentación a la vista, los investigadores
resolvieron sumar al Federal a los ejemplos a tratar, posicionándolo
en la peor de las tres categorías en que dividen a los bancos
de riesgo: los shell banks. Por el Federal Bank y el
Citibank pasó el primer millón de dólares del escándalo
IBM-Banco Nación. Fuentes próximas a la investigación
suministraron a Página/12, en exclusiva para Argentina, el preinforme
de la subcomisión.
Si lo vigilan es mejor
El preinforme, que llevó un año de trabajo al staff
demócrata de la subcomisión, tenía como objeto la
banca corresponsal y su uso como herramienta para el lavado de dinero.
El primer informe de 1999 había hecho eje en la vulnerabilidad
que ofrecían las áreas de banca privada de los
bancos norteamericanos ante el lavado de dinero. Aquel informe desembocó
en audiencias llamadas por el subcomité. Esta vez, la comisión
analizó doce casos, uno de ellos el de la relación de Moneta,
el Banco República, y el Citibank con el Federal Bank.
Los bancos norteamericanos, a través de cuentas corresponsales
que proveen a bancos extranjeros, se han convertido en introductores de
dinero sucio en el sistema financiero norteamericano y, como resultado,
han facilitado emprendimientos ilícitos, incluido tráfico
de drogas y fraude financiero, comienza diciendo el documento. Y
aclara que banca corresponsal es la que provee servicios a otros
bancos para mover fondos, valores cambiarios o trasladar al exterior otras
transacciones financieras. Las cuentas corresponsales en los bancos de
Estados Unidos dan a los propietarios o clientes de pobremente regulados,
pobremente gerenciados, a veces corruptos, bancos extranjeros con débil
o directamente nulos controles anti-lavado de dinero, acceso directo al
sistema financiero de EE.UU. y la libertad de mover dinero dentro de los
Estados Unidos o alrededor del mundo. Estos bancos de riesgo fueron
calificados de tres maneras: por un lado, los bancos offshore,
con licencias limitadas a transacciones con clientes de fuera de su jurisdicción
y los bancos autorizados y regulados por jurisdicción con
débiles controles anti-lavado, que invitan a los bancos a abusos
y conductas criminales. El tercer tipo de banco de riesgo
son los shell banks o bancos cáscara o
bancos concha o bancos de papel, difíciles
de monitorear por el secreto de sus operaciones, sin presencia física
en ninguna jurisdicción.
De los cuatro shell banks investigados, uno es el Federal
Bank. La subcomisión comprobó que, al igual que los tres
restantes, el Federal no tiene una oficina oficial desde la que se conduzcan
las actividades bancarias ni una planta permanente remunerada, dos elementos
que dificultan la supervisión, los monitoreos de los reguladores
bancarios, inspecciones e interrogatorios al personal del banco.
Federal lava más blanco
Los demócratas del subcomité citaron al Citibank, que
durante diez años tuvo relaciones de corresponsalía
con el Banco República, licenciado y con negocios en Argentina,
y su offshore afiliada Federal Bank, con licencia en Bahamas. Asistió
a las entrevistas el gerente del Citi encargado de las relaciones con
ambas entidades, quien dijo mostrarse perturbado e impactado
de escuchar que el Banco Central de la República Argentina había
informado en sus reportes de auditoría de 1996 y 1998 que el Banco
República (propiedad de Raúl Moneta y de su tío Benito
Jaime Lucini) no tenía un programa anti-lavado de dinero. Cuando
el staff demócrata preguntó al responsable de la relación
qué había hecho para determinar si tal programa funcionaba
o no en el Banco República, éste respondió que durante
sus revistas anuales, el Banco República le había dicho
que contaba con un programa anti-lavado de dinero pero él no lo
había confirmado con documentación. La misma situación
se aplicó al Federal Bank.
Más adelante, el preinforme relata que cuando el Banco Central
se dirigió al Citi para inquirir por los propietarios del Federal
Bank el Citi contestó que sus archivos no contenían
ninguna información útil para identificar a los accionistas
del banco de referencia. Cuando el subcomité indagó
al representante del Citi acerca de esta respuesta, el responsable de
la relación dijo que procedió así porque tuvo la
impresión de que el Banco Central estaba jugando algún
tipo de juego, que estaba tratando de obtener alguna prueba
legal de los propietarios. Tras varias conversaciones con los integrantes
del subcomité del Senado, el citibanker admitió
que recién ahora comprendía que debió haber contestado
la carta del Banco Central de otra manera y el Citibank debió
haber hecho más respecto de la solicitud.
Lo que revela la letra del informe senatorial, además de caracterizar
al lavador Federal Bank como offshore afiliada del República,
es, entre otras cosas, la escasa voluntad del Citibank de colaborar en
la identificación de los propietarios del shell bank
de Bahamas. Se entiende la reticencia si se tiene en cuenta que quien
aparece sindicado cada día más como dueño fue socio
del Citibank en el CEI: el escribano menemista Raúl Juan Pedro
Moneta.
Que no panda el cúnico
La noticia de que el senador Levin aceptaba la seriedad de la denuncia
de Carrió-Gutiérrez y la incluía entre los casos
a investigar estremeció al Citibank, que ya ha sufrido otros cimbronzados,
en especial su participación en el desvío de fondos de los
hermanos Salinas de Gortari, y conmocionó al BCRA, cuya conducción
es clave en el esclarecimiento del affaire y cuyo presidente Pedro Pou
y el director superintendente de Entidades Financieras Guillermo Lesniewier
acaban de ser procesados por fraude a la administración pública.
Pero por sobre todo obligó a Moneta a poner las barbas en remojo
y acelerar las acciones para que su implacable perseguidor, el juez Luis
Leiva, sea acusado por el Consejo de la Magistratura, con lo que intentaría
acreditar la existencia de una imaginaria y fabulosa conspiración
en su contra.
Lo cierto es que, si todos están al borde de quedar mal, el criador
de caballos criollos es quien la tiene peor: en diciembre del año
pasado, este diario reveló que, con un atraso de cuatro años,
el BCRA había decidido enviar a la Justicia operaciones sospechadas
de lavado de dinero y realizadas por el Banco República en connivencia
con el Citibank y, con mayor gravitación entre otras entidades,
el Federal Bank. Daba la casualidad de que tanto el Federal Bank como
las otras offshore (The Winterbotham Trust Company, Ludgate Investments,
Southwark Assets Managements, Lolland Stoks, Scott & Chandler, Cairo
Holdings, Budleigh Ltd. Uruguay) habían sido constituidas en el
mismo lugar Bahamas, el mismo día, con números
correlativos, un mismo domicilio ubicado en la calle Blanes Viale de Montevideo
y eran representadas por una mismapersona, el abogado Carlos Basílico,
también directivo de UFCO, la sociedad de Islas Vírgenes,
columna vertebral del CEI y primera propietaria del Edifico República.
Los funcionarios del Central sugirieron, en su informe de agosto del 2000,
que existiría una estrecha vinculación entre el Banco
República y el Federal Bank. Si bien Moneta había
argumentado que no había cuentas recíprocas entre ambas
entidades ni formaban un mismo grupo económico, el personal de
la línea aconsejó considerar si la relación
entre el Banco República con el Federal Bank reúne características
comunes entre bancos locales y del exterior, puesto que en ese caso el
Federal Bank es cliente de la entidad local y realiza operaciones en el
país sin contar con la correspondiente autorización.
Ciertas versiones indican que, para las mismas fechas, una nota del Citibank
al Central se remitía a la investigación que comenzaba en
Washington y cuya documentación corroboraría que Moneta
(el Banco República) y el Federal Bank podrían ser una y
misma cosa. El reciente preinforme con su peculiar redacción también
lo insinúa: el Banco República (...) y su offshore
afiliada (...), el Federal Bank.
El Federal Bank había tenido una notoriedad efímera al trascender
que por allí y por el Citibank de Nueva York se había escurrido
el primer millón detectado en la megacoima del caso IBM-Banco Nación.
El juez federal Adolfo Bagnasco libró por entonces seis exhortos
al Citibank para que informara de la titularidad de esas cuentas. Nunca
fueron respondidos, aunque los más agudos rumores apuntaban al
dúo Claudia Bello-Gastón Figueroa Alcorta, un hombre que
solía ser visto de visita en la mesa de dinero del Banco República.
Como si fuera poco, el Federal Bank era, además, accionista del
CEI.
Claves
- Elisa Carrió y Gustavo Gutiérrez denuncian
ante los senadores norteamericanos que investigan lavado de dinero
operaciones sospechosas por cuantiosos montos realizadas entre el
Banco República (propiedad de Raúl Moneta), el Citibank
y el Federal Bank (ignoto banco offshore).
-Enterado, el Banco Central lleva esas operaciones a la Justicia
y esboza la hipótesis de que República y Federal sean
parte de un mismo grupo.
-En Washington, el subcomité lo tendría confirmado.
Se afirma que, apremiado, el Citi habría comunicado al BCRA
una conclusión similar.
-Por el Citi y el Federal pasó una parte de la coima IBM-Banco
Nación. El Federal fue accionista del CEI.
-El staff demócrata del subcomité del Senado resuelve
incluir el caso entre los doce exponenciales en los que se investiga
lavado de dinero.
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Del
Central a Internet, sin escalas ni carencia
Pese
a que los estatutos lo prohíben por un año, el renunciado vicesuperintendente
de Entidades Financieras y hombre de Pou, Javier Bolzico, aterrizó
en Patagon.com.
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Por
S.V.
El
presidente del Banco Central, Pedro Pou, le agradeció los servicios
prestados; Javier Bolzico, renunciante al directorio y a la Vicesuperintendencia
de Entidades Financieras, se fue del edificio de la calle Reconquista
para aterrizar sin transición en los sillones de Patagon.com, un
sitio de información financiera que se convertiría en banco
virtual este año. La decisión de Bolzico desafía
la Ley de Etica Pública que prevé un año de carencia
antes de pasar de la función pública a una entidad privada
con la que hubiera tenido vinculación funcional. En este caso y
por su cargo, Bolzico se retira del BCRA en conocimiento de todo el así
llamado secreto bancario.
Lo cierto es que, además, con su renuncia, el BCRA parece haber
comenzado a curarse en salud. La dimisión del joven director, hombre
de estrecha confianza de Pou, es interpretada por expertos del circuito
financiero como una acción preventiva dado que en esos mismos reductos
suena con fuerza el rumor de que en los próximos meses la investigación
abierta en Estados Unidos sobre lavado de dinero y enfocada, entre otros,
hacia Raúl Moneta y sus bancos (ver aparte) implicaría seriamente
a los máximos directivos del Central y la superintendencia.
Las autoridades del BCRA también se encuentran bajo investigación
judicial por las ayudas dadas a Moneta por sus bancos Mendoza y República.
En estas asistencias Bolzico jugó un rol de importancia al negar
que los directores y accionistas de ambas entidades hubieran violado las
relaciones técnicas exigidas por el Central, conclusión
que contradecía los informes de los inspectores enviados por la
propia autoridad financiera. Es la primera baja de una gestión
que corre el riesgo de quedar muy apretada por no evaluar bien el factor
externo. Pou está entregando la dama: Bolzico es muy de su palo,
interpretó un antiguo merodeador la city. Cuando Pou reemplazó
en la presidencia del banco a Roque Fernández, elevado a ministro
de Economía luego de la renuncia de Domingo Cavallo, lo hizo llevando
de la mano al financista Martín Lagos. Todos, Fernández,
Pou, Lagos y por fuera del BCRA, Carlos Rodríguez eran
miembros del CEMA, la fundación armada por Eduardo Bauzá
a pedido de Carlos Menem como recambio al equipo de Cavallo. El CEMA tenía
como uno de sus principales sponsors al empresario Domingo El Negro
Catena, ex primo político y socio de Pou en las bodegas Navarro
Correas.
Pou también acercó a Javier Alberto Bolzico, pero le costó
un riñón conseguir que los pliegos de su pollo pasaran la
prueba del Senado. Para lograrlo debió resignar un escaque y enviar
también a la Cámara alta los del contador entrerriano Alberto
Pignanelli, quien asumió su puesto en junio de 1997. Sin embargo,
se afirma que Bolzico no sólo es un incondicional de Pou. Como
todo miembro del directorio tiene un padrino político y en su caso
se habría contado con el respaldo de Alberto Kohan, otro nombre
que es seguido con interés por la fiscalía de Nueva York
a causa de sus relaciones con Gaith Pharaon y el BCCI y maniobras de lavado
de dinero. Que así fuera, no evitó que el poder de designación
de Pou llamara la atención de los especialistas. Por esas fechas
Julio Nudler escribió: Lo notable es que, en teoría,
los candidatos deberían ser escogidos por el Poder Ejecutivo y
el Central ni siquiera saber de quiénes se trata, con lo que el
método para cubrir los cargos se parece a todo menos al correcto.
Luego de que Página/12 informara de su renuncia, trascendió
que Bolzico había sido fichado por quienes poco antes le habían
solicitado la correspondiente autorización para operar: los ejecutivos
de Patagon.com. -el sitio web de información financiera controlado
por el Banco Santander Central Hispano que aspiran a reconvertirse
en Patagon Internet Bank, un banco virtual. Según la misma información,
para su pase habría sido decisiva la intervención de un
hombre de su plena confianza: Rubén Marasca, su gerente en la superintendencia,
encargado del vital sector decontrol de las auditorías realizadas
a las entidades financieras. Pero la relación entre Bolzico y Marasca
viene de más antiguo. Siempre de acuerdo con las fuentes, la vinculación
de Bolzico con el Central ha seguido los vaivenes con el gobierno de quien
se considera su máximo valedor: mientras Alberto Kohan estuvo en
el gobierno como secretario general de la Presidencia, Bolzico fue designado
asesor del directorio del Banco Central. Cuando Kohan se alejó
de la administración aunque conservando su proximidad a Carlos
Menem y al poder, Bolzico abandonó el Central para dedicarse
a conducir la privatización del Banco de la Provincia de Santa
Fe, que quedó en manos de los banqueros Rohm. Allí Marasca
fue su segundo. Con el retorno de Kohan a la actividad pública,
regresó Bolzico al Central, pero ahora en calidad de director y
vicesuperintendente de Entidades Financieras. En tanto el cargo de superintendente
estuvo vacante, Bolzico llevó la responsabilidad máxima
y desde ella poco y nada hizo respecto de un aspecto sustancial: el lavado
de dinero. Fueron dos largos años. El reingreso de Bolzico fue
asimismo el ingreso de Marasca a la superintendencia. Hoy, que los nubarrones
se ciernen sobre los directivos del Central, Marasca es quien invita a
Bolzico a ocupar un destino más seguro y alejado de la tormenta.
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