Por
M.G.
La
Argentina y Cuba han comenzado a vivir la peor crisis desde la votación
del 2000 en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. El canciller
Adalberto Rodríguez Giavarini ordenó llamar en consulta
al embajador argentino en La Habana. El canciller resolvió esta
medida de protesta después de las declaraciones de Fidel Castro
en las que daba por seguro un nuevo argentino contra Cuba y decía
que eso equivaldría a lamer las botas de los Estados Unidos.
Las afirmaciones de Castro son graves e injustas, dijo anoche
a este diario desde Washington Rodríguez Giavarini.
El ministro argentino de Relaciones Exteriores está en la capital
norteamericana para entrevistarse, hoy, con su flamante colega Colin Powell.
¿Usted ya comentó el entredicho con Cuba con algún
funcionario norteamericano?
De ninguna manera.
¿Y ya resolvió cómo votará la Argentina
en abril?
La Argentina no anticipa sus posiciones, ni en éste ni en
otro tema. Y le aclaro que yo no hice declaraciones a nadie sobre este
punto, de manera que cualquier cosa que se diga es especulación.
¿Habló con alguna autoridad cubana sobre las declaraciones
de Castro?
No. Quisimos llamar en consulta a nuestro embajador, Oscar Torres
Avalos, para contar con más elementos de análisis.
¿Contempla una medida más dura como el retiro del
embajador argentino?
Lo único que está contemplado es el llamado en consulta.
Torres Avalos está llegando mañana (por hoy) a Buenos Aires.
Después, veremos cómo evoluciona la situación. Nuestro
criterio es preservar las buenas relaciones entre el pueblo argentino
y el pueblo cubano. Nos movemos con muchísimo respeto, pero eso
no quita la firmeza.
¿Habían recibido indicios de la posición de
Fidel?
No, y le confieso que sus declaraciones nos causaron un profundo
desagrado, una profunda desazón, más todavía cuando
los dos países disfrutan de plenas relaciones diplomáticas,
cuando el turismo está funcionando normalmente, cuando estábamos
mandando una misión a Cuba por la deuda y cuando avanzábamos
en el envío de una misión comercial.
El conflicto marca un notable retroceso en las relaciones, que se estaban
reconstituyendo después de que la Argentina y Cuba permanecieran
sin embajadores. El diplomático de carrera Torres Avalos, a quien
sus amigos llaman El Buda, es un radical histórico
de fluido diálogo con el ex presidente Raúl Alfonsín,
al que acompañó como número dos de la Secretaría
de Inteligencia del Estado.
Las afirmaciones del presidente cubano que irritaron al Gobierno fueron
pronunciadas en un encuentro de economistas y dentro de un discurso de
seis horas que contuvo estas críticas:
- Si la Argentina vota contra Cuba en Ginebra sería como
lamer la bota yanqui.
- La moción adoptada el año pasado tuvo mucha oposición
en la Argentina y hubo gente que expresó su descontento y estoy
seguro de que si hacen ese triste papel se van a encontrar con un gran
descontento (...) porque tenemos muchos amigos de los distintos partidos
políticos de Argentina y esa tarea se la dejamos a los argentinos
que no están nada felices con las cosas que están ocurriendo
- La Argentina bajo un modelo neoliberal no es capaz siquiera de
sostener la vergüenza ni el pundonor.
En el 2000, la condena a Cuba obtuvo en Ginebra 20 votos a favor, 18 en
contra y 14 abstenciones.
Bajo el último gobierno radical la Argentina nunca condenó
a Cuba, pero después Carlos Menem incluyó el cambio de voto,
que pasó a ser deacompañamiento de la resolución
norteamericana, dentro del giro total de la política exterior que
su canciller definió como de relaciones carnales.
OTRAS
VOCES
- Raúl
Alconada Sempé, ex vicecanciller UCR: La postura de
Fidel Castro no resulta sorpresiva: es la que ha sostenido de
manera pública su administración y su partido. En
cambio sí llaman la atención la dureza de su lenguaje
y la oportunidad que eligió para estas declaraciones, porque
el debate sobre cómo va a votar la Argentina estaba todavía
abierto. Tengo enormes dudas de que estas palabras hayan sido
oportunas y convenientes para quienes creemos que se debe cambiar
el voto. Y me resulta sorprendente esta actitud en un político
inteligente como Fidel Castro. ¿Pensará él
que ayuda en algo con esto? u Carlos Escudé, experto en
Relaciones Internacionales: Lo que dijo Fidel fue un claro intento
de entrometerse en decisiones soberanas argentinas, intentando
jugar dentro de una interna de la Alianza. Allí hay quienes
consideran que hay que condenar las violaciones de los derechos
humanos en todos aquellos lugares donde se produzcan, pero existen
también otros que creen que hay que condenarlas sólo
cuando son generadas por regímenes de derecha, con lo que
los regímenes como el de Castro quedan impunes. Que el
gobierno argentino reaccione con energía frente a la violación
de las potestades soberanas de la Nación es lo que corresponde.
Sería, además, el primer gesto de Rodríguez
Giavarini que lo muestra como un canciller dispuesto a definir
con claridad de qué lado está el país.
- Carlos Raimundi, diputado nacional, Frepaso: Se trata
de un jefe de Estado que se excedió en la calificación
de un país, porque Fidel Castro se refirió a la
Argentina y no a un gobierno o funcionario en particular. El habló
de un episodio político como es el voto procondena a Cuba
de la Argentina, con el que quiero aclarar que disiento, porque
creo que la Argentina en la ONU debe abstenerse, no condenar a
Cuba. Nosotros tenemos que ser ahora muy cuidadosos como
debió haberlo sido Fidel, porque en estos momentos
en los Estados Unidos se está definiendo una línea
política y un modelo de sociedad, con un presidente muy
conservador y que les debe mucho a los cubanos del estado de Florida,
que son de derecha y anticastristas. No quisiera que ninguna posición
tomada por un arrebato, como reacción a un dicho desafortunado
de Fidel, pueda resultar funcional a los intereses de la derecha
anticastrista enquistada en los Estados Unidos.
- Vilma Ripoll, legisladora porteña, Izquierda Unida:
Independientemente de que mantenemos diferencias políticas
con Fidel Castro, en este punto coincidimos con su postura. El
voto de condena a Cuba del gobierno argentino es una muestra más
de la política de entrega y de sumisión al imperialismo
yanqui y a los organismos internacionales. Creo que esto acuerda
con el blindaje, con las condiciones que aceptaron para ese blindaje
y con toda la política de cumplir al mejor estilo menemista.
La tradición del voto argentino es la abstención.
|
OPINION
El
costo de la polarización
Por
Martín Granovsky
|
Si Fernando
de la Rúa tomó alguna decisión sobre el voto
argentino acerca de Cuba en abril, no se la dijo a nadie. Ningún
funcionario la sabe. En cuanto a Adalberto Rodríguez Giavarini,
sus declaraciones en esta misma página indican que no tiene
decisión tomada. ¿Es solo una postura pública
insincera? Página/12 preguntó por la posición
del canciller ante Cuba antes de la declaración de Fidel
Castro, y volvió a hacerlo ayer. Varios funcionarios de primer
nivel dijeron que Rodríguez Giavarini les había dicho
a ellos lo mismo que declaró a este diario.
Hasta el episodio de Fidel y el llamado al embajador argentino el
escenario se estaba armando a la espera de la decisión de
abril.
Autoridades importantes del Ejecutivo, entre ellos tres ministros,
se mostraron preocupados ante la chance de una repetición
del voto contra Cuba del año pasado. Entonces, la medida
recogió la crítica de Nicolás Gallo, Ricardo
Gil Lavedra, Rodolfo Terragno, Federico Storani y Graciela Fernández
Meijide. Los tres primeros ya no están, pero los dos últimos
tienen compañía nueva.
Si tenían que apostar, funcionarios y dirigentes ponían
más dinero a que De la Rúa repetiría este año
el voto del 2000. Argumentaban dos cosas. Una, que al Presidente
no le gustan los grandes giros. Otra, que luego del blindaje no
tendría ningún deseo de ganarse siquiera una mirada
reprobatoria de los Estados Unidos, cuyo Departamento del Tesoro
fue clave en el salvataje financiero.
Los partidarios de pasar del voto contra Cuba a una abstención
ya habían comenzado a moverse. Su estrategia era tender puentes
de consenso interno y externo.
En el plano interno apuntaban al liderazgo de Raúl Alfonsín,
que en el 2000 dijo abiertamente que De la Rúa ni lo había
consultado al momento del voto. También buscarían
a Carlos Chacho Alvarez y Aníbal Ibarra. El año
pasado, cuando todavía era vicepresidente, Alvarez se disciplinó
junto a De la Rúa. Hay que respetar las decisiones
del Presidente, dijo. Hoy, cuando ya no tiene cargo en el
Gobierno, Chacho podría buscar una postura distinta. Ibarra
fue crítico en el 2000 y es previsible que vuelva a serlo
en el 2001.
La movida externa se proponía explorar la posición
de cada gobierno latinoamericano. Sin Chile ni El Salvador en la
Comisión de Derechos Humanos (donde este año fueron
reemplazados por Uruguay y Costa Rica), hay pocos votos previsibles.
Dos países votarán seguro a favor de la resolución
auspiciada por los Estados Unidos: Costa Rica y Guatemala. Dos países
votarán seguro en contra: Cuba y Venezuela. Tres países
se abstendrán, casi sin dudas: Brasil, Ecuador y Colombia.
Uruguay es un misterio: ¿se abstendrá o votará
contra Cuba? Perú es otro misterio. El año pasado
votó contra la posición norteamericana. ¿Lo
repetirá? Parece más probable pensar en una abstención.
¿Y México? Se abstuvo. También podría
apostarse a una repetición: Vicente Fox y su canciller Jorge
Castañeda quieren marcar diferencias con el PRI, pero el
mismo PRI ya se había corrido hacia la abstención
desde una posición antinorteamericana a la que, con seguridad,
el actual gobierno no elegirá volver.
Con este panorama, Cuba quedaba obligada a reclutar desesperadamente
votos favorables en Africa, porque en América latina el panorama
pintaba complicado para Fidel.
Desde este fin de semana el futuro del voto es aún más
complejo: el nuevo cuadro de polarización dificultará
la tarea de los que quieren colocar a la Argentina entre los abstencionistas,
junto a Brasil.
|
|