Por
Eduardo Tagliaferro
Los
participantes del Foro de Porto Alegre la recuerdan como una de las conferencias
más entusiastas. En los pasillos del predio universitario, las
cartulinas anunciaban: Hoy testimonia Lula. Más de
dos mil asistentes lograron ingresar a la sala de conferencias en las
que el líder mexicano, Cuauhtémoc Cárdenas y Luiz
Inácio Da Silva, Lula, dieron cuenta de su lucha contra
el neoliberalismo. Presentados por el gobernador de Rio Grande do Sul,
Olivio Dutra, ambos líderes latinoamericanos hicieron una radiografía
de la América postergada. De hablar pausado, la voz grave de Cárdenas
denunció que el nuevo gobierno de Vicente Fox va a profundizar
las consecuencias del neoliberalismo. Exultante, Lula recordó
su infancia y sus comienzos como dirigente sindical. Les debo mi
vida a los trabajadores brasileros, porque gracias a ellos fui adquiriendo
una conciencia política más madura. No llegué a un
ideal revolucionario porque leí unas cartillas que me revelaran
la verdad socialista, dijo frente a un público que lo despidió
con cantos desenfrenados de Brasil pra frente, Lula presidente.
El primero en hablar fue Cárdenas, quien relató que el neoliberalismo
en México había generado que 70 millones de personas se
encuentren en condiciones de pobreza, según los parámetros
de la ONU. Que 25 millones de ellos estén en la pobreza extrema,
que la desocupación y la subocupación alcancen al 50% de
la fuerza de trabajo y que desde 1982 a hoy el salario de los mexicanos
haya perdido su poder adquisitivo en un 85% en términos reales.
El flamante secretario de Trabajo reconoció que para elevar
los salarios a un nivel digno había que aumentarlos un 700 por
ciento, concluyó Cárdenas.
Luego del eufórico recibimiento, Lula reivindicó su orgullo
por Latinoamérica y el significado de vivir en un continente pobre.
Yo nací en el estado de Pernambuco, un estado que durante
tres siglos fue el más importante de nuestra historia colonial,
dijo al repasar su historia personal. Dios fue muy generoso
con él, afirmó, porque si hoy es pequeña la
perspectiva de un niño que nace en Pernambuco, imagínense
cómo era en 1945. Y agregó, como hablando consigo
mismo: logré sobrevivir.
Pasé gran parte de mi vida soñando con ser alguien.
Ser alguien en Brasil es tener derecho a desayunar, almorzar y estudiar.
No soy economista, ni podría serlo. Lo único que conseguí
estudiar y diplomarme fue de tornero mecánico. Para mí esto
era un motivo de orgullo, precisó y luego comparó
aquellos tiempos con las actuales condiciones de empleo en el mundo actual.
Globalización mediante, Lula reconoció que con su oficio
de tornero obtuvo mejores empleos que a los que acceden hoy muchos graduados
universitarios. En nuestras escuelas, todos aprendimos cómo
se conquistaron nuestras independencias nacionales recordó,
pero desde el punto de vista económico seguimos siendo tratados
como colonias de una metrópoli a la que no le puso nombre
pero caracterizó como un país que tiene la hegemonía
militar, tecnológica, económica y cultural.
El público estaba pendiente de cada frase del líder del
PT, pero cuando estallaba lo hacía con tal fuerza que obligaba
al disertante a esperar que el ánimo descendiera un escalón.
Así informó a los presentes que había hablado con
la prensa internacional, que es proclive al Foro Social Mundial porque
ya no se puede negar esta realidad. Si bien reconoció
que el discurso del siglo pasado y de hace 50 años ya no sirve
más, Lula reivindicó la perseverancia. Cuando me dicen
`usted siempre habla de las mismas cosas, de reforma agraria, de la deuda
externa`, yo suelo responder que si me hubiera olvidado de estos temas
seguramente hoy sería presidente de la República,
dijo ante el delirio de sus seguidores. Es más difícil
insistir, lo más difícil es resistir cuando lo más
fácil es entregarse.
Entonces explicó su interpretación de la política.
En Brasil la gente entiende que hacer política es estar afiliado
a un partido político. En1978 yo era uno de los sindicalistas más
populares, los ministros querían hablar conmigo, los diarios me
dedicaban todos los días las primeras planas. Hasta que comprendí
que no se podía agradar a todos y que la gente debía saber
de qué lado me paraba yo frente a las injusticias, sostuvo.
Lula reconoció que hasta ese momento no hablaba de política
y sólo leía las páginas de deportes del diario. Eran
tiempos en los que cuando se enteraba de que en Argentina había
torturados y presos pensaba que éstos eran terroristas y los
terroristas son peligrosos. No le preocupaban los temas económicos,
ni los sociales, no sabía del encuentro anual en Davos. Eran los
días en los que les escapaba a los políticos, porque normalmente
la gente que hace política es capaz de hablar durante tres
horas y es incapaz de escuchar ni un minuto.
Al mirar atrás, Lula reconoce que el gran movimiento que es hoy
el PT creció por estar al lado de la gente, al lado de los pobres.
Con mis compañeros sindicalistas yo tomaba cachaça,
jugaba a la pelota, bailaba hasta altas horas en los sindicatos e iba
al Carnaval, confió. Eran los días en los que de Argentina
sólo había oído hablar de Maradona.
No es posible que sigamos durmiendo tranquilos mientras cerca nuestro
hay niños que ni siquiera pueden tomar un desayuno, dijo
y agregó que hacía poco había llegado de Cuba. Inevitable
es visitar la isla caribeña y no hacer comparaciones: Cuba
es muy pobre en comparación a Brasil, que por su dimensión
es la octava economía mundial. Pero Cuba tiene un valor en exceso
comparado con nosotros: la dignidad de su pueblo. Fue despedido
al entusiasta cántico de Brasil pra frente, Lula presidente.
OPINION
Paradojas y paradigmas
Por
Lucía Alberti *
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Davos versus
Porto Alegre o Porto Alegre y Davos, según prefiera nuestra
imaginación o nuestra ideología, puso de manifiesto
que se viene una neoglobalización con un dardo clavado en
el corazón de la pobreza.
Podemos decir sin equivocación que en una convocatoria se
encontraron representantes de quienes entienden y padecen la pobreza
y en la otra, se concentraron un poco mezclados, representantes
de quienes la padecen y quienes la producen. También podemos
agregar que Porto Alegre fue una fiesta a pesar del peso que significa
asumir tamaño compromiso de representación y Davos
fue una ciudad acogedora pero sitiada, para quienes fueron a preservar
sus logros o sus reclamos o sus negocios. Lo que queda más
claro de esta inédita y civilizada polarización es
que la verdadera, la única, la excluida y la excluyente estrella
del inicio de toda esta movida es la pobreza. Situación paradójica,
paradigmática y metafórica, si las hay. Ser estrella
sin tener ni reunir ninguna de las condiciones que habitualmente
se necesitan para serlo. Ser estrella sin brillos, ni libreto, ni
plumas, ni marketing, ni escenarios dorados. Es un buen momento
para bajarse de la metáfora y entrar crudamente en los problemas,
las complicaciones y las secuelas de la pobreza. Es recorrer una
sociedad dual de ricos y pobres, de integrados y desintegrados,
de incluidos y excluidos. Es hablar de corrupción, esa de
la que no se habla porque está atada al enriquecimiento ilimitado
de quienes tienen tal poder de acumulación que ya podríamos
encuadrarlo en lo patológico. Es haber profundizado a tal
punto las diferencias que resulta obsceno. Y todas esas cosas no
se dijeron sólo en Porto Alegre, también se dijeron
en Davos. Otras palabras, otros enfoques, pero la aparición
de un mismo espíritu respecto de una realidad que aflora
de modo incontinente, aunque algunos todavía se resisten
a verla para no modificarla. No lo dijeron sólo los representantes
de los Sin Tierra o los desocupados o los indígenas, entre
los sones de capoeira o las batucadas de las maravillosas escolas,
en el cálido clima de Brasil. Lo dijo Thabo Mbeki: Hay
que comer para poder pensar, Oliveiro Toscani: Acá
nadie piensa en los demás, sólo en sus negocios,
Fiorina Carleton: Los intereses de las empresas se sacrificarán
si no disminuyen las desigualdades sociales, y Bill Gates
que exhortó a sus pares, los empresarios, a preocuparse por
los estragos del sida y la malaria en los países pobres.
Todo y más, se dijo también a miles de kilómetros
de distancia del sur de América, en el frío y la prolijidad
en Davos. Según el informe 2000 de la FAO, dirigentes de
sus 186 países asociados se dieron como meta en la Cumbre
Mundial del 96 en Roma, reducir el hambre mundial a la mitad
para el 2015. Teniendo en cuenta que en los países industrializados
las personas hambrientas tienen un déficit término
medio de 130 kilocalorías al día y en los países
más pobres el déficit se multiplica por tres, para
llegar al objetivo de la Cumbre se deberá reducir el hambre
de 20 millones de personas por año. Sin embargo, la realidad
dice que sólo logran reducir el hambre a razón de
8 millones al año. En un mundo de riquezas más de
800 millones de personas están condenados miserablemente
a la exclusión total. Esos datos hablan claramente de inseguridad
alimentaria, otro producto de la pobreza, al cual le podemos incorporar
sida, meningitis, cólera, sarampión, tuberculosis,
parasitosis. Es evidente que para superar el objetivo de la Cumbre
de la FAO, hay que pensar muy rápidamente en una modificación
distributiva de los alimentos. Para desactivar aceleradamente la
pobreza, que alberga en su seno tantas calamidades, hay que provocar
una equitativa distribución de los recursos y para eso se
debe escribir la historia con otra tinta, quizá la que comenzó
a fabricarse en este movido enero entre Porto Alegre y Davos.
* Foros
ciudadanos para la Transformación.
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opinion
Más
que un anti Davos
Por Eduardo Tagliaferro
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La respuesta sobre si otro mundo es posible tiene tantas posibilidades
como veredas desde las que se la responda. A pesar de la variada gama
de universos que en el reciente Foro Social Mundial intentaron definir
de qué mundo estaban hablando, un observador no muy perspicaz
podía interpretar fácilmente la identidad del encuentro
contra el neoliberalismo. El Foro de Porto Alegre no fue un encuentro
nostálgico con aires setentistas. Tampoco fue un lugar de expresiones
marginales en sus identidades políticas. No fue un espacio
meramente contestatario. Tampoco una tribuna en la que las banderas
ideológicas no tuvieran un compromiso con la realidad. Menos
que menos fue un encuentro de partidos políticos. Por si no
alcanzaran los opuestos para darle cuerpo al encuentro de Porto Alegre,
se puede afirmar, sin equívocos, que se trató de una
reunión de luchadores. Un cónclave que dio cabida a
realidades tan brutales como la de los negros en Africa, identidades
marginadas en la India, campesinos sin tierra e indígenas históricamente
olvidados. Pero si hay un rasgo distintivo del Foro Social, es el
mosaico que unió a discriminados, explotados, pobres con intelectuales
y pensadores que desde hace décadas trabajan por un futuro
que no llega. Hasta ahora se conocían por las referencias periodísticas
o por los libros, en Porto Alegre por primera vez se miraron a los
ojos, se miraron las manos. Fue un pequeño paso, un gran paso.
Fue mucho más que un Foro anti Davos. |
opinion
Fisuras
y precursores
Por Eduardo Pavlovsky
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Hace pocos
días Colin Powell, secretario de Estado de Estados Unidos
y general triunfante de Irak, dijo no estar tan preocupado por los
enemigos externos de la política norteamericana sino por
la suerte y las expectativas de la juventud de su país, porque
advierte que hay cada vez más jóvenes dispuestos
a desengancharse del modelo de vida estadounidense y que el escepticismo
es cada vez mayor. Desde la perspectiva filosófica,
creo que Powell advierte que las nuevas generaciones padecen de
una crisis de sentido: los modelos yuppies triunfantes
de 35 años, vacíos y con el síndrome de esquizoafectividad
por pérdida de sus afectos básicos en función
de sus rápidas carreras ascendentes, no son un buen modelo
para la juventud que ha comenzado a hacerle preguntas y cuestionamientos
a este modelo económico que produce riqueza para unos pocos
y un cuadro de miseria cada vez más alarmante en el mundo.
Los jóvenes están informados y Powell está
alarmado por esta nueva juventud que empieza a cuestionar y tal
vez elegir qué nuevos sentidos quiere darle a su vida. Al
mismo tiempo Tony Blair quiere inaugurar la cuarta vía la
teoría de las emociones en el centro de la política
y dice querer buscar el compromiso emocional de la juventud. Blair
es creador de la tercera vía, que no es (citando a James
Petras) sino un dramático viraje desde el socialismo reformista
y el capitalismo de bienestar hacia un desenfrenado neoliberalismo.
Hoy parece inclinarse a rescatar la vía de las emociones
de la juventud como centro de su política. En ambos
casos, Powell y Blair parecen seriamente preocupados por la juventud.
Es para reflexionar entonces la posibilidad de la creación
de fisuras dentro del mismo modelo. Simultáneamente en Davos,
en el Foro Económico Mundial los amos económicos
del universo, han empezado a discutir entre ellos
las consecuencias sociales de la globalización y la dinámica
impredecible que puede poner en peligro sus futuros negocios. El
Foro comenzó con la exhibición de una película
donde se mostraron imágenes de las zonas más pobres
del universo. George Soros explicó que la pobreza extrema
de la exclusión social, del hambre, de la educación
y la salud terminaron por convertirse en uno de los debates más
profundos en Davos. Agregando que las reglas de juego internacionales
son injustas e impuestas por el centro privilegiado a costa de la
situación de la periferia (Clarín 30/1). Al
mismo tiempo, el Foro Social Mundial, en Porto Alegre, funcionó
como cuestionamiento al modelo neoliberal. Cerca de 12.000 personas
representantes de 500 organizaciones de más de 100 países
trabajaron durante cinco días. Había mayoría
brasileña, 700 argentinos y delegados de todo el mundo. Es
imposible no relacionar estos hechos como muestras de posibles grietas
dentro del modelo hegemónico. La prioridad fundamental es
oponerse al neoliberalismo fue la conclusión en Porto Alegre.
Ofrecer resistencia desde todos los lugares posibles, no buscar
tomar el poder sino sólo oponerse al modelo, tomando el ejemplo
de Chiapas. El MST brasileño, el Chiapas mexicano y el incipiente
Mocasa santiagueño son ejemplos paradigmáticos de
los movimientos micropolíticos de resistencia en Latinoamérica.
Hay que recordarlos como precursores de todos estos encuentros y
los que vendrán.
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