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UN FESTIVAL ALTERNATIVO CON CALOR POPULAR
El pop & rock también existe

La noche porteña de �Argentina en vivo� convocó a unas 10.000 personas en el Club Hípico. Brillaron Leo García, El Otro Yo y Melero, pero el eclecticismo de todos dio el verdadero sabor.

Por Esteban Pintos

Con una tremenda descarga de velocidad eléctrica a cargo de El Otro Yo, tal vez el grupo más convocante de una escena que nunca termina de cuajar con ningún rótulo –aunque la noche haya sido denominada “Festival Alternativo”–, concluyó el segmento porteño del ciclo de recitales gratuitos “Argentina en vivo”, en una noche de domingo como soñada. Unas 10.000 personas, gran número para el tenor del cartel y su poder de convocatoria, llenaron y hasta saturaron la capacidad del recinto cubierto del Club Hípico Argentino, a metros del estadio Monumental de River. Con una dinámica propia de verdadero festival –una saludable costumbre organizativa que ha comenzado a emplearse, reflejo de una manera de concebir espectáculos conjuntos en el primer mundo del rock–, dos escenarios enfrentados y una sucesión de bandas y solistas, la jornada tuvo picos de calidad en las performances de Pol, Leo García, el eterno retorno de Los 7 Delfines, la presencia siempre movilizadora de Daniel Melero (icono de la escena). Y en el cierre a toda máquina, actitud, distorsión y vitalidad que transmite el cuarteto que lideran los hermanos Aldana. El Otro Yo, después de años de pelea under, ya es un nombre grande para esta realidad del rock argentino 2001.
Antes, y desde que el sol todavía iluminaba, había pasado un heterogéneo conjunto de artistas más o menos módicamente populares, que existen y se desarrollan a la sombra del fenómeno masivo del rock futbolero dominante. La trilogía inicial es un buen ejemplo al respecto: Pol, Francisco Bochatón y Leo García giran en torno a la palabra pop, y desde esa mínima pero contundente referencia debe entenderse qué es lo que hacen. El número de apertura, un ex integrante de efímera esperanza pop –otra vez la palabrita– llamada Superchango se mostró seguramente frente a la mayor audiencia que jamás haya tenido y superó con altura la circunstancia. El tal Pol editó su primer disco solista bajo la flamante etiqueta discográfica de Fito Páez, y tiene canciones con qué sostenerse. He aquí un nombre emergente para tener en cuenta.
Después Bochatón, que alguna vez también fue emergente (cuando lideraba una interesante banda llamada Peligrosos Gorriones) y hoy navega en las quietas aguas de cierto estilo marca de fábrica de un “cantautor” –la palabra inglesa songwriter, por provenir de la cuna de la cultura rock, explicaría mejor su condición–, también cumplió con lo suyo. Y tuvo un digno final de actuación, con una notable canción de su pasado gorrión “Siempre acampa”, resultó. Enseguida, tal la dinámica del festival, Leo García tomó su lugar en compañía de una guitarra acústica y un programador de bases a las que genéricamente se puede denominar “bailables”. Esa tensión armónica entre una canción de fogón y un mantra electrónico gobierna su música y es lo que promete ser una de las grandes sorpresasconfirmaciones del año. El disco que García acaba de concluir, producido por Gustavo Cerati, debería confirmar todas estas expectativas. Entre Suárez y Turf, en cambio, resaltaron los contrastes entre el noise-pop de los primeros y el rock stone de pista bailable de los segundos. A su manera, cautivaron a una ya crecida concurrencia que se continuaba en una larga cola por la avenida Figueroa Alcorta. Así, los shows de María Gabriela Epumer y Los 7 Delfines tuvieron cálida recepción y entusiasmo, aun desde la distancia de sus estilos de canción e interpretación.

 

 

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