Por
Raúl Kollmann
y Cristian Alarcón
Un tiro en la nuca de Mariano Losanovscky Perel. Otro tiro en la nuca
de su pareja, Rosa Berta Golodnitzky. A un costado, el arma del doble
crimen: una pistola calibre 7.65, poco usada en la Argentina porque las
municiones hay que traerlas de Paraguay. Sobre la mesa, un papel salido
de una impresora, con una especie de carta, escrita en inglés y
dirigida supuestamente a sus hijos: Soy un gringo colaborador del
Citibank, muerto por no pagar la coima del City Group. También
sobre la mesa, su computadora portátil a la que no abandonaba nunca,
de la que desaparecieron fueron borrados 1800 archivos. Para
los policías que actuaron fue una ejecución.
En otras palabras, un crimen mafioso en Cariló, muy cerquita del
lugar en Pinamar donde hace cuatro años mataron, de dos tiros en
la nuca, a José Luis Cabezas. Como es obvio, los investigadores
se preguntan por el móvil del asesinato. Por ahora es un misterio,
aunque se manejan distintas hipótesis: una vieja acusación
por negocios bancarios y giros a una banda de contrabandistas, su relación
con la CIA y como representante en la venta de instrumentos de espionaje
y antisecuestros, pero sobre todo sus últimas actividades vinculadas
a la empresa Antfactory. Esa compañía tiene capitales del
Citicorp y esto remite al mensaje final. Aunque también podría
ser un engaño. En la cabaña donde se encontraron los cuerpos
también apareció un recorte de un diario, subrayado, en
el que se hablaba de lavado de dinero.
Los dos cadáveres estaban tendidos sobre la cama de la cabaña
número 32 del apart hotel Puerto Hamlet, ubicado a tres cuadras
del centro comercial de Cariló. El dinero estaba y también
las tarjetas de crédito. En la habitación no había
ningún tipo de desorden. Afuera, quedó estacionada la camioneta
4x4 Grand Cherokee.
De entrada, las autoridades se jugaron por un homicidio, seguido de suicidio.
O sea un crimen pasional. Pero los informes preliminares de la autopsia,
la ubicación de los balazos y, sobre todo, la traducción
del texto que estaba en el papel apuntaron rápidamente hacia la
carátula que ahora tiene la causa: doble homicidio. Oficialmente,
la Policía Bonaerense le dijo a la hermana de Perel que se trató
de un asesinato.
Una fuente familiar cercana al matrimonio trazó el siguiente cuadro
sobre su personalidad y su vida en los últimos tiempos.
u Estaba muy mal económicamente. Su casa estaba alquilada y todo
el estilo de vida se encontraba al borde del colapso. Si no arreglo
esto, no puedo seguir viviendo, decía. Esto podría
llevar a que el empresario podría haber acudido a un prestamista
o que dejó mal parado a alguien que lo proveyó de fondos.
u Siempre andaba armado. A veces con una y otras veces con dos pistolas.
Quienes lo conocen creen que nadie pudo haberlo matado de esa manera sin
dormirlo previamente. Se hubiera defendido, seguro, contó
la fuente familiar. Las dos pistolas encontradas en la cabaña,
una Walter, número 776210, calibre 7.65, y la Glock, modelo 22,
calibre 40 milímetros, eran según parece del
propio Perel.
u Su vida está envuelta en el misterio. Estuvo dos años
en Estados Unidos su esposa quedó aquí y volvió
a mediados de 2000. Nadie sabe qué hizo exactamente en el país
del Norte. Eso sí, quienes lo conocen muy pero muy de cerca aseguran
que trabajó durante mucho tiempo para la CIA. Según afirman,
era representante de equipos de seguridad y antisecuestros. Pero en este
terreno tampoco nadie sabía bien qué otros elementos vendía.
Durante varios años estuvo asociado al coronel retirado Carlos
Doglioli.
u En los últimos tiempos se vinculó con Antfactory, que
es una incubadora de empresas de Internet, un fondo de inversión
en el que participan, en la casa matriz de Londres, el Citicorp y Telecom,
entre otras empresas. Cuando Página/12 le leyó a esta fuente
familiar el mensaje que Perel tenía en su mano, hubo un silencio
total al otro lado de la línea: la fuente familiar vinculó
entonces el crimen con su vida más reciente y con los movimientos
o negocios surgidos en su relación con Antfactory.
¿Es lógico que haya un mensaje final en inglés?
preguntó Página/12.
Sí, tiene lógica. Siempre escribía en los dos
idiomas, pero preferentemente en inglés.
Anoche, a última hora, los investigadores se orientaban en dos
caminos. Por un lado se estaba buscando la impresora en la que supuestamente
se escribió el mensaje final. La otra pista es un recorte relacionado
con declaraciones de la diputada Elisa Carrió en las que exponía
su propuesta de investigar la cuestión del lavado de dinero (ver
aparte). El recorte aparecía subrayado, cosa que de acuerdo
con la fuente familiar seguramente hizo Mariano Perel, ya que su
esposa era bastante ajena al mundo empresario y de las finanzas. Rosa
era psicoanalista y con Mariano conformaban un matrimonio considerado
normal por sus amigos.
En las primeras horas de la tarde, la pesquisa apuntó hacia un
viejo conflicto judicial que afrontó Perel en 1996. Por entonces
fue allanado el Banco Mercurio, del que era uno de los directores, en
el marco de una causa vinculada con una banda de contrabandistas. Supuestamente,
Perel giraba dinero a esa organización en el exterior. El procesamiento
del financista provocó su alejamiento de Mercurio, pero sus amigos
juran y perjuran que finalmente Perel fue sobreseído y que incluso
el juez Julio Cruciani y los fiscales le pidieron disculpas. El financista
había sido contratado, en verdad, para convertir a Mercurio de
una casa de cambios en un banco (ver página 5).
El siguiente emprendimiento no fue menos conflictivo. Fundó una
empresa, Lanco Pacific, en la que terminó asociado con un grupo
de residentes en la Argentina de origen chino. Al poco tiempo, la documentación
registra una asamblea de accionistas en la que los hombres de origen chino
lo desplazan del directorio, que pasa a ser ocupado por los orientales.
Fuentes financieras que conocieron la operación dicen que esa empresa
se iba a hacer cargo de un frigorífico, pero que los ciudadanos
chinos desaparecieron.
El otro negocio controvertido estuvo relacionado con cuestiones de seguridad.
Amigos de Perel aseguran que el empresario estuvo vinculado con la CIA
y que vendió equipos de espionaje de los norteamericanos. Un cliente
fue el ex ministro del Interior Carlos Corach. En una sociedad relacionada
con estos instrumentos participó también un militar, el
coronel retirado Carlos Doglioli.
Por último, en los meses recientes, se produjo su acercamiento
a Antfactory, la incubadora de Internet o sea que desarrolla proyectos
para la red y fondo de inversión con sede en Londres. El
Citicorp es efectivamente un accionista y es también la empresa
mencionada en el mensaje final. Igualmente, el Citicorp apareció
en forma reiterada en distintas denuncias sobre lavado de dinero, cosa
a la que aludía el recorte encontrado en la cabaña.
En fuentes familiares no se descarta, finalmente, la idea de que Perel
haya pedido algún préstamo y no pudo devolverlo. O sea que
el drama pudo desarrollarse también en el terreno de un ajuste
de cuenta de un prestamista. Su situación económica era
desesperada y se dice que estaba al borde de la quiebra total. Hubo
épocas en que ganaba 40.000 y hasta 50.000 pesos por mes. Ahora
se acercaba al momento en el que no iba a tener dinero para comer,
confió un amigo.
¿Pudo haber suicidio?
De entrada, nosotros pensamos que fue suicidio, porque él
ya había mencionado que no podía seguir viviendo con el
problema económico. Rosa no se hubiera suicidado jamás,
por los hijos.
¿Hay alguna posibilidad de que él la haya matado?
No puedo contestar a esa pregunta. Es imposible. No lo sé.
Pero del cuadro que veo, diría que su mensaje de despedida hubiera
sido mucho más nítido, claro. Además, tenía
un tiro en la nuca, según dice la Policía. La gente no se
suicida así.
¿Durante los últimos meses tenía miedo de que
lo mataran?
No notamos nada extraño. Pero él siempre tenía
preocupación por su seguridad. Por eso andaba armado. Yo diría
que guardaba las armas debajo de la almohada.
En la madrugada del domingo, alguien sacó la pistola calibre 7.65
de debajo de esa almohada y disparó dos veces, una en la nuca de
Perel y otra en la de su esposa.
Una
entrevista subrayada
A
los investigadores de la muerte del empresario Mariano Losanovscky
Perel y su esposa les llamó la atención un recorte periodístico
encontrado en el interior de la cabaña de Cariló donde
aparecieron los cuerpos. En la nota, que tenía subrayados algunos
de sus párrafos, la diputada de la Alianza Elisa Carrió,
entrevistada por el periódico El Mensajero de la Costa, de
General Madariaga, reiteraba algunas de sus denuncias públicas
sobre las investigaciones por lavado de dinero en los bancos. Las
fuentes dijeron que se analiza si el tema podría tener vinculación
con el caso.
El sábado, el periódico publicó un reportaje
a Carrió en torno de un proyecto de la legisladora que prevé
un recálculo para las deudas de las pequeñas y
medianas empresas, con nuevos plazos de refinanciación
y una tasa menor al 15 por ciento. También se hablaba allí
del relanzamiento de un proyecto del correo turístico
bonaerense porque según afirmaba la diputada existe
una deuda fabricada por el actual sistema financiero.
El domingo, en otra entrevista publicada por el mismo medio, Carrió
aseguró que una investigación realizada en el exterior
comprometería al presidente del Banco Central, Pedro
Pou, en el lavado de dinero. Con su característica vehemencia,
Carrió señaló la complicidad del Estado
mafioso con el funcionamiento del sistema bancario argentino. |
Asombro
en Juncal al 3100
En
el segundo piso de Juncal 3158, entre Coronel Díaz y Beruti,
en Barrio Norte, en una de las zonas más caras de la ciudad
y justo frente a la plaza Las Heras, vivía desde hace más
de quince años el matrimonio Perel junto a sus dos hijos:
Mariano, de 23 años dedicado al área de dirección
cinematográfica, y Valeria, de 21, estudiante de medicina.
El edificio tiene nueve pisos y cada uno de ellos es un departamento.
Sus grandes balcones y su importante entrada, flanqueada por un
agente de seguridad y una cámara, habla a las claras de que
allí vive gente de buen pasar. La construcción no
es nueva, pero evidentemente de trata de un edificio de categoría.
Marcelo es el encargado hace apenas un mes y no sale de su asombro.
A pesar de la andanada de preguntas no pierde la amabilidad e intenta
responder a todo lo que se le pregunta, aunque lo que dice no es
mucho: Era una familia normal. El hombre se iba a la mañana
con su camioneta verde y volvía por la tarde. Como en el
edificio se sale con el auto directamente de la cochera no tuve
mucho trato, apenas un hola y chau. Con la mujer sí aclara,
era muy amable y correcta. Siempre estaba bien vestida, se notaba
que tenía nivel, observa.
La mujer asesinada era psicóloga. El encargado de un edificio
vecino confirmó sobre la simpatía de la señora:
Siempre que salía a trabajar por la mañana saludaba.
Como hace quince años que trabajo en este edificio, ella
me conocía bien, y a veces me preguntaba si conocía
alguna señora para recomendarle, cuando necesitaba a alguien
para su casa. El hombre era muy reservado.
Pensar que dejé de trabajar de decorador porque era
una complicación, nunca me iba a imaginar esto, dijo
casi en secreto a Página/12 Marcelo, el encargado, en el
palier del edificio literalmente tomado por cronistas, cámaras
y fotógrafos.
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Quién
era Mariano Perel y por qué ayer el Citi se ocupó tanto de él
Era
directivo de una incubadora de proyectos de inversión destinados
a la informática. En los Estados Unidos le hizo juicio a Kroll,
la agencia de seguridad vinculada a la CIA. El comunicado de condolencias
lo distribuyó la misma consultora que aquí trabaja para el Citi.
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Por
Susana Viau
Hace
cinco meses, la inglesa Antfactory Holdings Limited y CVC Latin America
(Citicorp Venture Capital, una importante unidad del Citigroup Inc.) habían
anunciado el comienzo de un negocio conjunto, una inversión de
100 millones de dólares para que la nueva Antfactory Latin America
se desarrollara como incubadora de proyectos ligados a la
informática. Mariano Perel estuvo en el grupo inicial, pero el
jefe de la oficina en Buenos Aires del nuevo emprendimiento era Julio
Hardy, ex gerente general del Correo Argentino durante la gestión
del cavallista Haroldo Grisanti.
El domingo los directivos conocieron la noticia de la muerte de Perel
y de su mujer, ocurrido en la madrugada de ese día en un apart-hotel
de Cariló donde el matrimonio pasaba el fin de semana. En la computadora
había un mensaje que buscaba ser atribuido al propio Mariano Perel.
Hablaba de coimas y nombraba al Citibank y al Citigroup (ver aparte).
E incluía un detalle sugestivo: según reveló a este
diario una pieza clave de la investigación, una leyenda mencionaría
a Antfactory pero la empresa aparecería con el nombre mal escrito.
Si esto es así, la conclusión es que Perel jamás
pudo haberlo redactado. Nunca hubiera cometido un error en la grafía
de Antfactory. En ese caso, quien lo hizo sabía bien de qué
estaba hablando porque, en efecto, el socio de Antfactory es el Citigroup
y no el Citibank, una distinción para entendidos.
Hardy estaba de vacaciones. Según las fuentes, fue en Miramar que
recibió el llamado de la policía comunicándole lo
ocurrido. Su número de teléfono había quedado grabado
en el celular de Perel, con quien se había comunicado unas horas
antes del suceso. El staff directivo de Antfactory era pequeño
aunque cuidadosamente seleccionado. Es probable que Perel representara
allí el 35 por ciento, una parte sustancial, del paquete accionario
del CEI, Citicorp Equity Investments. Perel fue un adelantado escribiendo
sobre informática, cuando el negocio era casi una fantasmagoría
en Argentina. Pero eso no es muy significativo en la historia consumada
el domingo. Tienen más relevancia los años que Perel pasó
en Estados Unidos, donde trabajó para el Citibank de Nueva York.
Según pudo saber Página/12, Perel solía comentar
el juicio que, por esas épocas, inició contra Kroll, la
agencia de seguridad montada por el ex hombre de la CIA Frank Holder,
que hasta hace poco se encargó de la seguridad de Juan Navarro
y el EXXEL Group. Luego de años de litigio, Perel ganó el
juicio. Pero él, se sostiene, estaba también ligado a empresas
de seguridad.
La nueva compañía había anunciado que su primera
inversión eran seis millones de dólares destinados a crear
un portal latinoamericano de comercio electrónico interempresario
(B2B business to business) con la intención
de comercializar productos de salud. Si bien era muy escaso el tiempo
transcurrido desde su creación, el nuevo inversor (Antfactory Latin
America) no había logrado aún captar negocios de interés.
Su lanzamiento incluyó oficinas en Brasil, Argentina y México.
Precisamente, se supo que los días previos a su muerte, el ejecutivo
no estaba de buen humor. Sus mandantes habían protestado con dureza
por la forma en que había conducido, en México, un negocio
que todos consideraban casi cerrado. Su estilo no agradó a los
potenciales clientes y la posibilidad se frustró. Perel y su mujer,
de todos modos, habían pasado 15 días de vacaciones en Acapulco
y acababan de regresar esa misma semana. El viaje a Cariló en la
Cherokee verde se habría realizado casi fuera de agenda.
La noticia del crimen heló la sangre de los empleados de Antfactory.
Recibieron la sugerencia de no acudir ayer a las oficinas de Juan Domingo
Perón 949 y opinar lo menos posible. Al parecer, el propio Carlos
Fedrigotti, presidente del Citibank, habría ordenado que dejaran
en sus manos el aspecto comunicacional de la tragedia. Ayer, la nota oficial
de muerte de Perel y su esposa corrió, sin embargo, a cargo de
los directivos de Antfactory. La firmaron Geoff Crosslley y la encargada
de medios londinense Marina Edge. El texto dice lo imprescindible. Su
título es Antfactory confirma muertes en Argentina.
Luego expresa que el grupo anuncia con profunda pena las muertes,
el sábado 3 de febrero, del señor Marino Perel y su esposa
Rosa Perel en un hotel de Cariló. Explica que Perel sirvió
durante cinco meses como director de servicios comerciales y financieros
en la oficina porteña de Antfactory. Dejan dice
una hija y un hijo . Punto y aparte. Las causas de la muerte sólo
se aluden mediante una elipsis: El hecho está siendo investigado
por las autoridades argentinas. Geoff Crossley, director ejecutivo
de Antfactory Latin America, dijo: Nuestras profundas condolencias
a los familiares y amigos de la familia Perel. Serán grandemente
extrañados por quienes los conocieron.
Lo curioso es que el mensaje distribuido a los diarios lleva las marcas
de la urgencia. Los nombres del ejecutivo y su mujer no figuran enteros
y contienen la indicación de que deben ser completados, así
como el del hotel donde fueron hallados sus cadáveres. Pese a que
quienes asumen la representación ante los medios son los ingleses
de Antfactory, Nueva Comunicación, la empresa encargada de su envío,
es la que se encarga de estas cuestiones para el Citibank.
El asesinato de Perel y su mujer conmovió al Citibank, que simultáneamente
recibía la información de que, tal como publicó este
diario, sus operaciones con el Banco República, propiedad de Raúl
Moneta, y el Federal Bank se habían constituido en uno de los doce
casos que investigan los demócratas del subcomité del Senado
norteamericano que monitorea las operaciones de lavado de dinero. La muerte
violenta de uno de sus hombres, con extraños mensajes que involucran
su nombre, se une así a las sospechas de oscuros manejos financieros.
Son demasiadas bombas para estallar en menos de 24 horas en la misma trinchera.
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