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EX BANQUERO, LIGADO A UNA INVESTIGACION POR LA ADUANA PARALELA
Un operador de la segunda línea

Los pocos antecedentes públicos de Mariano Perel lo signan como ex director del Banco Mercurio, investigado por contrabando.

No era un banquero de la “primera línea” del establishment financiero, aunque estaba ligado a los poderosos. Su primera aparición en los medios –al menos, la que se recuerda– no fue de lo más feliz: ocurrió en octubre de 1996, cuando el juez Julio Cruciani allanó las oficinas del Banco Mercurio en una investigación por el giro de divisas a Estados Unidos presuntamente vinculadas al ingreso de mercadería de contrabando al país. Mariano Perel, para entonces ex director de Mercurio, había sido citado a declarar como involucrado. Pero rehusó el convite y se mantuvo prófugo por unos días, lo cual lo convirtió en noticia. Su nueva aparición en los medios, ahora, tuvo un tinte trágico. Nada indica, hasta el momento, que pueda tener alguna vinculación con los hechos de entonces.
Las maniobras en las que Perel había quedado involucrado –y finalmente sobreseído– estaban vinculadas a las operaciones de la denominada “aduana paralela”, un mecanismo mediante el cual habrían ingresado mercaderías al país de contrabando por varios miles de millones de dólares durante la década del ‘90. El Banco Mercurio habría sido utilizado para realizar los pagos al exterior por estas compras, obviamente sin documentación respaldatoria, y Perel había quedado en el centro de la investigación con respecto a quiénes posibilitaron la operación.
Mercurio había nacido como casa de cambio en 1957, pero fue evolucionando a la par del sistema financiero aprovechando las oportunidades para subir escalones. Durante la última dictadura militar, ingresó en el negocio de las operaciones en el mercado de capitales (compraventa de bonos y acciones) y ya en la década del ‘90 se transformó en banco. Pasó a operar como entidad mayorista, sin sucursales, sacándole el jugo a la fortaleza conseguida durante los años de inestabilidad financiera, que la llegó a ubicar, junto a Piano y Vélox, en el trío de casas de cambio más poderosas del mercado.
En este último período se incorporó Perel a Mercurio, entidad que estaba en manos de Jacques Benadón. Uno de los negocios que atendía la entidad era la remesa de divisas desde y hacia el exterior, y es precisamente en este plano donde sus operaciones quedaron bajo sospecha. El pago al exterior con cheques en dólares o letras a la vista había sido el mecanismo adoptado por los operadores en la denominada “aduana paralela” para esquivar la apertura de cartas de crédito bancarias, lo que les hubiera demandado la presentación de documentación formal de respaldo. Por otra parte, desde la desregulación del mercado cambiario el giro de divisas al exterior no requiere autorización previa ni exige que el librador explique el concepto por el cual efectúa el pago.
De acuerdo a testimonios recogidos durante la investigación, la cancelación de las importaciones ingresadas por la “aduana paralela” se realizaban sin la intervención formal de un banco –vía apertura de carta de crédito y calificación del cliente–, pero sí a través de un agente financiero que “facilitara” la maniobra sin pedir antecedentes. Este habría sido el caso de Mercurio, según la pesquisa que llevaba adelante el juez Cruciani, y Perel debía tener “algún conocimiento” de la maniobra por sus funciones en el banco. Una de las operaciones a la cual el magistrado le siguió la pista involucraba pagos regulares semanales de 50 mil dólares, a través de Mercurio, con destino final en Miami. La empresa pagadora era Boarding Pass, importadora y distribuidora de electrónica, telefonía y computación que, sin embargo, no registraba importaciones declaradas por esos importes.
Cuando el juez citó a Mariano Perel a declarar, éste rehusó presentarse en una primera instancia. Sus abogados pidieron su eximición de prisión, que le fue otorgada, pese a lo cual el imputado no se hizo presente a la nueva citación. Un cúmulo de antecedentes se sumaron para demostrar que efectivamente habían ingresado al país ilegalmente sumas impresionantes de mercadería, con la supuesta complicidad de funcionarios de Aduana que habrían facilitado la entrada de los containers al país y hasta vendían, irregularmente, las estampillas que conferían visos de legalidad para suventa al mercado interno. Pero fueron pocos, y de poca monta, los involucrados que finalmente fueron a prisión.

TRES PRESUNTOS SUICIDIOS Y UN PERIODISTA ASESINADO Muertes bajo el signo de la mafia

Echegoyen
Administrador nacional de Aduanas durante 1990, cargo para el que había sido recomendado por Alfredo Yabrán, el brigadier Rodolfo Echegoyen apareció muerto el 13 de diciembre de ese año, en su estudio de la calle Arroyo, de un disparo en la boca. Había renunciado a su puesto un mes antes, mientras investigaba varios casos de contrabando relacionados con la Aduana de Ezeiza y con Edcadassa, una de las empresas de Yabrán. A pesar de que las pericias balísticas revelaron que no pudo haber disparado el arma (no se hallaron restos de pólvora en su mano), la carátula de “muerte dudosa” no prosperó y la investigación fue cerrada. En setiembre del año pasado, sus hijos le reclamaron al gobierno de la Alianza la reapertura de la causa.

Cabezas
El crimen marcó un antes y un después en la historia política bonaerense y reveló las relaciones de Alfredo Yabrán con el poder político. Cabezas apareció calcinado dentro de su auto, el 25 de enero de 1997, en una cava de Pinamar, a pocos metros del lugar por donde pasaba el entonces gobernador Eduardo Duhalde. Tenía las manos esposadas y dos balazos en la cabeza. Durante los primeros meses de investigación se insistió en la pista falsa de “Los Pepitos”. Luego los indicios vincularon a un sector de la policía de Pinamar con la custodia de Yabrán. En febrero del año pasado, los ex policías Prellezo, Luna y Camaratta fueron condenados a prisión perpetua por el crimen, junto con cuatro integrantes de la banda de Los Hornos y el jefe de la custodia de Yabrán, Gregorio Ríos.

Estrada
El capitán de navío Horacio Estrada estaba involucrado en el contrabando de armas al Ecuador. El 25 de agosto de 1998 fue encontrado muerto, con un disparo en la cabeza, en su departamento de Arenales al 900. Estaba sentado en su escritorio, con un disparo en el costado izquierdo de la nuca. Estrada era diestro y no se encontraron rastros de pólvora en su mano. Sin embargo, los peritos dictaminaron que fue un suicidio. La inteligencia naval, en cambio, habló de un asesinato “con mensaje” para que Diego Palleros, involucrado en la causa, “se quedara calladito y prolijo”. Estrada apareció muerto el mismo día que la Justicia sudafricana rechazó el pedido de extradición de Palleros. Ex detenidos de la ESMA vincularon a Estrada con Licio Gelli, jefe de la Logia P-2.

Cattáneo
Marcelo Cattáneo había sido señalado como el hombre que repartió las coimas del escándalo IBM-Banco Nación. El 4 de octubre de 1998 apareció ahorcado en un terreno detrás de Ciudad Universitaria, después de estar cinco días desaparecido. Ni la ropa deportiva ni las zapatillas que llevaba puestas le pertenecían; su camioneta fue hallada en Olivos. Un perito señaló que algunos elementos de la escena del crimen eran “parte de un mensaje mafioso”. Tanto el fiscal de la causa como los jueces que la investigaron avalaron siempre la hipótesis de un suicidio, a pesar de los puntos oscuros del caso. A fines del año pasado, quedaba por cruzar la información de más de 200 líneas telefónicas que podrían indicar vínculos secretos con el Gobierno.

 

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