Por
Martín Granovsky
Aunque
el nuevo conflicto entre Cuba y la Argentina no fue el centro de la conversación
de Adalberto Rodríguez Giavarini y Colin Powell ayer en Washington,
la cuestión terminó tiñendo la presentación
pública que el propio Departamento de Estado hizo sobre la primera
reunión de los dos cancilleres. Los dos ministros notaron
que Cuba es la única excepción a la democracia en el hemisferio,
dijo Richard Boucher, vocero de Powell.
Según Boucher, como ambos gobiernos fueron denunciados recientemente
por Fidel Castro, compartieron cierto honor por ello y hablaron de la
situación de los checos detenidos en Cuba por el mero hecho de
reunirse con algunos disidentes.
Funcionarios del gobierno argentino dijeron a Página/12 que, sin
embargo, Rodríguez Giavarini no adelantó a Powell cuál
será el voto en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, cuando se trate el tema de Cuba en abril próximo (ver más
información en las páginas 8 y 9).
Los consultados insistieron en que la reunión fue cordial, y que
Powell dijo a su colega argentino, quien pasó por West Point al
principio de una carrera militar que luego abandonaría:
Yo sé que ambos fuimos paracaidistas. Usted no es más
militar, pero eso es algo que siempre se sigue llevando.
Al terminar el encuentro, Powell acompañó a Rodríguez
Giavarini hasta la puerta que da sobre el 2201 de la calle C. Esta vez
no hubo autobombas, como el año pasado, cuando una alarma de incendio
fue la música de fondo de una reunión con Madelaine Albright,
la secretaria de Estado de Bill Clinton.
En esa conversación, el ALCA ocupó parte de la agenda común.
Ayer también y, como entonces, Rodríguez Giavarini asoció
la formación del Area de Libre Comercio de las Américas
en el 2005 con el acceso de los productos argentinos al mercado norteamericano.
Agradezco la ayuda que se le dio al pueblo argentino en términos
del blindaje financiero, pero creo que la mejor forma de evitarlo es abriendo
los mercados y teniendo la posibilidad de exportación, porque el
comercio lleva al crecimiento y a la creación de puestos de trabajo
dijo el canciller argentino.
Según los voceros, la crisis Colombia no fue tratada. En cuanto
al blindaje, el tema concentró un despliegue mayor en la entrevista
de Rodríguez Giavarini y José Luis Machinea con el secretario
del Tesoro (ver aparte).
Powell dijo, naturalmente, que le encantaría visitar la Argentina
y Rodríguez Giavarini respondió, naturalmente, que la agenda
quedaba dispuesta. Sobre que ocurriera lo mismo entre George W. Bush y
Fernando de la Rúa, hubo refirmación de las coincidencias
pero ninguna precisión sobre fechas. La especulación, de
todos modos, es que se trata de una cuestión de pocos meses.
Rodríguez Giavarini encabezó una verdadera ofensiva diplomática
que concluirá hoy con un encuentro en el Consejo de Seguridad Nacional,
el poderoso organismo de asesoramiento del Presidente en política
exterior, a cargo ahora de Condoleeza Rice y, en la parte latinoamericana,
de John Maisto. En todos los casos el objetivo es demostrar que del lado
argentino hay vocación de continuidad en las relaciones llamadas
intensas por la Alianza, para diferenciarse del carnales
del menemismo, a pesar de que el corazón de la Casa Rosada
latía más fuerte por los demócratas que por los republicanos.
La meta, según los funcionarios, es dotar de normalidad a los vínculos
con Washington sin dejar ningún vacío que pueda ser aprovechado
por la buena llegada de Carlos Menem a la familia del nuevo presidente.
En ese escenario es que Rodríguez Giavarini desgranó ayer
su discurso optimista: Argentina ha entrado en un círculo
virtuoso. Una mayor demanda y el incremento en los ingresos fiscales reducirán
las tasas de riesgo e inducirán nuevos flujos de capital. Esto
puede acelerar elcrecimiento del producto bruto hasta al 4,5 por ciento
en el segundo semestre.
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