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OPINION

El derecho de participar

Por Claudio Lozano*

Luis Bruschtein destacó en su columna del sábado la importancia que tuvo el proceso de participación que, inundaciones mediante y por razones de fuerza mayor, protagonizaran el Gobierno de la Ciudad y los vecinos de Belgrano. Recuperando este señalamiento, parece sensato destacar que el fenómeno de la participación de la comunidad, en lo que refiere a la Ciudad de Buenos Aires, no tendría por qué circunscribirse a la agenda que impone un desastre como la inundación reciente. La Constitución de la Ciudad define como forma de gobierno el sistema de la democracia participativa. Esto da lugar a que el articulado de su estatuto fundador incluya un sinnúmero de instituciones que, si funcionaran, potenciarían decididamente la participación popular. No todos lo sabemos, pero en su artículo 52 la Constitución ciudadana incorpora el Presupuesto Participativo como criterio de gestión de las cuentas públicas, recuperando de este modo la experiencia que desde hace doce años se impulsa en Porto Alegre y que se ha transformado en un modelo ejemplar de democratización de la gestión pública capaz de replantear el papel del Estado y de orientar el rumbo de la economía. No es sólo la Constitución la que habla de esto, también en ocasión del debate sobre la Ley de Administración Financiera de la Ciudad, la Legislatura metropolitana se comprometió a sancionar la norma que regulara el proceso de participación en el presupuesto antes de que finalizara 1998. Hoy hay cinco proyectos en la Legislatura que, con distintas ópticas, proponen desarrollar este instrumento. Sin embargo, el Presupuesto sigue siendo tarea unilateral del Ejecutivo, con una limitada apertura en el debate legislativo, y sin la necesaria participación directa de la comunidad que, como sabemos, sigue siendo la que paga el pato ante la dilapidación de los recursos públicos y la ausencia de inversiones imprescindibles. El anterior jefe de Gobierno de la Ciudad (el actual presidente Fernando de la Rúa) solía justificarse diciendo que habría participación en el presupuesto cuando se crearan las comunas. Nunca quedó claro por qué el presupuesto podía ejecutarse sin descentralización y no podía discutirse sin dicho proceso. Máxime, cuando en Porto Alegre la experiencia de Presupuesto Participativo resultó ser un insumo clave –y previo– en la tarea de zonificar la ciudad. La experiencia porteña indica que hasta el momento la ciudad carece de presupuesto participativo y también de comunas. Si hubiera voluntad política, el móvil instalado por el Gobierno de la Ciudad y la presencia de funcionarios rindiendo cuentas y discutiendo alternativas con la comunidad podría ser el modo normal de gestionar los asuntos públicos y no el resultado de una crítica coyuntura.
* Secretario de Estudios y Formación - CTA Central de los Trabajadores Argentinos.


 

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