Por
Carlos Rodríguez
Carlos
Retamar, más conocido como Manotas, un argentino de
31 años que es sindicado como jefe de la banda que se dedicaba
a robar y torturar a quinteros de nacionalidad boliviana en la zona de
Escobar, fue detenido el fin de semana en Merlo. Fue el quinto operativo,
en menos de un año, realizado para dar con Retamar, quien hasta
ahora siempre había logrado escapar en el último minuto.
Esta vez lo encontraron con la valija armada, en un domicilio distinto
y acompañado por una concubina que tampoco era ninguna de las que
se le conocían. En otro procedimiento, en Escobar, fue apresado
un segundo miembro de la organización, Claudio Raúl Alejandro
Fernández, alias Chapu. Con ellos dos suman diez los
detenidos en una causa que podría ser elevada a juicio oral en
marzo próximo.
Toda la documentación obrante en la causa indica que Retamar
sería el jefe de la organización, confirmó
a Página/12 el fiscal Juan José Maraggi. En la investigación
hay otras dos personas procesadas, pero gozando de la excarcelación,
y un prófugo al que sólo se conoce por su apelativo: Cambá.
Antes hubo cuatro operativos fallidos para detener a Retamar, en General
Rodríguez, en el barrio Flandria, cerca de Luján, en la
provincia de Entre Ríos y en Escobar. En una ocasión escapó
segundos antes de la detención: en la mesa estaba el mate, todavía
caliente.
En uno de los domicilios vivían los padres de Retamar, ajenos a
los hechos, y en los restantes, distintas concubinas con hijos del finalmente
detenido. El operativo exitoso se hizo, en la madrugada del sábado,
en el barrio Perales de la localidad de Libertad, partido de Merlo. Lo
sorprendieron cuando, virtualmente, se estaba despidiendo de su mujer
e hijos. Tenía la valija hecha, pero esta vez el aviso de alerta
le llegó tarde.
En la investigación, hasta el momento, no pudo confirmarse la hipótesis
sobre la participación o el encubrimiento policial de algunos de
los 70 u 80 robos y hechos de violencia sufridos por quinteros bolivianos
de Escobar, Pilar y zonas aledañas, muchos de los cuales ni siquiera
fueron denunciados. También llamó la atención la
vinculación existente entre el Mercado de Escobar con el Mercado
Central, de La Matanza, sospechoso eterno de actos de corrupción
y de dar cobijo a patotas vinculadas con punteros políticos,
pero todavía no hay pruebas concretas.
Todavía no apareció el dato que confirme las sospechas
sobre vinculación policial y tampoco se hallaron elementos que
indiquen que se trate de una banda impulsada por la xenofobia, explicó
una alta fuente judicial. De todos modos, el caso es seguido atentamente
por abogados del Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi)
y del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
Durante los ataques, especialmente el sufrido en junio pasado por el quintero
Fidencio Choque, los miembros de la banda profirieron amenazas de claro
tinte xenófobo. A Choque, además, lo quemaron con una plancha.
Los miembros del grupo investigado se llevaron dinero en efectivo, alhajas
y otros valores que pertenecían a los quinteros. Parte de lo sustraído
fue hallado en las casas de varios de los detenidos.
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