Por
Suzanne Goldenberg *
Desde Jerusalén
Militantes
palestinos anunciaron anoche que iban a atacar objetivos israelíes
en la víspera de la elección de hoy, que según se
espera hará de Ariel Sharon el próximo primer ministro del
país. La advertencia llegó mientras soldados israelíes
fortificaban el bloqueo de Gaza y Cisjordania antes del día
de furia que líderes del movimiento Fatah de Yasser Arafat
dicen que marca el comienzo de una intensificación en la Intifada
que ya dura cuatro meses.
El ejército disparó granadas al campamento de refugiados
palestinos de Rafah, en la frontera entre Gaza y Egipto, después
de que un soldado israelí que se dirigía a votar en el turno
electoral adelantado establecido para las fuerzas armadas murió
por la herida de una bala disparada precisamente desde ese campamento.
Israel también cerró el aeropuerto palestino en Gaza y el
cruce de Rafah a Egipto. Refuerzos policiales fueron desplazados al norte,
a las ciudades de Galilea, donde la convocatoria de los árabes
israelíes a boicotear la elección podía llevar a
choques.
Los sondeos de ayer mostraban a un Ariel Sharon superando al laborista
Ehud Barak por hasta 22 puntos. Ayer, Sharon fue el blanco de desafíos
no sólo de las milicias Fatah, que lideraron las protestas en Gaza
y Cisjordania, sino también de las milicias de Jihad Islámica,
que asumió la responsabilidad de al menos dos atentados con coches
bomba durante los últimos cuatro meses. Nuestras operaciones
van a continuar y aun acrecentarse. La entidad criminal sentirá
nuestro poder en los próximos días, prometió
Jihad Islámica en una declaración realizada ayer, antes
del funeral de un militante muerto por un disparo israelí cuando
trataba de escalar el muro que rodea Gaza. Ni los muros ni el alambre
de púa ni las medidas de seguridad nos impedirán castigar
al enemigo, proclamó Jihad Islámica.
En la ciudad cisjordana de Ramallah, entre tanto, un importante líder
de Fatah declaraba que los palestinos no darían tregua a Sharon.
Hussein Sheikh, líder de las milicias de Fatah en Cisjordania,
dijo: Los próximos días y semanas van a ser duros,
y la región presenciará una escalada de violencia.
El premier laborista Barak dedicó ayer el cierre de su campaña
a advertir a los israelíes que el ex general Sharon podría
conducirlos a una guerra. Medio Oriente es un polvorín,
escribió en el Yediot Ahronoth, el diario de mayor tirada de Israel.
Tenemos que decidir si dejaremos que los extremistas ganen la partida.
Tenemos que decidir si entre nosotros y la paz todavía hay una
guerra sangrienta, concluía.
Los israelíes no parecen en el mejor estado de ánimo. Después
de cuatro meses de derramamiento de sangre en Cisjordania y Gaza, los
votantes no sólo perdieron su confianza en Barak sino en los siete
años de negociación iniciados por el premier Yitzhak Rabin,
de acuerdo con una investigación publicada ayer por el Instituto
israelí para la Democracia. Un sondeo de opinión conducido
el mes pasado había descubierto que sólo el 22 por ciento
de los israelíes cree que un acuerdo de paz pondrá fin a
53 años de violencia con los palestinos. Hace dos años,
el 67 por ciento creía en la factibilidad de la paz. Los
israelíes creen que el camino que tomó Rabin, y especialmente
el que tomó Barak, lleva a un acuerdo con muchas concesiones, pero
no pone fin al conflicto y no soluciona los problemas de seguridad personal,
dijo Ruth Gavison, del Instituto. Muchos israelíes entienden
que lo que tenemos ahora no es una guerra total, pero también saben
que, definitivamente, no es la paz, y creen que el camino emprendido por
Barak puede llevar a una guerra aún peor, resumió.
Se espera que en las elecciones de hoy, en lugar del laborista Barak,
los ciudadanos que sí voten opten masivamente por un hombre, Sharon,
que no exhibe intención alguna de negociar por años con
los palestinos y que el año pasado pidió a Barak que asesinara
al jefe de seguridad palestino.Cuál será la asistencia a
las urnas es otra cuestión. Muchos votantes de izquierda declaran
que votarán en blanco o no irán a votar, decepcionados con
Barak. Los árabes israelíes llamaron a boicotear la elección.
En Ramallah, Sheikh sintetizó una visión palestina: Si
vamos a tener guerra, es mejor para los palestinos tratar con Sharon.
Sharon sabe lo que quiere. Para nosotros, es mejor negociar con alguien
que quiere hacernos la guerra antes que con alguien que flamea banderas
de paz, pero después hace la guerra.
*
De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12
LA
GUERRA INTERNA QUE ESPERA AL NUEVO PREMIER
Un
Parlamento hiperatomizado
Por
Ferrán Sales
Desde Jerusalén
Un
parlamento indomable compuesto por una constelación de formaciones
políticas espera al futuro jefe del gobierno de Israel. La supervivencia
del primer ministro elegido en los comicios de hoy estará directamente
vinculada a su capacidad de trenzar pactos con las diferentes fuerzas
que se reparten la Knesset de Jerusalén. Y cualquier traspié
en las alianzas puede suponer su caída mortal y la convocatoria
de elecciones generales anticipadas.
Si algo no se le puede negar al parlamento de Jerusalén es su pluralismo.
La cámara única, constituida tras los comicios generales
de mayo de 1999, está formada por representantes de doce partidos
políticos y tres coaliciones. Un Israel bajo cuyo paraguas se amparan
los laboristas y dos plataformas más, Alianza Nacional Democrática
de signo nacionalista de derechas y Lista Arabe Unida constituida por
israelíes de origen árabe: en total, no menos de 20 organizaciones
para 120 escaños.
La atomización de la cámara es patente si se tiene en cuenta
que sólo cuatro de estas formaciones Un Israel, Likud, Shas
y Meretz disponen de diez o más parlamentarios. El resto
de los partidos constituye un pequeño microcosmos de fuerzas antagónicas,
que aparentemente podrían agruparse en cuatro familias religiosos,
laicos, árabes y rusos pero que en realidad son incapaces
de aliarse entre sí teniendo en cuenta sus intereses naturales.
Por eso prefieren alquilarse o venderse en solitario
a las organizaciones hegemónicas. Todo ello supone en la práctica
un mercado permanentemente abierto, donde se vocea y se grita sin descanso
y donde cada voto tiene un precio, cada apoyo una contrapartida.
Ariel Sharon, virtual futuro primer ministro de Israel, ha hecho ya sus
cálculos parlamentarios: necesita un gobierno de coalición
o en su lugar de unidad nacional, con el que constituir un gobierno y
obtener de la Cámara los 61 votos imprescindibles para su investidura
y con los que enfrentarse antes del 31 de marzo a una prueba de fuego,
la aprobación de la Ley de Presupuestos. Los arquitectos políticos
de la formación nacionalista han hecho sus cálculos matemáticos;
esperan formar un colchón básico de entre 58 y 63 escaños
constituido por los tres partidos religiosos Shas, Unidad de Torá-Judaísmo
y Partido Nacional Religioso, los dos de ex emigrantes rusos Israel
Baaliyah e Israel Beiteinu y los nacionalistas de Unidad Nacional,
a los que pretende sumar el apoyo de tres diputados del desahuciado partido
de Centro Roni Milo, Dan Meridor e Isac Mordejai y los hermanos
David y Maxim Levy, tránsfugas de la coalición gubernamental
de Barak.
El partido nacionalista Likud ambiciona además, en una segunda
etapa, una vez constituida una mayoría en el parlamento, desalojar
de la presidencia de la Knesset a Abraham Burg, un ambicioso diputado
laborista que para los hombres de Sharon supone un elemento incómodo
en el momento de controlar la Cámara. Los estrategas del Likud
se plantean ya una batalla frontal contra Burg, al que tratan de desalojar
por la fuerza a pesar de que su mandato va unido al de la vida de la Cámara.
En caso de resistencia, los servicios jurídicos del partido Likud
tienen ya diseñado un proyecto de ley, que aprobarían con
facilidad, por el que se modificaría la reglamentación referida
al nombramiento del presidente de la Knesset, colocando a continuación
a un hombre de su confianza.
La batalla del Likud por el control del Parlamento concluirá con
una tercera ofensiva, con la que se intentará desalojar de las
comisiones parlamentarias clave como Defensa e Interior a
los representantes laboristas. Con estas comisiones bajo su mando, los
derechistas del Likud controlarían la vida parlamentaria del país.
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