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Herbert Vianna espera un milagro

El músico fue sometido a una larga y delicada operación. Los médicos informaron que sigue grave, aunque con una "ligera recuperación".

Por Esteban Pintos

”Mi sueño es tener una réplica de un avión caza de la primera o segunda Guerra Mundial. Si la vida me trata bien este año, si vendemos discos, si mi música suena en las radios, me lo voy a poder comprar... Os Paralamas van a parar por seis meses, y después tendremos que sacar un nuevo disco en el segundo semestre de 2001. El objetivo de la pausa es tener una vida normal, ir al cine y ver la posibilidad de crear juntos de nuevo. Pero creo que voy a terminar haciendo nada: solo quiero volar, volar, volar.” Textual de Herbert Vianna, en una entrevista publicada por la revista brasileña femenina Marie Claire, a principios de este año. Desde la trágica tarde del domingo, cuando el avión ultraliviano –un monomotor alemán de última generación, capaz de llegar a una velocidad estimada en 280 km por hora– que piloteaba en compañía de su esposa Lucy Needham Vianna, cayó en la playa de Mangaratiba (región Sul-Fluminense, litoral sur del estado de Rio Grande do Sul), todo ha cambiado definitivamente en la vida de uno de los músicos más populares de Brasil y Sudamérica. Vianna y su esposa habían partido desde un club de vuelo de Jacarepaguá y pensaban visitar al también músico Dado Villa-Lobos, ex guitarrista de Legiao Urbana, cuya esposa cumplía años y lo festejaría en el condominio de Portobello. No llegaron.
La madre de sus tres hijos Luca (9 años), Hope (5) y Phoebe (1), una periodista inglesa a la que conoció en una entrevista en 1990, falleció casi en el acto, presumiblemente ahogada al no poder liberarse de su cinturón de seguridad. Vianna sufrió traumatismo de cráneo, con hemorragia cerebral y, según los médicos que primero lo socorrieron, tuvo una convulsión que lo llevó al borde mismo de la muerte, cuando era trasladado en helicóptero. Ayer fue sometido a una operación de once horas por un equipo de 20 médicos, en el hospital Copa D’Or, cuyo objetivo principal era retirar fragmentos de la 12ª vértebra torácica quebrada que comprimían su médula y que traían serio peligro de provocarle paraplejia. Según el director del hospital, Joao Pantoja, el cuadro pulmonar de Vianna se había estabilizado con algunas señales de una "ligera recuperación". El neurólogo Paulo Niemeyer, quién dirigió la operación, dijo anoche que las posibilidades de sobrevivir eran mayores que las de morir.
En las inmediaciones del hospital de Copacabana los fans de Paralamas cumplen una vigilia de esperanza y aliento y van desfilando músicos amigos de Vianna –incluidos sus compañeros Joao Barone y Bi Ribeiro, que llegaron inmediatamente desde sus lugares de vacaciones. Incluso el presidente Fernando Henrique Cardoso, a través de su vocero, expresó que "torcía" por la recuperación del músico. En Buenos Aires, Charly García expresó su dolor por el accidente de quién se considera amigo. "Si la zafa ahora, va a ser una superbienvenida", dijo a Radio Continental. En tanto, los medios brasileños hablan de la pasión del músico por la aeronáutica: Herbert es hijo de un brigadier retirado de la Fuerza Aérea de Brasil, y cuando joven, reprobó el examen de ingreso a la Escuela de Aviación por miopía y astigmatismo. Tiempo después, cuando ya era una estrella de rock en toda Latinoamérica, se sacó las ganas. Obtuvo su licencia para volar helicópteros y aviones pequeños como los ultralivianos. Con este antecedente, su gran objetivo del año era pilotear una versión compacta de un moderno caza, capaz de alcanzar una velocidad máxima de 900 kilómetros. Cuentan que su esposa temía por el riesgo de la práctica, aunque lo acompañaba, y llegó a permitir que el pequeño Luca –bautizado así en honor a Luca Prodan, nada menos– también participara de esos vuelos. Lo mismo que otros amigos músicos, como sus compañeros de banda, el percusionista Carlinhos Brown y últimamente Bruce Dickinson, cantante de Iron Maiden.

 

 

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