En busca de algún signo que pueda echar luz sobre las muertes del
empresario Mariano Perel y de su esposa, el fiscal adjunto de Dolores,
Pablo Santamarina, y varios miembros de la Policía Federal allanaron
ayer el piso donde vivía el matrimonio, ubicado en Juncal 3158,
y la empresa Antfactory Latin America, de la que Perel era director de
servicios comerciales y financieros. En las oficinas de la filial Buenos
Aires de Antfactory no sólo secuestraron papeles y diskettes: también
había municiones, según fuentes de la Policía Federal.
En el departamento de Juncal, los investigadores encontraron seis armas
de guerra, descargadas pero en condiciones de ser usadas, con sus correspondientes
proyectiles.
Minutos después del mediodía, una camioneta Chevrolet bordó
patente CTG 798 estacionó en la puerta del edificio de Juncal 3158,
entre Bulnes y Coronel Díaz, en el barrio de Palermo. Del vehículo
descendió Pablo Santamarina, fiscal adjunto de los Tribunales de
Dolores, acompañado por cuatro policías de la división
Delitos Interjurisdiccionales de la Policía Federal, entre ellos
el comisario Ricardo Escagnolari, titular de esa división. Santamarina
fue enviado por la fiscal María Claudia Castro, a cargo de la investigación
del caso. Las órdenes de allanamiento fueron firmadas por el juez
de Rogatorias porteño Alejandro Cina, por pedido de su par, Mariano
Caseaux, juez de Garantías de Dolores.
Jonathan, el hijo del matrimonio muerto, fue el encargado de recibir al
funcionario y a los policías en su departamento del segundo piso.
Fuentes cercanas a la investigación revelaron que en un armario
ubicado en el dormitorio de los Perel una habitación en suite
se encontraron seis armas de guerra de distinto calibre, todas de puño,
y municiones calibre 38, 40 y 45. No se hallaron papeles que autorizaran
a Perel o a su esposa a portar esas armas.
Los policías secuestraron también una computadora portátil
y una impresora, que seguramente será periciada para determinar
si allí pudo haberse impreso la leyenda que apareció en
el apart-hotel de Cariló. También se llevaron diskettes,
documentación comercial y cuatro teléfonos celulares. Los
investigadores prestarán especial atención a los mensajes
recibidos por el ejecutivo a través del correo electrónico
y a las llamadas efectuadas desde y hacia los celulares, mediante el programa
Excalibur.
Después de casi tres horas, Santamarina y los policías que
lo acompañaban se retiraron del edificio de Palermo. El siguiente
destino era la empresa donde Perel se había desempeñado
en los últimos cinco meses, como director de servicios comerciales
y financieros. La Chevrolet bordó llegó a la torre de Juan
Domingo Perón 949 cerca de las 16, flanqueada por otros dos vehículos.
Sin hacer declaraciones, el fiscal de Dolores y los policías esperaron
en el lobby del edificio de 15 pisos a que llegara la nueva orden del
juez Cina.
Pasaron dos horas en el cuarto piso B, donde está ubicada
la filial de Antfactory. Tampoco había ayer empleados de la firma.
A las 18, la comitiva se retiró. Uno de los policías llevaba
en sus manos una caja de las que se usan para embalar resmas de papel,
cerrada con cinta adhesiva. Adentro de la caja había papeles, diskettes.
Nada que llamara especialmente la atención del fiscal,
según una fuente cercana a la causa. Salvo los proyectiles. Herméticos,
los investigadores abordaron sus vehículos. En el asiento posterior
de la Chevrolet bordó, junto a Santamarina, viajaba la caja de
cartón. En su interior, tal vez, alguna clave del misterio de Cariló.
Aficionado a
las armas
Era muy aficionado a las armas y practicaba tiro desde la
escuela secundaria. Siempre tuvo armas, recordó ayer
un ex compañero de secundario de Isidoro Perel, al ingresar
a la sala de velatorio. Héctor Falvino cursó el secundario
con Perel en el colegio comercial Carlos Pellegrini. La última
vez que lo vi fue en octubre pasado, durante la última reunión
anual de nuestra promoción. No lo noté distinto. El
y su familia siempre tuvieron una buena posición económica.
Era el mejor estudiante, siempre se destacó por su inteligencia,
relató. La familia nos pidió discreción,
concluyó antes de ingresar a la sala, para despedirse de
su ex compañero.
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Antfactory no se calla
Estamos colaborando al máximo con la Justicia, para
contribuir al esclarecimiento de este desgraciado hecho. Lo
aseguró anoche un comunicado de la empresa Antfactory Latin
America, última sede laboral de Mariano Losanovscky Perel.
El empresario, contador público y licenciado en Economía,
se desempeñaba en Antfactory como director de Tecnologías
Financieras en Argentina. Cualquier información adicional
deberá ser requerida a la Justicia, agrega el informe,
enviado por la agencia de prensa del Citibank.
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EL
VELATORIO SE PROLONGARA HASTA EL REGRESO DE LA HIJA
Una ceremonia sólo para íntimos
Por Horacio Cecchi
La sala de la planta baja fue
adecuada con detalle a las circunstancias. No porque el servicio fuera
inusual para los dueños del lugar la casa de velatorios Zuccotti
Hnos., ubicada en Córdoba y Thames, sino porque las exigencias
de la familia resultaron fuera de lo común. La ceremonia se realizó
a puertas cerradas, con estrictas medidas de vigilancia y con carácter
de exclusividad: dos roperos como custodios en el ingreso, solicitud de
documentos para acceder a la sala, sólo unos pocos habilitados
para hacerlo, y el más cerrado silencio frente al periodismo. El
matrimonio Perel, Isidoro Mariano y su esposa Rosa Berta Golodnitzky,
podría finalmente descansar en paz, llevándose consigo el
misterio sobre sus muertes que ahora se trata de desentrañar.
Los cuerpos de Isidoro Perel y Rosa Golodnitzky llegaron a la casa de
sepelios Zuccotti Hnos., ubicada sobre la avenida Córdoba 5080/84,
durante la mañana de ayer, provenientes de la morgue de Mar de
Ajó. El ingreso se realizó por el portón de Thames.
Un trámite sin estridencias. Recién horas después
comenzaron a llegar los primeros medios periodísticos.
Y para eludirlos, la familia dispuso montar un estricto sistema de seguridad.
La casa de velatorios fue contratada con exclusividad. Ningún otro
servicio fue realizado ayer en las otras dos salas, ubicadas en el primer
piso. Sobre la puerta de entrada, por Córdoba, un empleado de Zuccotti
abría la puerta a los visitantes y anunciaba su nombre a dos custodios,
contratados para supervisar el ingreso de un grupo muy selecto de personas.
Los dos roperos se habían instalado en una mesita, ubicada al fondo
del extenso pasillo de ingreso al local, y junto a una segunda puerta,
de madera y vidrios esmerilados. Quien traspasara esa puerta tendría
acceso seguro a la ceremonia. Vine hasta acá y me salieron
con una sarta de exigencias, que quién era, que documentos, que
las mil y una. Me voy indignada, dijo a Página/12 una señora
que, alrededor de las 17, llegó en remis y se anunció como
vecina y muy amiga del matrimonio. Y así como llegó se fue,
sin trasponer la puerta de madera y vidrios esmerilados.
Alrededor de las tres y media de la tarde, después de haber estado
presente en el allanamiento del piso de sus padres, en Juncal 3158 (ver
aparte), Jonathan llegó a la casa de velatorios. Lo acompañaban
su novia y algunos amigos del gremio del cine. Durante varias horas, los
encargados de la empresa negaron la presencia del joven. Hasta que alrededor
de las 17, poco después de que la vecina se volviera indignada,
Martín Angola, gerente de la empresa de pompas fúnebres,
reconoció que el joven se encuentra dentro. Su hermana (Valeria)
está en vuelo de regreso desde Australia. Aparentemente quedó
varada en Los Angeles.
De acuerdo con la información que recorrió el pasillo y
la entrada de la casa de velatorios, y rebotó en los corrillos
periodísticos, la inhumación de la pareja estaba prevista
para hoy al mediodía, en el cementerio Colina del Tiempo, un cementerio
de la comunidad judía en la localidad de Pilar. Pero el vuelo demorado
de Valeria postergó la ceremonia primero hasta las 14.30 y luego
hasta las 16. De ser necesario se prolongará un día
más, hasta que ella vuelva, aseguró un empleado de
la empresa fúnebre.
Detrás de la puerta de madera y vidrios esmerilados, una salita
con asientos a sus costados fue reuniendo familiares y amistades directas.
Allí estaban las hermanas de Perel, Patricia y Roxana, y los padres
de Rosa, quienes arribaron desde la ciudad de Córdoba, donde son
dueños de la ferretería El Imán. Durante la tarde
arribaron amigos de Jonathan, entre ellos el director y productor de cine
Edi Flehner, y una sobrina de los Perel, durante la tarde confundida como
la hija del matrimonio fallecido. Algunos amigos del secundario de Isidoro
Perel. También se hizo presente la invariable sorpresa y sus murmullos
de consternación, que no tuvieron problemas en trasponer la mesita
de los custodios.
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