Por Felipe Yapur
Un almuerzo y una extensa reunión
necesitó el bloque de senadores del PJ para consensuar un documento
crítico a la apelación presentada por los fiscales que entienden
en la causa por el presunto pago de sobornos en la Cámara alta.
El texto fue el resultado de una fuerte pulseada entre la conducción
del bloque, que contó con el apoyo de Eduardo Bauzá, y los
legisladores que aún permanecen afectados por la investigación
judicial, quienes lograron imponer la idea del repudio. El encuentro sirvió
también para evitar que Ramón Ortega renunciara a su banca.
El documento destaca en primer lugar el respeto de los legisladores del
PJ a las instituciones democráticas y la división de poderes,
pero inmediatamente la emprenden contra los fiscales Eduardo Freiler y
Federico Delgado. Lejos de basarse exclusivamente en la prueba reunida,
los fiscales han ingresado en generalidades abstractas y en juicios de
valor injustificables, afirma el texto que lleva la firma de 22
senadores entre las que se destacan las de Augusto Alasino, Remo Constanzo
y Ricardo Branda, tres de los que integran la lista de sospechosos de
los fiscales. No lo rubricaron Alberto Tell, Emilio Cantarero y Angel
Pardo, quien ni siquiera llegó por el Senado. El salteño,
en tanto, estuvo en la reunión, aunque se preocupó por mantenerse
alejado de la prensa.
El contenido del documento no fue fácil de acordar. Eran las once
cuando el jujeño Tell abrió la puerta del despacho de su
colega mendocino, Eduardo Bauzá, para hablar del repudio a la apelación
de los fiscales. Bauzá era uno de los legisladores que impulsaban
la teoría de no inmiscuirse en una polémica que tenía
como principales protagonistas al presidente Fernando de la Rúa
y su gabinete. Pero el jujeño no fue el único en llegar.
En pocos minutos más una decena de senadores se estaba acomodando
en el amplio despacho de Bauzá. Entre ellos estaban los tres integrantes
de la conducción del bloque, José Luis Gioja, Beatriz Raijer
y Carlos de la Rosa, quienes dicho sea de paso adherían
a la tesis del legislador mendocino. El último en ingresar fue
Alasino.
Todos los consultados aseguran que la conversación, que poco más
tarde se convirtió en un almuerzo en un restaurante cercano al
Congreso, fue de tono cordial y para nada exaltada, como se podía
esperar. Pero lo cierto es que los senadores sospechados presionaron
con fuerza para que el documento que se iba a redactar a modo de síntesis
de la primera reunión de bloque tuviera como punto central el repudio
a la actitud de los fiscales, en consonancia con lo realizado por
el Gobierno.
Los que promovían el acento en el repudio insistían en que
no se podía tolerar la definición de prolija empresa
criminal que habían realizado los fiscales en su escrito.
Bauzá y los miembros de la conducción del bloque no pudieron
rebatir los argumentos y terminaron cediendo a la presión. Mientras
los senadores almorzaban, sus colaboradores redactaban el borrador. La
gente de Bauzá y de la conducción intentaron incorporar
críticas a la gestión de De la Rúa. Hacia el final
de la tarde, durante la reunión de bloque, ninguna de esas críticas
pudo superar la resistencia de los halcones. Una vez más, los duros
del bloque habían triunfado.
Ortega no participó del encuentro, pero durante la tarde insistió
con su idea de renunciar. Un no rotundo escuchó el tucumano. Fuentes
del bloque opositor destacaron que el principal argumento fue la inconveniencia
de una renuncia ahora que no está entre los legisladores sospechados.
Como contrapartida le ofrecieron la titularidad de la Comisión
de Coparticipación Federal, que hasta ahora presidía Gioja.
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