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LOS DISCOS EN VIVO “HOLA” Y “CHAU”
Un viaje en Cadillac

El registro de los shows que Los Fabulosos Cadillacs dieron en 2000 en Obras sirven para despedirse del sello BMG, pero también como un adecuado �y generoso� repaso de la carrera del grupo.

Para los shows, el grupo invitó a ex integrantes como Sergio Rotman, Luciano Jr. y Vaino Rigozzi.

Por Esteban Pintos

La excusa –una excusa más bien pensada por la productora de los shows que por la banda misma– era festejar “quince años” de historia. Así, los recitales concretados en el estadio Obras los días 1º, 2 y 29 de setiembre del año pasado resultaron la ocasión perfecta para que Los Fabulosos Cadillacs miraran hacia atrás, juntaran a los cadillacs perdidos por el camino (Naco Goldfinger, Luciano Jr., Sergio Rotman, el ahora manager Aníbal “Vaino” Rigozzi) y volvieran por algunas canciones sobre las que asentaron, no sin contratiempos, actos fallidos y demás accidentes de trabajo, una carrera impecable y exitosa. Bastante se habló y escribió sobre la metamorfosis –que para ellos nunca fue tal y está bien que así lo piensen– que operó en una banda numerosa y ciertamente desafinada para terminar convirtiéndose en uno de los grupos más importantes (el otro es Café Tacuba) de un incipiente movimiento denominado genéricamente, y tal vez a su pesar, rock latino. Si hasta la misma industria de la música los bendijo con el primer Grammy de la categoría “rock alternativo latino”, hace un par de años. Ahí están los Cadillacs, con su status de banda para estadios en cuanta ciudad de Latinoamérica se presenten y con un buen nombre en la ruta del espectáculo en los mismísimos Estados Unidos. Con todo eso a cuestas llegaron a estos shows, ahora registrados y editados bajo los títulos Hola y Chau, dos CD’s que también sirven para cerrar su millonario vínculo contractual con la multinacional BMG.
Hola y Chau se venden por separado y su escucha bien puede servir también para recorrer todo un universo musical-poético en una banda de semejante tamaño. También es cierto que, a no ser por la inclusión de algunas de esas viejas canciones que ya no gustaban de tocar en este último tiempo (caso “Yo quiero morirme acá”, la del célebre estribillo que repetía “quiero morir tocando ska”, pasto para fieras de prensa que caían en los comienzos sobre ellos; “Nº 2 en tu lista”, “Estoy harto de verte con otros” o la intensa “Basta de llamarme así”), estas grabaciones capturan la energía viva que despide este numeroso grupos de ya experimentados músicos –con formación completa, llegan a doce– en estos tiempos.
Entonces, pues, hay mucho de la contundencia en directo con que los Cadillacs son capaces de encender cualquier auditorio. Canciones como “Demasiada presión”, “Carmela”, “La vida”, “Mal bicho”, “El satánico Dr. Cadillac”, “Yo no me sentaría en tu mesa”, “Manuel Santillán, el león”, “Vasos vacíos”, “Carnaval toda la vida” y “Matador” –la lista, como puede verse, es bien larga– resultan infalibles tanto por su encanto intrínseco como por la cohesión de la formación instrumental y el raro carisma de su vocalista y compositor de la mayoría de esas páginas, Gabriel Fernández Capello (todavía llamado Vicentico). Aquí, además, debería sumarse el bello reggae de amor que compuso hace tiempo Sergio Rotman, “Siguiendo la luna”, y otras de la más reciente cosecha con destino de clásicos, “La vida”, “Vos sabés” y “Los condenaditos”. Todas suenan con la energía que la banda despliega habitualmente. Y con el sabor incomparable de un buen disco en vivo, grabado por una buena banda, con buenas canciones.

 

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