Desde La Rioja
Marcharon lentamente, cantando
y golpeando los bombos. Los primeros llevaban velas encendidas y atrás
se levantaban carteles con los rostros de laicos, curas y obispos asesinados
durante la dictadura militar. La peatonal 25 de Mayo, cita obligada de
la dirigencia política local, parecía una calle distinta.
Es que dos mil personas avanzaban lentamente cantando un salmo bíblico.
Tu fidelidad es grande, repetían a coro. Frente a la
catedral, la multitud se detuvo y calló. Fue entonces que se escuchó
una voz: Lo que traemos es estupidez para los sabios y locura para
los poderosos. Lo que traemos es estupidez para los ilustrados, es locura
para los constructores de esta sociedad de consumo. El silencio
se hizo más profundo, porque la voz era la de quien fue obispo
local, Enrique Angelelli, asesinado en 1976.
La marcha fue organizada por los asistentes al XVI Seminario de Formación
Teológica que se está realizando en La Rioja, y fue un marco
de homenaje ecuménico a la lucha de religiosos por la justicia.
El Seminario comenzó el domingo con un homenaje a Angelelli y es
un espacio de encuentro de cristianos comprometidos en organizaciones
comunitarias, sociales y religiosas en el marco de la opción por
los pobres.
Pese a que el Seminario es cristiano, su espíritu es ecuménico
y en él participan militantes por los derechos humanos, teólogos
de la Liberación y religiosos protestantes, que llegaron en delegaciones
de todo el país. Y entre los laicos y sacerdotes católicos
que habían partido a las 21.30 de la plaza Nueve de Julio, frente
a la casa de gobierno, se encontraban el rabino de la comunidad Bet-El,
Daniel Goldman, y el pastor protestante Néstor Míguez.
La conmemoración tuvo una apertura musical y las palabras del cura
riojano Pocho Brizuela, que leyó un fragmento bíblico: Nadie
me quita la vida, yo la doy. El cura definió a Angelelli
como alguien que no aceptó sumisamente el sacrificio, alguien
que defendió la vida. Cerca suyo, Armando Armirati, un sacerdote
de 83 años que fue muy amigo del obispo muerto, no pudo contener
la emoción. A Angelelli lo mataron, aunque algunos no quieran
reconocerlo. Fue un mártir de la fe, de la opción por los
pobres. Cualquier homenaje que se le haga es justo, dijo a Página/12.
Sus palabras coincidieron con las que pronunció durante la inauguración
del Seminario, el domingo, el actual obispo riojano, Fabricio Sigampa:
Fue un testigo de la fe de la Iglesia en ese momento, inspirado
por el Concilio Vaticano II.
La marcha llevaba, además de la foto de Angelelli, los retratos
de otros muertos, como Carlos Mugica, el salvadoreño Oscar Romero,
los curas Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias, y el catequista
Wenceslao Pedernera, dirigente de peones rurales riojanos, todos víctimas
de dictaduras de América latina. Las calles del centro mostraban
pasacalles con la imagen de Angelelli, especialmente en las cercanías
del Centro de Educación Física 5, donde se realiza el Seminario.
Entre un grupo de jóvenes que marchaba en las calurosas calles
riojanas estaba Alba Lanzillotto, de Abuelas de Plaza de Mayo, que tiene
dos hermanas desaparecidas y todavía busca a una sobrina apropiada
por represores. Mi época más feliz como cristiana
fue la que viví junto al obispo Angelelli aquí, en La Rioja,
explicó Lanzillotto. Yo lo conocí cuando vino acá
e hizo su primer discurso.
En el acto se leyeron muchas adhesiones de personalidades. El escritor
Ernesto Sabato envió un mensaje denunciando el brutal estado
de pobreza y desamparo que sufren miles de inocentes en nuestro país,
olvidados por las jerarquías políticas y eclesiales. Ante
esta situación, aseguró, el martirio de Angelelli adquiere
una magnitud invalorable.
Cerca de las once, el rabino Goldman realizó una bendición
final, reafirmando el espíritu ecuménico del seminario.
Los caminantes, cansados y emocionados, se alejaron mientras por los altoparlantes
se escuchaba a Peteco Carabajal preguntarse ¿por qué
al riojano la chaya lo hace llorar?
Informe: Martín Piqué.
OPINION
Por Washington Uranga
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No sacrificar a los
pobres
La Rioja, la misma tierra que hace 25 años recibió
la sangre del obispo católico argentino Enrique Angelelli,
asesinado por quienes encontraron en este hombre defensor de los
pobres un obstáculo para sus propios intereses, se ha constituido
en estos días en la sede del XVI Seminario de Formación
Teológica, el acontecimiento más significativo que
cada año reúne a los sectores religiosos, fundamentalmente
cristianos pero no únicamente, comprometidos con una perspectiva
de opción por los pobres.
¿Quién fue Angelelli? Un obispo católico que,
en medio de un episcopado mayoritariamente conservador entre los
que se contaron también cómplices de la dictadura
militar, mantuvo su postura de firme defensa de los intereses populares
y puso en juego su vida en ese propósito. Hasta hoy no pocos
obispos católicos se cuidan de mencionar a Enrique Angelelli
como el mártir asesinado el 4 de agosto de 1976. No obstante
su figura fue rescatada institucionalmente en el Encuentro Eucarístico
Nacional celebrado en Córdoba el año pasado. El lema
del seminario de formación teológica coincide con
las enseñanzas del pastor riojano y tiene plena vigencia
en la situación argentina actual: No al sacrificio
de los pobres para que sigamos naciendo. El mensaje que se
ha querido transmitir no está emparentado con el dolor y
con el sacrificio como una propuesta. Desde una perspectiva teológica
cristiana se presenta al mártir como un maestro de la vida,
que es un ejemplo por su compromiso con los demás. Así
comprendida, la muerte martirial es una consecuencia de la opción
por la vida, de los riesgos asumidos en función de su defensa
y no hace sino sellar el sentido que esa misma vida tuvo. Lejos
está entonces este discurso de cualquier reflexión
que intente justificar o encontrar aparentes razones para el sufrimiento
de los pobres y los inocentes.
El mensaje de Angelelli siempre estuvo vinculado con la realidad
de la gente y con sus necesidades. Ser hombres de la luz es
no evadirnos de nuestra realidad y construir nuestra historia con
los demás, dijo el 9 de marzo de 1975 en una homilía
radial. Sigamos mirando nuestro presente y nuestro futuro
con esperanza, aunque sea dolorosa nuestra realidad, afirmó
el 7 de diciembre del mismo año. Un oído en
el pueblo y otro en el Evangelio, repetiría una y otra
vez. Después de su muerte la frase se convirtió en
un lema para muchos cristianos.
Anoche, al cierre de esta edición y en medio de un clima
de gran emoción, se celebraba por las calles de la capital
riojana una marcha de antorchas bajo el lema de defender de la vida
luchando contra el sacrificio de los pobres. Enrique Angelelli,
pastor y profeta, se transformó en patrono
de esa reivindicación. Y la ocasión sirvió
también para recordar al sacerdote Orlando Yorio, fallecido
el año pasado, uno de los principales impulsores de los seminarios
de Formación Teológica, teólogo y pastoralista,
preso y torturado en su momento por el terrorismo de Estado. Muchos
han marcado ahora en La Rioja que la ausencia de Yorio en esta oportunidad
ha servido para resaltar el sentido carismático que su aporte
tuvo durante los 15 años anteriores.
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