Por Pedro Lipcovich
Muy bueno lo suyo, doctor,
pero, la verdad, era más lindo cuando no era tan fácil...,
anticipa Página/12 que contestarán las pacientes al médico
que inventó la manera de producir el orgasmo femenino a voluntad
y por control remoto. El doctor, de un centro médico norteamericano,
descubrió que la estimulación eléctrica en determinados
puntos de la médula espinal desencadenaba el placer y diseñó
un aparato aún en etapa experimental-que podría reproducirlo.
Es teóricamente correcto, comentan especialistas independientes,
aunque advierten que ese logro sólo concierne a los componentes
locales del orgasmo, pero no a las emociones, las fantasías
que lo hacen tan interesante. Más allá de las discusiones,
valga la noticia para aprender un poco más sobre eso que es tan
propio y tan extraño: el orgasmo.
El anuncio se efectuó en la revista británica New Scientist.
El doctor Stuart Meloy, del centro Piedmont Anaesthesia and Pain, de Carolina
del Norte, Estados Unidos, le estaba aplicando quirúrgicamente
unos electrodos en la espina dorsal a una paciente aquejada de dolor crónico,
cuando la mujer empezó a proferir lo que después el doctor
describió como unas enfáticas exclamaciones.
Meloy le preguntó qué le pasaba y ella contestó:
Va a tener que enseñarle a mi marido cómo se hace
eso. Lo que el marido no sabía era cómo desencadenar
el orgasmo de su esposa, y la descarga eléctrica en la médula
espinal lo había conseguido.
Meloy transformó su hallazgo en un invento: un implante a nivel
de la espina dorsal, conectado a un generador de señales del tamaño
de un paquete de cigarrillos que a su vez se implanta en una nalga y es
activado por el botón de un pequeño control remoto. El dispositivo
sólo está concebido, en principio, para casos de mujeres
con graves dificultades para alcanzar el orgasmo, según su
creador.
¿Servirá este aparatito para las mujeres argentinas? León
Gindin -profesor titular de Sexualidad y Salud en la Universidad de Belgrano
contestó que el hallazgo es teóricamente correcto,
ya que el centro del orgasmo femenino tiene una primera localización
en la médula espinal, y explicó que el camino
del orgasmo tiene su punto de partida en el clítoris, desde donde
el impulso sube hasta el cerebro por la médula espinal; luego de
haber sido procesado en el cerebro, baja otra vez por la médula
espinal hacia la vagina, cuyos músculos se contraen en el reflejo
orgásmico.
De hecho, contó Gindin, la estimulación de la médula
espinal ya fue utilizada a fin de conseguir la emisión de semen,
para inseminación artificial, en varones con lesiones medulares
que no les permitían eyacular, y las eyaculaciones así
provocadas van acompañadas por sensación de orgasmo,
en la medida en que esta sensación está ligada a la
contracción de los músculos periuretrales, en el varón,
y a la de los músculos pubococcígeos en la mujer.
Sin embargo, puntualizó el especialista, la estimulación
de la médula espinal sólo concierne a los componentes
locales del orgasmo, no a sus componentes cerebrales, es decir,
las emociones, las fantasías, todo eso que hace del orgasmo
algo incomparable. Por eso, más sensato y mucho más
fácil es buscar el orgasmo por estimulación, digamos,
natural, y combatir las inhibiciones mediante terapia sexual u otros
recursos.
También Roberto Sica, profesor de Neurología en la UBA,
encontró que el invento es factible, ya que los impulsos
nerviosos que desencadenarán el orgasmo se vehiculizan hasta
la corteza cerebral por los cordones anterolaterales y posterior de la
médula espinal. Por lo tanto, un estímulo en la médula
espinal puede estimular las vías que llegan a la corteza.
De todos modos, como esas vías ocupan posiciones anatómicas
particulares dentro de la médula, el neurólogo hizo
una observación que ningún varón debiera olvidar:
Tiene que haber una posición particular del electrodo.
Desde la médula espinal, el impulso llega al lóbulo temporal,
donde se hace la interpretación de la situación,
puntualiza Sica y subraya cualquier mujer. Si la interpretación
es que está pasando algo más interesante que un electrodo
en la médula, eso termina en el orgasmo que incendia la corteza,
metaforiza el neurólogo para explicar que esto significa
que, en el momento del orgasmo, ninguna otra sensación puede tener
lugar: si había un ruido, no se escucha; si existía un dolor,
desaparece. Quizá por eso, el especialista observa que no
parece razonable introducir un orgasmo artificial: ¿cuál
sería el momento preciso de apretar el botón?.
Como sea que el orgasmo se desencadene, los centros cerebrales que le
corresponden se localizan en el sistema límbico, uno de los
más antiguos en la evolución, comprometido en funciones
básicas señala Rubén Muzio, profesor de Biología
del Comportamiento en la UBA: el orgasmo es buen ejemplo de una
función básica esencial, ya que, al ofrecer un bonus extra,
contribuye a asegurar la fecundación.
Hay que decir que un autor de ciencia-ficción, Larry Niven en Mundo
anillo, previó mejor que Kubrick en 2001 lo que iba
a suceder este año: una raza extraterrestre cuenta con un aparatito
que, sin siquiera necesidad de implante, desencadena el orgasmo en el
ser humano cuando el operador lo decida; pero los beneficiados reaccionan
no con placer sino con terror. A diferencia del doctor Meloy, el escritor
adivinó, en ese placer sin límite, un punto de horror.
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