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BERLIN OFRECE DISTINTAS MIRADAS SOBRE EL PASADO
Entre Stalingrado y Vietnam

El festival mostró diversas facetas bélicas: desde las ínfulas de �Enemy at the Gates�, hasta el ascetismo de �Beng Khon Chong�.

“Enemy...”, del francés Annaud, tiene puntos muy discutibles.
El film vietnamita, por su parte, muestra la guerra desde la retaguardia.

Por Luciano Monteagudo
Desde Berlín

No habían transcurrido ni cinco minutos desde que se abrió el inmenso telón del Berlinale Palast y los más de tres mil espectadores de la primera función ya se vieron lanzados, por esa máquina del tiempo que es el cine, al 20 de setiembre de 1942, en plena batalla de Stalingrado, con la metralla zumbando sobre las cabezas y la artillería destruyendo todo aquello que apareciera en la pantalla. Fue lo que se dice un comienzo a sangre y fuego para la edición número 51 del Festival de Berlín, que arrancó con la proyección, fuera de competencia, de Enemy at the Gates, una superproducción europea dirigida por el francés Jean-Jacques Annaud en los estudios Babelsberg (en las afueras de Berlín) y con un elenco predominantemente inglés –Jude Law, Bob Hoskins, Ralph Fiennes, el norteamericano Ed Harris– haciéndose pasar, no siempre de manera convincente, por rusos y alemanes.
Detrás de esa apertura calculadamente espectacular, que le debe mucho a la de Rescatando al soldado Ryan, el film de Annaud –que en tiempos de La guerra del fuego y hasta El oso supo tener sus admiradores– se interna en la historia, aparentemente verídica, de Vassili Zaitsev, un soldado raso proveniente de los Urales, que se convirtió en un héroe nacional para el pueblo ruso durante los peores momentos de la guerra, cuando parecía que era inevitable la rendición de Stalin a manos de Hitler. Sucede que Vassili (aquí encarnado por Jude Law, a quien Matt Damon le usurpaba su identidad en El talentoso señor Ripley) tenía un peculiar talento con el rifle y se convirtió, justamente en la batalla de Stalingrado, en un francotirador estrella, promovido por el aparato de propaganda soviético para elevar la moral de una tropa diezmada, según hace saber el film, que hace responsable a Nikita Kruschov (un desaforado Bob Hoskins) de esa promoción.
Cuando en la multitudinaria conferencia de prensa que siguió a la proyección alguien quiso saber cuáles habían sido los modelos que siguió Annaud a la hora de concebir su película, el director evocó a su maestro de juventud, el historiador y militante comunista Georges Sadoul, al cine épico de Vsvolod Pudovkin y Mark Donskoi, y a La batalla del soldado y Pasaron las grullas, entre otros clásicos de la pantalla soviética. Lo curioso del caso es que mientras su película remite a esa estética –que ya tiene medio siglo a sus espaldas– su ideología parece remontarse a los tiempos de la Guerra Fría, por la esquemática pintura que hace de los cuadros superiores del Soviet, al punto que hasta los oficiales nazis parecen más honorables.
Con menos de la mitad de lo que debe haber costado alimentar al millar de extras que participa de Enemy at the Gates, la película vietnamita Beng Khon Chong (Pueblo de viudas), presentada en el Forum del Cine Joven, ofrece en cambio una visión completamente distinta de la guerra, desde la retaguardia, allí donde sólo han quedado mujeres y niños. Apenas si se escucha surcar el cielo a los aviones estadounidense, o se ve llegar a un soldado marcado a fuego por el napalm, pero muy pocos elementos le alcanzan al director Luu Trong Ninh –egresado de la escuela de cine de Hanoi– para dar cuenta no sólo de las consecuencias de la guerra sino también de los graves conflictos entre tradición y modernidad que trajo aparejado el nuevo orden social en su país.
De hecho, esta película forma parte de una muestra monográfica que el Forum le dedica este año al cine de Vietnam, desconocido en Occidente, a no ser por El aroma de la papaya verde, de Trahn Ann Hung, largamente radicado en París. Casi como un apéndice a esta muestra, el Forum también exhibió ayer The American Nightmare, un documental de ensayo en el cual el director Adam Simon (egresado de las huestes de Roger Corman) examina de qué manera el cine de terror norteamericano de los años 60 y 70 –de un realismo inédito hasta entonces– refleja la experiencia de Vietnam.”Filmamos muchas cosas brutales, que recién años después nos dimos cuenta de qué se trataban”, afirma en el film George Romero que, con su clásico La noche de los muertos vivos (1968), no hizo sino exorcizar los fantasmas que por entonces poblaban el imaginario estadounidense, después de presenciar por televisión masacres como las de My Lai.

 

El turno de los argentinos

Hoy y mañana serán en la Berlinale los días del cine argentino. En la competencia, se presenta La ciénaga, ópera prima de Lucrecia Martel, producida por Lita Stantic, que compartirá la jornada con Traffic de Steven Soderbergh, también en concurso oficial. A su vez, en la sección paralela Panorama se verá Sólo por hoy, de Ariel Rotter, y en el Forum Tocá para mí, de Rodrigo Furth que, como en el caso de Martel, también es debutante en el largometraje. La presencia argentina en Berlín se completa con el cortometraje El séptimo día, de Gabriel Lichtmann, un egresado de la Fundación Universidad del Cine (como Rotter), que con este film formó parte de la tercera promoción de las Historias breves.

 

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