Por Claudio Scaletta
Los casi 10 mil millones de
pesos que se habrían blanqueado durante ocho años a través
del triángulo formado por los bancos República, Citibank
y el offshore Federal Bank, revelado por el Senado de Estados Unidos,
parecen haber pasado inadvertidos para los morosos controles del BCRA.
En sendos reportajes, Pedro Pou, titular del Central, afirmó desconocer
las cifras del lavado en la Argentina y consideró, sin embargo,
que los datos divulgados esta semana por el informe del Parlamento estadounidense
fueron elaborados sobre información proporcionada por la propia
autoridad monetaria. Pou prefirió cargar la responsabilidad por
la falta de precisión de sus propios datos sobre las autoridades
locales del Citibank, a las que amenazó con el inicio de una causa
penal. Dos informes firmados por Carlos Fedrigotti, titular de la entidad,
son absolutamente contradictorios, afirmó. Aunque en
principio el Citi había optado, al igual que en otros casos que
lo involucraron esta semana, por el más absoluto silencio, a última
hora de ayer difundió un escueto comunicado en el que lamenta
las declaraciones de Pou y rechaza enfáticamente su
interpretación de los hechos. El Citi agregó que aclarará
el tema directamente con el Banco Central y no a través de la prensa.
Mientras el controvertido Pedro Pou osciló entre el desconocimiento
de cifras y datos y el reconocimiento de la solidez técnica del
informe de los legisladores estadounidenses, fuentes vinculadas con la
lucha contra el lavado, tanto de la Sedronar como del BCRA, prefirieron
encuadrar los hechos en el marco de la disputa de fondo entre los principales
bancos locales y la Embajada norteamericana. Para estos funcionarios no
es neutral que la información aparezca en el preciso momento en
que el presidente Fernando de la Rúa se apresta a decretar la reglamentación
de la ley que combate el lavado de dinero. En la norma, sancionada el
año pasado, aún restan definir algunos aspectos que irritan
a los bancos, en particular los relativos a los alcances de fiscalización
de la Unidad de Información Financiera. Los banqueros argumentan
que una legislación restrictiva puede provocar que inversiones
genuinas se destinen a países vecinos.
Pero la principal preocupación de Estados Unidos estaría
en la envergadura que adquirió el lavado en la Argentina, plaza
a la que se destinarían dineros negros provenientes de otras regiones
calientes de América latina, como Colombia y México. El
principal cuestionamiento al rol del BCRA sería su ineficaz función
de contralor de estas actividades delictivas. Si bien la responsable del
informe de la Superintendencia de Bancos sobre las operaciones sospechosas
de lavado, Alicia López, fue dejada sin funciones dentro de la
institución y a pesar de que Pou haya afirmado que el departamento
que conducía la funcionaria fue subido de categoría,
los resultados de dicha investigación fueron, a juicio de los especialistas,
por demás pobres. Desde el año 96 sólo se detectaron
29 operaciones sospechosas. De este total, apenas 9 se transformaron en
denuncias ante la Justicia. El resultado judicial no se tradujo aún
en condenas efectivas.
A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, donde toda la información
es accesible para quien desee consultarla el informe del Senado
puede consultarse por Internet, en la Argentina los datos de las
operaciones sospechosas son mantenidos en reserva por el Central, cuyos
funcionarios se muestran sigilosos en su relación con la prensa,
cuando no temerosos cuando se trata de segundas y terceras líneas.
El informe de la subcomisión del Senado de Estados Unidos, que
preside el demócrata Carl Levin, involucra al Citibank en la utilización
de bancos corresponsales para introducir dinero negro en la
plaza norteamericana (ver recuadro). En este caso, los corresponsales
fueron el República, propiedad del financista menemista Raúl
Moneta, y el Federal Bank. Según el informe, el Federal, aunque
sirve a clientes argentinos, posee licencia en las Bahamas y declara oficinas
en Uruguay, situaciónjurídica que le facilita gran flexibilidad
frente a los controles de los tres países.
La información contradictoria suministrada por el Citi al Central,
de la que se quejó Pou, fue la que evidencia el triángulo
con el República y el Federal. Así, en 1999 informó
que no tenía elementos que justificaran que el Federal funcionara
como afiliado offshore del República. Tras la investigación
realizada en Estados Unidos, que descubrió la relación,
el Citi rectificó, en agosto de 2000, los datos suministrados inicialmente
al BCRA.
Tal vez el peso de las evidencias emergentes del informe de la subcomisión
dirigida por el senador Levin haya obligado al Central a buscar un chivo
expiatorio, pero lo cierto es que la pelea entre Pou y el Citi significa
la rotura del bloque que enfrenta a los bancos locales con la Embajada
norteamericana, conflicto que seguramente quedará superado cuando
De la Rúa decrete la reglamentación de la ley antilavado.
La ruta del blanqueo
El triángulo entre el Citibank de Nueva York, el República
y el Federal Bank es el que habría permitido las dos fases
finales del proceso de lavado. Una vez que por los más variados
mecanismos se consigue introducir el dinero negro en el sistema
financiero legal, fase que se conoce como colocación,
los bancos corresponsales, generalmente situados en plazas offshore,
proceden a la decantación de los fondos, tarea
mediante la cual, a través de una sucesión de transacciones,
se oculta el origen del dinero para romper la cadena de evidencias.
La última etapa es integración, que consiste
en el paso final de los fondos a la economía convencional,
ya libres de todo rastro ilícito.
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ALIANCISTAS
DISIDENTES LOGRARON REABRIR UNA CAUSA
Investigado por encubrimiento
Los diputados de
la agrupación Argentinos por una República de Iguales (ARI)
pidieron y lograron que la jueza María Romilda Servini de Cubría
reabriera una causa que involucra al presidente del Banco Central, Pedro
Pou, en un supuesto encubrimiento de operaciones de lavado de dinero.
La presentación había sido realizada ayer por la mañana
por la diputada radical Elisa Carrió, los socialistas democráticos
Alfredo Bravo, Héctor Polino y Jorge Rivas, y por el peronista
disidente Juan Zacarías. A última hora de la tarde, Servini
hizo lugar al pedido, que también involucra al segundo de Pou en
el Central, Manuel Domper.
Los legisladores del ARI pidieron la reapertura de la causa porque los
antecedentes de Pou y Domper dan motivos más que suficientes para
dudar de que ellos tengan solvencia moral, idoneidad política y
probidad administrativa, según un comunicado. De acuerdo
con los denunciantes, el Central no controló las operaciones posiblemente
vinculadas con el lavado de dinero en el país. Aunque la causa
había sido archivada por Servini el año pasado, la investigación
impulsada por Carrió y su par mendocino Gustavo Gutiérrez,
retomada recientemente por el Senado estadounidense, influyó para
que se reabriera la carátula.
Por su parte, Bravo afirmó que Pou es la figura principal
que denunciamos, junto con Domper. Son las figuras máximas y el
Banco Central debe estar al tanto de cómo se lava el dinero aquí
en el país. El diputado del ssocialismo democrático
también remarcó que los acusados tienen que saber
cuáles son los bancos que actúan en esa forma. En
tanto, Rivas indicó que la presentación contra los máximos
responsables del Central es por ausencia de control y monitoreo
en las operaciones de lavado de dinero en Argentina.
Pero no sólo el tema de Pou y el Banco Central acaparó la
atención y las fuerzas del ARI; ayer, Carrió también
le pegó duro al propio gobierno aliancista. (José
Luis) Machinea forma parte del establishment que no quiere que se controle
el lavado de dinero, disparó, y también criticó
al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, por haber convocado a Pou para
reglamentar la ley contra el lavado de plata sucia.
En el comienzo de una extensa jornada mediática, Carrió
le aseguró a Radio Del Plata que el Gobierno no tiene voluntad
política para investigar el informe de los senadores estadounidenses
sobre el blanqueo de fondos argentinos de origen ilegítimo. Luego
de afirmar que la administración delarruista no quiere perder
el respaldo de los bancos, la diputada consideró que a
lo mejor el dinero lavado sirvió para financiar campañas
electorales.
Por otro lado, Carrió le pidió al presidente De la Rúa
y al ex vice Carlos Chacho Alvarez que encabezaran la investigación
sobre este tema. Desde el Frepaso no estuvieron faltos de reflejos e informaron
que Chacho se comprometió a impulsar una comisión investigadora
en el Congreso .
Ya por la noche, en un programa por CVN, se emitió otro reportaje
a la legisladora chaqueña; allí aseguró que toda
la estructura de Argentina es de complicidad. Y pese a su anterior
acusación sobre la falta de voluntad política del oficialismo
para avanzar con el tema, solicitó al Gobierno que se ponga
al frente de la investigación, que es lo que prometió en
la campaña.
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