Por Adriana Meyer
Las manos de Domingo Cavallo
terminaron de incinerarse. Su protegido, el ex presidente del Banco Nación
Aldo Dadone, está detenido en la cárcel de Marcos Paz acusado
de haber liderado la asociación ilícita que protagonizó
el escándalo informático IBM-Banco Nación. Ayer fue
indagado por el juez federal Adolfo Bagnasco y aseguró que el dinero
que apareció en una cuenta suiza a nombre su mujer en un
tramo de la ruta de la coima que habría pagado la Big Blue para
obtener el millonario contrato con el Nación era de su hermano.
El ex ministro de Economía había dicho que ponía
las manos en el fuego por Dadone, aunque los hechos que se
sucedieron lo hicieron desdecirse. Consultado por este diario, se negó
a opinar de la novedad.
Con algunas canas más y varios kilos menos que hace seis años
cuando estalló el caso, traje gris claro y camisa blanca, Aldo
Dadone se presentó ayer a las 10 en el juzgado de Bagnasco, puntual
para el inicio de la audiencia. Junto a su abogada, su hija Mariana, pidió
ver toda la prueba que hay en los 88 cuerpos del caso. Lo habría
hecho con cierto tono soberbio, según relataron fuente judiciales.
En ese momento le comunicaron que la calificación del delito que
se le imputa había cambiado y que no sólo sería indagado
por cohecho sino como jefe de una asociación ilícita. Esta
modificación significó su inmediata detención y tuvo
que trasladarse hasta la alcaidía ubicada en el subsuelo de los
tribunales federales.
Fue entonces cuando apareció en escena el abogado de ricos y famosos,
Mariano Cúneo Libarona, para hacerse cargo de una situación
que se había complicado demasiado para la joven Mariana. A las
16 empezó la indagatoria. Dadone se hizo traer en un carrito gran
cantidad de carpetas y empezó a describir detalles sobre su formación.
Mostró diplomas de cursos en Chicago, pero su propio defensor lo
frenó y le explicó que todo eso era para decir recién
en el juicio oral. Mientras tanto, uno de sus hijos esperaba ansioso en
el pasillo del cuarto piso, fumando y atendiendo en forma incesante el
teléfono celular. La declaración se extendió hasta
las 21 y podría continuar hoy.
En mayo de 1998 el juez de Ginebra Michel Graber le confirmó a
Bagnasco la existencia de dos cuentas en la Unión de Bancos Suizos
(UBS) a nombre de las esposas de los hermanos Aldo y Mario Dadone, presidente
e integrante del directorio del Banco Nación respectivamente. Pero
recién a fines del año pasado llegó la información
oficial desde Suiza y el juez dispuso las nuevas indagatorias de ambos
y sus consortes por el delito de cohecho. Ya habían
sido procesados, pero Mario se benefició con una falta de mérito
que le dictó la Cámara Federal, mientras que Aldo quedó
procesado sólo por defraudación. Para los investigadores,
la ratificación proveniente de Suiza de que por esas cuentas había
pasado parte de la coima cobrada por los directivos del Nación
a cambio de direccionar la licitación del millonario Proyecto
Centenario a favor de IBM fue también la confirmación
de que hubo cohecho.
El miércoles Mario Dadone aseguró ante el juez que fue el
fallecido director del Nación Ricardo Imposti quien depositó
1 millón 159 mil pesos en su cuenta porque se la había prestado
para saldar una deuda de 280 mil pesos que tenía con él.
Ayer, Aldo Dadone declaró que el depósito sospechado en
la cuenta a nombre de Antonia Albarracín de Dadone en el UBS realizado
en dos transferencias que totalizaron 1 millón 200 mil dólares
lo hizo su hermano. Los fiscales Carlos Cearras y Pablo Recchini le preguntaron
por qué no usó una de las tres cuentas suizas que tenía
Mario. El imputado respondió que la suya era más segura
para hacer determinadas operaciones y aseguró que el resto de dinero
que había en esa cuenta era suyo. Le preguntaron para qué
la abrió su esposa en junio de 1993. En este punto su exposición
se volvió confusa. Ella no es mi esposa pero es como si lo
fuera, indicó. Pero, ¿están casados o
no?, insistieron los funcionarios judiciales. Dadone respondió
que no. Sin embargo, la información de Suiza mencionó a
Albarracín de Dadone. El ex presidente del Nación
explicó que le abrió la cuenta a su mujer comoprevisión
por si me pasaba algo (ver aparte), y que cuando ella le consultó
para qué la quería, la contestación que le dio fue
vos mejor que no sepas nada. Su hermano sí sabía
de la existencia de la cuenta pero Dadone declaró que no le explicó
nada a la mujer porque para mis cosas personales soy muy reservado.
Ayer Albarracín de Dadone se negó a declarar.
Dadone intentó defenderse argumentando que la información
que la UBS le mandó al juez suizo no es correcta. Le replicaron
que la traducción que integra el expediente fue realizada por peritos
del Banco Central y si acaso insinuaba que ellos también mentían
o estaban errados. Dadone lo miró a Cúneo Libarona y contestó
que sí. El letrado levantó la vista al techo y puso su mirada
en otro lado. La otra línea de razonamiento fue negar la existencia
misma del caso y atribuirlo a una invención. De hecho, Dadone había
calificado al denunciante Santiago Pinetta como loco, mentiroso
y falso periodista, lo que le valió una querella por calumnias
que todavía se dirime en la Justicia criminal y correccional.
En 1997 Dadone estuvo prófugo durante dos meses hasta que la Cámara
Federal revocó la orden de captura que Bagnasco había dictado
en su contra. Durante toda la tarde de ayer, el eternamente bronceado
Cúneo Libarona lustró con sus caminatas desesperadas los
mármoles de Comodoro Py. Seguramente hubiera esperado que el juez
enviara a un encierro más cómodo a su flamante cliente,
que tiene 62 años. Aunque la nueva cárcel de Marcos Paz
ya cuenta con un sector VIP.
PERFIL
DE UN VIEJO AMIGO DE DOMINGO CAVALLO
El Mingo se quemó las manos
Aldo Dadone y Domingo Cavallo
fueron amigos, muy amigos durante 26 años. Podría decirse
que sus vidas recorrieron un mismo camino que atravesó todos los
ámbitos de la vida, personal, familiar y hasta laboral. Fueron
la imagen de la simbiosis perfecta. Pero la perfección no existe.
Córdoba vio a Dadone triunfar en sus estudios. Sus altos promedios
le permitieron acceder a una beca en la Universidad de Chicago. La experiencia
lo deslumbró y después de hablar con Sonia Abrazian, la
esposa del ex ministro, convenció a Cavallo de hacer su doctorado
en Harvard. No era mala idea, porque tiempo después, cuando integraron
la Fundación Mediterránea, habían generado relaciones
en las dos grandes escuelas del pensamiento económico. Aun así,
durante mucho tiempo la amistad los llevó a probar suerte en diferentes
emprendimientos inmobiliarios y hasta fundaron el Banco Edificador. Durante
la última dictadura juntos trabajaron y militaron en el Integralismo,
un movimiento muy cercano al catolicismo cordobés que formó
profesionales para el gobierno militar.
Siempre estuvieron juntos. Incluso durante la experiencia de Cavallo en
el Banco Central en 1982. Hecho que le sirvió a Dadone para poder
escribir las réplicas a las críticas que recibía
su amigo Mingo por haber participado en el gobierno militar.
El acercamiento de Cavallo a Carlos Menem fue altamente provechoso para
Dadone, quien poco después de que su amigo fuera nombrado ministro
de Relaciones Exteriores, el hoy reo fue designado embajador extraordinario
y plenipotenciario. La amistad estaba más fuerte que nunca y pareció
que nada podría hacerle mella cuando Cavallo, ya en la cartera
de Economía, lo ungió presidente del Banco de la Nación
Argentina.
Ninguno de esos cargos evitó que Dadone, de reconocido fervor católico,
viajara a Salta cada 15 de septiembre para renovar su fidelidad al Cristo
de los Milagros, donde suele repetir, mientras saluda a la imagen con
un pañuelo blanco: Nosotros somos tuyos y tú eres
nuestro.
Poco después de que estallara el escándalo de las coimas
en el affaire IBM-Nación, con Dadone y Juan Carlos Cattáneo
encabezando la lista de sospechosos, Cavallo creyó en su amigo
y dijo: Pongo las manos en el fuego por él. Pero después,
con el desarrollo de la causa, la cuenta en Suiza a nombre de Antonia
Albarracín, la segunda esposa de su amigo, y la fuga de éste
a Miami, Cavallo no tuvo más remedio y sentenció el fin
de la amistad: Dadone me defraudó.
Los que conocen al economista encarcelado lo definen como un hombre paternal,
solidario y temeroso de las mafias. Debe ser cierto, porque cuando
apareció ahorcado en la Ciudad Universitaria el empresario Marcelo
Cattáneo, se asustó tanto que vivió varios meses
escondido en una casita en Córdoba.
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