El Gobierno anunció ayer una nueva señal de protesta en
el conflicto diplomático que viene manteniendo con Cuba: tal como
anticipó Página/12, Fernando de la Rúa retendrá
por tiempo no determinado al embajador argentino en La Habana,
Oscar Torres Avalos, quien ya había sido convocado en consulta
luego de que Fidel Castro acusara al Gobierno de lamer la bota yanqui.
La Cancillería justificó la medida en las expresiones del
embajador cubano en Buenos Aires, Alejandro González Galiano, cuyos
conceptos ratifican los agravios de Castro. Si con esta protesta
el Gobierno da por superado el incidente o no, lo resolverá hoy
el ministro Adalberto Rodríguez Giavarini cuando vuelva de su gira
norteamericana y se reúna con el Presidente.
La resolución fue comunicada por el vicecanciller Horacio Chighizola
al encargado de negocios de la representación diplomática
argentina en La Habana quien, a su vez, debía transmitirle la novedad
al gobierno castrista. En Cancillería suponían que ahora
Cuba contestaría con alguna medida por el estilo como, por ejemplo,
citar a informar a su embajador, quien, en la conferencia de prensa que
brindó el miércoles, se despachó a gusto contra Rodríguez
Giavarini. Está fraguando una nueva traición,
sostuvo, en referencia a una supuesta repetición del voto argentino
contra Cuba en las Naciones Unidas.
En la última escala de su visita a Estados Unidos, Rodríguez
Giavarini le dejó al secretario general de la ONU, Kofi Annan,
la ratificación del Tratado de Roma que establece la creación
de la Corte Penal Internacional, como muestra del compromiso de
la Argentina con los derechos humanos. Más allá de
la nueva medida de protesta adoptada contra Cuba la cuarta desde
el fin de semana, el canciller extremó la prudencia en sus
declaraciones. El Gobierno está analizando la situación
con toda racionalidad, con toda prudencia, como corresponde, ya que ése
es el estilo de la Cancillería, indicó. A Rodríguez
Giavarini le interesaba demostrar mesura luego de haber recibido una gama
de calificativos variados de parte de las autoridades y hasta de la prensa
cubana.
En la Alianza apostaban por un enfriamiento del conflicto que, a esta
altura, se podría decir que ya escaló a niveles imprevistos.
El ex vicecanciller radical Raúl Alconada Sempé admitió
que todavía le cuesta comprender cómo una diplomacia
profesional como la cubana ha entrado en una espiral de adjetivos y descalificaciones
que no son propios de ellos. Alconada Sempé, como varios
dirigentes de la Alianza, rechazó los términos en los que
se refirió Castro al Gobierno, pero eso no alcanzó para
modificar su postura proclive al cambio de voto argentino en la ONU. Es
que dentro de la coalición, son mayoría quienes impulsan
la abstención.
Así se pronunciaron el miércoles Raúl Alfonsín
y Carlos Chacho Alvarez. Incluso, el ex vicepresidente puso
el acento en la necesidad de que la Alianza rompa la idea de obsecuencia,
de seguimiento automático hacia Estados Unidos. Ayer, un
poco sorpresivamente dado el tema, se sumó a este grupo el gobernador
de Entre Ríos, Sergio Montiel. Hubiese deseado en su momento
que la Argentina hubiera mantenido el voto que anteriormente se daba en
relación a la situación de Cuba, que era la abstención,
opinó Montiel, luego de entrevistarse con De la Rúa por
un motivo totalmente ajeno al conflicto.
Si lo que Castro pretendía era abrir un debate interno acerca de
la posición argentina en la Comisión de Derechos Humanos
en la ONU, lo logró. El tema ya pasó a formar parte de la
agenda de gobierno y, de acuerdo con lo adelantado por el secretario general
de la Presidencia, Horacio Jaunarena, será debatido en la reunión
que mantendrá la semana próxima el flamante grupo de trabajo
de la Alianza.
El Presidente, en tanto, no rompió el silencio que mantuvo sobre
el tema desde que se desató el conflicto. El vocero presidencial,
Ricardo Ostuni, confirmó que hoy De la Rúa recibirá
el cuadro de situación de parte de Rodríguez Giavarini,
una vez que el canciller llega al mediodía converse
con Torres Avalos y Chighizola. Será un día agitado
de reunionesy, después, hará un resumen para que sepamos
cómo continúa o culmina este episodio, informó.
OPINION
Por Eduardo Jozami *
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Los puentes de Porto
Alegre
El movimiento iniciado en Seattle hace menos de dos años
mostró en Porto Alegre un avance notable. Aquellas manifestaciones
que sacudían las calles cada vez que se reunían los
dueños de la economía mundial mostraban cuán
diversos eran los intereses afectados por la hegemonía neoliberal.
Parecía imposible, sin embargo, que pudieran coincidir en
una propuesta común. Los sindicalistas del Primer Mundo recelaban
de los ecologistas, a quienes atribuían escasa preocupación
por el empleo, mientras que los agricultores europeos cuestionaban
la globalización reclamando una protección que mal
se aviene con el reclamo de abrir los mercados para los países
de la periferia: demasiado heterogéneo parecía el
arco de las protestas y los discursos (verdes, feministas, anarquistas,
marxistas más o menos tradicionales) que las expresaban.
En Porto Alegre, esos sectores pudieron dialogar y echar puentes
entre ellos. El discurso de José Bové, el mediático
dirigente de los campesinos franceses, gana audiencia entre los
ecologistas y los movimientos agrarios del tercer mundo en la medida
en que hace blanco de sus ataques a las trasnacionales de la biotecnología;
por otra parte, las propuestas para limitar la omnipotencia del
capital financiero (como la tasa Tobin sobre las operaciones especulativas
con divisas) concitan la adhesión tanto de sindicalistas
como de muchos empresarios y de la totalidad del espectro político
presente en el Foro. Hasta el tradicional rechazo de las ONG y muchos
movimientos sociales hacia los partidos debía expresarse
de otro modo en una ciudad gobernada hace 12 años por un
partido con fuerte inserción social que ha hecho eje de su
política en la ampliación de la participación
popular.
Junto con experiencias valiosas y propuestas creativas se reiteraron
también viejos discursos y planteos sectarios. No podía
ser de otro modo, puesto que el acierto de Porto Alegre residió
en la amplitud de su convocatoria. Esto es como una Feria,
se muestra todo y tú eliges lo que te gusta, decía
al recibirnos Marco Aurelio García, el actual secretario
de Cultura de San Pablo, refiriéndose a las decenas de talleres
que se sucedían simultáneamente y al incesante desfile
de gentes de todo el mundo. También debería lamentarse
que la teleconferencia con Davos valiosa como reconocimiento
de la repercusión del Foro se haya centrado excesivamente
en la confrontación, desperdiciando la posibilidad de exponer
ante millones de teleespectadores una perspectiva diferente de análisis
de la economía mundial. Pero, sobre aciertos y errores, Porto
Alegre muestra el peso de las fuerzas que hoy cuestionan el orden
neoliberal.
En ese contexto sesionó el Foro de Autoridades locales por
la inclusión social, donde me tocó representar al
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Se conocieron allí
experiencias tan ricas como la de muchas comunas brasileñas
gobernadas por el PT donde se generaliza el presupuesto participativo
y la de Lisboa, que enfrenta decididamente la emergencia habitacional
y destina la tercera parte de su presupuesto a esta tarea. Es en
la ciudad se afirmó donde se manifiestan con
más fuerza la pobreza y la exclusión y por eso es
decisivo el rol de los gobiernos locales. Sin embargo, aclaró
muy bien la nueva intendente de San Pablo, haríamos mal si
limitáramos la acción de los gobiernos progresistas
de las ciudades a compensar los desastres causados por las políticas
de ajuste; el objetivo común, agregó Marta Suplicy,
debe ser un cambio más profundo de las políticas en
la región. Las marcadas afinidades y las acciones comunes
entre los gobiernos de Montevideo, Buenos Aires, Rosario, San Pablo,
Porto Alegre y otras ciudades del Brasil se inscriben en ese espíritu
que predominó en el Foro Mundial, la búsqueda de alternativas
al pensamiento único neoliberal.
* Subsecretario de Vivienda del Gobierno de la Ciudad (Frepaso).
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