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EL FISCAL PIDIO ANOCHE LA DETENCION DE UN SOSPECHOSO
Miramar tiene su caso Nair Mostafá

Natalia Melmann, de 15 años, había desaparecido el domingo. La buscaron 100 policías pero la encontró un chico, con sus perros. Fue violada y ahorcada. La gente atacó la comisaría de Miramar y el fiscal ordenó la detención de un sospechoso.

El cadáver, en avanzada descomposición, fue hallado en un bosque cerca de la playa.

Por Horacio Cecchi

Ayer a las 8 de la mañana, después de cuatro días de haber sido vista por última vez, Natalia Melmann, de 15 años, fue hallada muerta, presuntamente violada y luego estrangulada con un cordón, en un sector de vegetación cerrada del Vivero Dunícola Florentino Ameghino, de Miramar. No fueron los casi 100 policías que rastrillaron desde el lunes por la noche, con perros, baqueanos y helicópteros, y ayudados por empleados municipales, familiares y amigos de Natalia, quienes la descubrieron. El cuerpo fue encontrado por un chico de 10 años que ayer, ingenuamente, paseaba sus dos galgos por el lugar. Anoche, el fiscal Pablo Pagella confirmó a Página/12 que pidió la detención de quien aparecía como el principal sospechoso: Gustavo Fernández, un ex condenado a 9 de años de prisión, que salió en libertad de la unidad penal de Batán, y que fue la última persona que la vio con vida, según él mismo había declarado ante la Justicia. El sospechoso tenía un rasguño en su rostro. El padre de la víctima responsabilizó a la policía por la deficiente búsqueda de su hija. Como en el caso Nair Mostafá –la nena asesinada en 1989 en Tres Arroyos–, la gente arremetió contra la inacción policial: tras una multitudinaria marcha de silencio, un grupo de jóvenes atacó la comisaría de Miramar (ver nota aparte).
El cuerpo de Natalia Melmann apareció en un sector de vegetación muy tupida, a unos 400 metros de la playa y 600 metros hacia el centro del vivero desde su vértice sur. Se encontraba semidesnuda, con su camisa arrollada sobre su cuello, y sus jeans y ropa interior a la altura de los muslos. El cuerpo se encontraba semioculto debajo de hojas secas y ramas, y mostraba los efectos de un avanzado estado de putrefacción. A tal punto que sus familiares sólo pudieron reconocerla por sus ropas.
Los galgos que paseaban con su dueño de 10 años, y más rápidos que los sabuesos, fueron los verdaderos responsables de poner fin a la búsqueda, que se extendió desde el lunes por la noche (ver aparte). “Estaba boca arriba, con la blusa amontonada en el cuello, el jean hasta las rodillas y su antebrazo derecho perpendicular al suelo y con la mano crispada”, explicó a Página/12 el periodista Alberto Pensotti, del semanario local El Planeta. Pensotti fue el primero en llegar al lugar, después de los dos galgos, del chico y del jefe de los Bomberos de Miramar, en ese orden. Alrededor de las 9 arribó el comisario local Carlos Grillo y de inmediato un precintado cerró el acceso a periodistas y curiosos. Poco después, uno de los dos hermanos mayores de Natalia, Nahuel, concurrió al lugar y reconoció el cuerpo de su hermana. Alrededor de las 11, llegó al vivero Gustavo Melmann, padre de Natalia, provieniente de Necochea, hasta donde se había extendido la búsqueda.
Según la reconstrucción de los últimos pasos de Natalia, el sábado por la noche estuvo con unas amigas en la disco Amadeus, ubicada en la 35 y 6, en la zona de los pubs próxima al muelle. A pocas cuadras del lugar se extiende el vivero. “En Amadeus se encontró con tres personas –reveló un investigador a este diario–. Una era el ex novio (Maxi), el otro su actual pareja.” La tercera persona es la misma que fue acusada un día antes por el mismo Gustavo Melmann. “Se llama Gustavo Fernández, vive en un barrio humilde próximo al Barrio El Carocito, al sudoeste de la ciudad –señaló la misma fuente–. Entre 6.30 y 7, Natalia salió caminando de la disco. La acompañaban Maxi, su novio y Fernández. Los dos primeros se abrieron. Fernández fue el último que la vio con vida.”
El hombre fue citado el lunes a declarar como testigo. Sostuvo que acompañó a Natalia unas seis cuadras y que luego él tomó por la calle 12. La 35 se encuentra a una cuadra de la entrada del vivero. A mil metros, fue descubierto el cuerpo. Al ser citado, Fernández habría exhibido un detalle que no pudo explicar: un rasguño en su rostro. Ayer, uno de los datos surgidos de la autopsia indicaban que entre las uñas de la joven se encontraron restos de epidermis. Apenas terminó su declaración, Fernándezse retiró. Su vivienda fue allanada y, según una fuente judicial, se secuestraron “elementos que podrían coincidir con el caso”.
Otro dato con que cuenta la Justicia proviene de dos policías a bordo de un patrullero de Seguridad Vial, que se toparon con Natalia alrededor de las 7.30. Buscaban un auto que había fugado después de un choque. Fernández mencionó el encuentro con la policía. Por último, una segunda línea de la investigación analizaba la aparición de dos camioneros de Chapadmalal, que durante la noche del sábado se presentaron en Amadeus como policías de Narcóticos de Necochea.
Ayer, a las siete de la tarde, peritos de la Morgue marplatense iniciaban la autopsia. “Se desprende que fue estrangulada con un cordón y se encontraron signos de una posible violencia sexual”, señaló anoche el fiscal general adjunto marplatense, Juan Manuel Pettigiani. El caso sacudió al gobierno bonaerense: ayer, el ministro de Seguridad, Ramón Verón, aseguró que “se amplía a este caso la recompensa de 100.000 pesos anunciada para quienes aporten datos sobre el asesino serial de Mar del Plata”. De todos modos, Pettigiani no encuentra similitudes con la muerte de Natalia.
Entretanto, mientras los forenses realizaban la autopsia, en Miramar, familiares, amigos y con el apoyo del intendente, el aliancista Enrique Honores, realizaban una marcha de silencio reclamando el esclarecimiento del crimen. Al finalizar la concentración, un grupo de jóvenes atacó a pedradas la comisaría de Miramar.

 

Crónica de una búsqueda inútil

Llamativamente, el vivero fue rastrillado en cinco oportunidades por los sabuesos policiales y sus mastines, sin resultados. La última pasada tuvo lugar el día anterior a que se descubriera el cuerpo. Pero antes del hallazgo, desde el lunes a la noche, cerca de un centenar de uniformados se desplegó en un inmenso operativo que no sólo hurgó Miramar y su vivero, sino también las localidades vecinas de Mar del Sur y Centinela del Mar, y alcanzó incluso hasta Necochea. Participaron efectivos de comisarías, de caballería, la Jefatura Departamental, uniformados de la División Perros y sus canes, la Guardia de Infantería, se utilizó un helicóptero y baqueanos. Además, se contó con el apoyo de la intendencia, que proporcionó camiones para transportar empleados municipales. Pero no sería semejante despliegue el que terminaría por descubrir a la adolescente, sino dos galgos particulares y su dueño de 10 años que pasaban casualmente por el lugar.

 

INDIGNACION CONTRA LA “INEPTITUD POLICIAL”
Cascotes contra la policía

La cita era ayer a las ocho de la noche, en la peatonal. La indignación de los familiares de Natalia armó casi espontáneamente la marcha de silencio. No era la primera. Pero ayer todo fue diferente. Natalia ya estaba muerta. Alrededor de cinco mil personas, encabezadas por los padres y hermanos de Natalia, y el intendente Enrique Honores, marcharon con pancartas exigiendo el hallazgo de los culpables. Pero la indignación contra lo que Gustavo Melmann, padre de Natalia, calificó como “ineptitud policial”, estalló después. Un grupo de jóvenes comenzó a lanzar cascotes contra la comisaría, al grito de “¡Asesinos!”. La policía respondió con gases lacrimógenos y balas de goma. Hubo destrozos en la comisaría, un uniformado herido de un cascotazo, refriegas y confusión.
El estado de indignación comenzó a percibirse días antes, en las marchas de silencio que aún se perdían entre los turistas de la peatonal. “El padre hizo la denuncia el domingo y las autoridades judiciales caratularon la causa como fuga de hogar”, dijo a Página/12 Andrés Barbieri, abogado de la familia. “Había más que indicios de que se trataba de una desaparición. Minimizaron el tema como en el caso de Nair Mostafá. Los fiscales recibieron la denuncia y se la pasaron al juez de menores. Ahora aparecieron, cuando las papas queman.”
Y ayer, las papas quemaban. Poco después de descubrirse el cuerpo de Natalia, Gustavo Melmann, en el vivero, cargó contra la policía: “¡Van a saltar todos los policías que intervinieron en el caso!”, gritó. Uno de sus hijos, Nahuel, criticó la búsqueda policial: “Estaba a mil metros de la zona de los boliches y no la detectaron”. Ayer, el baqueano Bernardo Olguín exasperó aún más los ánimos cuando aseguró que la policía no le permitió registrar el lugar donde luego fue hallado el cuerpo y lo desvió hacia Mar del Sur.
Fue demasiado. Por la noche, la marcha –participaron cinco mil personas, incluyendo a los familiares y al intendente Enrique Honores– estalló sobre la comisaría dirigida por Carlos Grillo. “¡Asesinos!”, se escuchó gritar. Y comenzaron a llover cascotazos de indignación. Ocho patrulleros, una nutrida guardia de infantería, y un autobomba, respondieron con agua, gases lacrimógenos y balas de goma. Un policía resultó herido y la comisaría quedó con sus vidrios destrozados. Ayer, era difícil eludir la sensación de indignación.

 

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