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ENTREVISTA A JACQUES MORELENBAUM, A PUNTO DE VISITAR LA ARGENTINA
“Tuve que desmitificar a Tom Jobim”

El exquisito cellista, arreglador de Caetano Veloso y dueño de un currículum envidiable, se presentará aquí, gratis, para interpretar perlas escogidas de uno de los padres de la bossa nova. �Al principio le tenía miedo, pero en la música no hay lugar para eso�, dice.

El cuarteto Jobim-Morelenbaum, integrado también por la hija de Jacques y los hijos de Tom.

Por Fernando D’Addario

Hablando desde su casa en los altos de un morro, con una exquisita vista de Río de Janeiro, Jacques Morelenbaum ensaya sin querer una alegoría de su propio oficio: “trabajar” la música con una mirada panorámica, que le permite, desde su sensibilidad erudita, colorear las iniciativas de los artistas más diversos, en su paleta de arreglador y productor policromático. Con su cuarteto Jobim-Morelenbaum (integrado además por su hija, la cantante Paula Morelenbaum, y los hijos de Jobim, Daniel y Paulo) cerrará el domingo 18 el festival gratuito “Telecom Jazz & Cocktails” (ver recuadro), que se llevará a cabo en el Anfiteatro de Puerto Madero, Costanera Sur. “Será mi primera experiencia al aire libre en Buenos Aires, algo que tenía muchas ganas de hacer porque la música, y especialmente la de Jobim, tiene una relación directa, profunda, con la naturaleza”, sostiene el cellista, un admirador de la música de Piazzolla y Saluzzi, en la entrevista con Página/12.
Conocido por unos cuantos como el brillante arreglador de Caetano Veloso, valorado por unos pocos a raíz de su trabajo con Ryuichi Sakamoto y disfrutado por muchos que, sin conocerlo, se conmovieron con la música de Estación Central, Morelenbaum mostrará en la Argentina su pasión por Tom Jobim, con quien trabajó durante diez años, hasta su muerte. “Este grupo empezó con una fidelidad absoluta a la concepción musical de Tom, por el respeto enorme que le tenemos. Pero después fuimos entablando con su música una relación jazzística, en la que nada es definitivo. Tocamos canciones poco grabadas, o poco tocadas, además de algunos clásicos. Y aun así, su repertorio es inagotable.” Hace una semana terminó otro CD con Sakamoto, “también interpretando música de Jobim. Ahí encontramos un punto en común para nuestras pasiones, porque él es un fanático de Tom, y Tom tiene todo un universo fuera de la bossa nova”.
–¿Existe un “estilo Morelenbaum”?
–Espero que sí (risas). Lo que no puede ocurrir es que mi estilo se superponga con el del artista. Debe haber una complementación, como si la canción fuera un dibujo en blanco y negro y yo me encargara de colorearlo.
–Al hacer la música de “Central do Brasil”, subió su exposición.
–Cuando hago música para películas quedo más en evidencia como compositor, aunque el arreglo también tiene un componente de creación muy fuerte. De todos modos, los procesos creativos son muy distintos. En un film el director expone lo que quiere y hay un trabajo solitario, de traducción de esas ideas en un papel. Pero también está de por medio el tema de la imagen, que en una película es, en principio, más concreta que en un disco. De todos modos, cuando hago un disco, también estoy pensando en imágenes, porque la tarea de un arreglador se parece, otra vez, a la de un pintor: tiene que ver con los colores que le ponés a la música.
–¿Su formación es un aporte racional a su sensibilidad?
–En todo músico lo racional debe estar al servicio de la emoción. Yo fui desde antes de los diez años un loco fanático por los Beatles. Y después me empezó a gustar la música popular brasileña. Entonces, así como fui adquiriendo una formación musical clásica, al mismo tiempo me nutrí de otra información, también en otros planos, como el teatro y el cine.
–¿Y nunca sintió, o le hicieron sentir, que el cello no era el instrumento más natural para hacer música popular?
–Al principio me pasó eso. Sentí dificultad por la falta de experiencia. Pensaba que si quería hacer música popular me debía dedicar al piano, que sí estaba aceptado, o la guitarra. Yo era fanático de los Beatles, veía el trabajo que había hecho George Martin sin ningún prejuicio musical, escuché después a Villalobos, y me pregunté: “¿Por qué no el cello?”.
–Caetano no escribe música. ¿Usted debe ser el traductor de sus ideas?
–No escribe académicamente, pero tiene todo en la cabeza. Nuestra relación es muy simple. Me muestra en un casete lo que se le ocurrió, o me lo toca en la guitarra, hablamos mucho, y muchos de los arreglos que yofirmo y salen en el disco son pedidos de él. Para mí es muy simple leer música, pero si no anoto hay muchas cosas que me olvido. El tiene muy desarrollada la memoria, por eso no necesita escribir.
–Los dos principales músicos brasileños con los que ha trabajado son Caetano y Jobim, ambos geniales, pero muy distintos. En su juventud, ¿se sentía más cerca del tropicalismo o de la bossa nova?
–Del tropicalismo. Es que yo tocaba en una banda pop, que se llamaba A Barca do Sol, y tenía muchas más influencias de Milton, de Bahía. La bossa me empezó a pegar más fuerte en los últimos años de los ‘70.
–¿Y qué sensación le produjo, después, arreglar la música de Jobim, que parecería que ya está “arreglada” de antemano?
–Miedo. Tenía miedo de invadir ese mundo privado que tenía Tom. Desde que lo conocí, comencé un proceso de desmitificación de su figura. Un proceso que nunca se completó. En mi primer ensayo con él, con muchas dudas, le pregunté: “Maestro, ¿qué desea que yo haga?”. Y me dijo: “Haga lo que quiera”. Me dio más miedo. Esa libertad excesiva me daba la oportunidad de herir su música, y eso es lo que yo no quería. Me puse a trabajar y comprobé una vez más que el miedo no tiene que ver con la música.
–En el ‘87 grabó con él “Inédito Tom Jobim”, que transmite una gran familiaridad...
–Sí, porque ése fue el clima en el que se hizo. Lo grabamos en la casa de Tom, con ambiente familiar, ventanas abiertas, vista al parque. Es natural que haya salido un disco muy relajado.
–Por una cuestión generacional, a Caetano Veloso no habrá tenido que “desmitificarlo”...
–Está más próximo a mí. Pero cuando uno mitifica no tiene que ver con la edad sino con la admiración. También con él corrí ese riesgo...
–¿Es por modestia o por bajo perfil que prefiere trabajar a la sombra de algún gran artista? ¿No piensa en su carrera solista?
–Es que mi agenda estuvo en los últimos años repleta de compromisos. Estuve con Jobim, Gismonti, Caetano, Sakamoto. Me gusta el oficio de arreglador y productor. No sé cuántos años voy a vivir. Puede ser que nunca llegue a hacer algo totalmente mío, pero siento que también estuve haciendo música. No importa si solo o con otros. Me siento realizado.

 

Los nombres del festival

La segunda parte del “Telecom Jazz & Cocktails” (la primera se llevó a cabo en enero, con Walter Malosetti, Gillespie y Willy Crook, entre otros) se desarrollará entre el viernes 16 y el domingo 18. Además del Cuarteto Jobim-Morelenbaum, el otro plato fuerte del evento será, el sábado, el legendario saxofonista estadounidense Dewey Redman, que tocará por primera vez en Sudamérica, al frente de un grupo que completan un pianista, un bajista y un trompetista. Redman ganó prestigio tocando con músicos como Keith Jarrett, Ornette Coleman y Pat Metheny, y a los 70 años sigue siendo uno de los instrumentistas fundamentales del jazz. Actuarán también el Manuel Fraga Quinteto, Horacio Fontova, Latinaje con Pipi Piazzolla (el viernes), mientras que el sábado, dedicado al funky, jazz & blues, estarán Giusti Corp., El Gonzo y las Blacanblus.

 

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