Por Carlos Rodríguez
Pasada la medianoche del jueves,
después de haber mirado una película por la televisión,
diez chicos que estaban alojados en el Instituto Manuel Rocca, en el barrio
porteño de Floresta, se fugaron por una claraboya, ubicada a tres
metros de altura, luego de recurrir según la policía
a un recurso de reminiscencia circense: armaron una pirámide
humana y fueron saltando por turno hacia la libertad, colgados de
una soga armada con sábanas y prendas de vestir anudadas entre
sí. Se escaparon diez de los 14 que estaban en el salón
comedor, frente a la TV, y los que se quedaron no habrían
tenido participación en la fuga, estimaron fuentes del Consejo
Nacional del Menor y la Familia. Pertenecen al organismo los 20 guardias
que se encontraban de turno para custodiar sin armas, como marca
la ley a los 186 internos que tiene actualmente el instituto. Los
celadores son investigados para saber si hubo alguna negligencia.
Los que se fugaron son chicos que tienen entre 15 y 18 años
y que tienen causas abiertas, sin resolver, por delitos contra la propiedad
(robos), explicó a este diario una asesora letrada del Consejo.
Los menores estaban internados, en algunos casos, desde hacía un
par de meses y, en otros, desde alrededor de un año. Durante la
fuga no se produjo ninguna escena de violencia y ahora fueron notificados
de lo sucedido todos los juzgados de menores vinculados con las causas
en las que están involucrados estos chicos. El escape es
investigado por la jueza de menores María Rosa Cassara, con intervención
de la secretaría a cargo de la doctora Mariana Rabecoff.
La fuga, que habría sido planificada, según estimaron fuentes
policiales, se produjo desde el salón comedor, donde está
ubicado uno de los pocos aparatos de TV que tiene el instituto. El horario
para permanecer ante la pantalla finaliza por lo general a las 22, pero
muchas veces cuando hay algún partido de fútbol o
cuando lo solicita algún grupo de chicos, las autoridades
del instituto permiten que el horario se prolongue. El jueves, según
la información aportada por los guardias, la autorización
estiró la sobremesa hasta más allá de la medianoche.
Todo hace pensar que la fuga ocurrió entre la 0.15 y la 0.30 del
viernes.
El escape fue por una claraboya, ubicada sobre una de las paredes, a una
altura que fue estimada entre los 2,30 y los tres metros de altura. En
el lugar no hay mesa ni escalera ni elemento alguno que pueda ser arrimado
a la pared para escalar. Un chico solo no puede llegar, salvo que
se suba uno sobre los hombros de otro, y el otro del otro, y así
sucesivamente, estimó una fuente de la Comisaría 43ª,
que fue llamada a intervenir. El hueco en la pared, que todos coincidieron
en describir como muy estrecho, tenía algún
barrote del lado externo. Las verificaciones realizadas ayer determinaron
que personas delgadas, con algún esfuerzo, pueden salir sin
mayores problemas.
No bien soltaron la respiración, luego de achatar el vientre para
escabullirse por la abertura, los hoy prófugos salieron a los techos
más altos, se deslizaron hacia otros más bajos, se arrojaron
sobre el césped que circunda las celdas hay incluso una pileta
de natación, cruzaron el verde, volvieron a trepar, esta
vez a unos árboles y desde ellos se subieron al muro perimetral,
de entre cinco o seis metros de altura. Desde allí, mientras sonaba
la tradicional música circense que acompaña al salto
mortal, llegaron a la calle deslizándose por las sogas armadas
con sábanas. El Rocca está ubicado en una manzana casi triangular
compuesta por la avenida Segurola y las calles Juan Agustín García,
Atahualpa y Elpidio González. En el barrio, las calles son eternamente
oscuras.
Una fuente del Consejo explicó que los custodios se encontraban
apostados fuera del comedor, desde donde es imposible escapar,
siempre que a nadie se le ocurra saltar por la empinada claraboya, apelando
al renovado truco de la pirámide humana. El muro perimetral,
como corresponde a un instituto de menores, no tiene guardia armada, ni
casetas vigiladas, ni medidas de máxima seguridad como una cárcel
para adultos. Ensuma, cuando los guardias fueron a buscar a los 14 trasnochadores,
sólo encontraron a cuatro. Nadie supo decir qué película
estuvieron viendo. No estaban programadas ni La Fuga, ni El Gran Escape
ni Para Nosotros la Libertad. Tampoco Pollitos en Fuga, que ni siquiera
salió en video.
EL
ATLANTIS SE ACOPLO A LA ESTACION ESPACIAL
Houston, aquí sin problemas
Atención Houston,
no tenemos ningún problema. Eso pudo haber dicho el comandante
del transbordador espacial Atlantis, Kenneth Cockrell, después
de acoplar con éxito su nave a la Estación Espacial Internacional
(ISS), con el objetivo de integrar el laboratorio espacial Destiny que
lleva a bordo. Este laboratorio será el centro neurálgico
de la ISS, y costó la friolera de 1400 millones de dólares.
El acoplamiento fue transmitido en vivo por la NASA, luego de tres semanas
de retrasos por problemas técnicos.
En este vuelo espacial, el primero tripulado del nuevo milenio, el Atlantis
llevaba en su bodega al Destiny, la valiosa carga que se convertirá
en el primer laboratorio científico de la ISS, un proyecto conjunto
de 16 países y en el que se llevan invertidos 60 mil millones de
dólares. Esa pieza, la más cara de la estación, es
un enorme cilindro de 9 metros de largo, y a partir de hoy comenzará
la difícil tarea de conectar el Destiny a la ISS, labor que requerirá
de tres salidas al espacio durante los próximos once días.
La computadora de alta velocidad a bordo del Destiny permitirá
a la NASA comunicarse mucho mejor con los tripulantes de la estación
y maniobrar por primera vez cuatro gigantescos giroscopios instalados
hace tres meses y que mantienen el rumbo de la estación. La NASA
podrá tener también un mayor control sobre la estación,
cuyas operaciones diarias están siendo manejadas, hasta ahora,
por las autoridades espaciales rusas.
Además de los equipos, el Atlantis llevó a los tres astronautas
de la ISS un norteamericano y dos rusos, que están a bordo
de la estación desde el 2 de noviembre pasado objetos personales
como cartas y videos de películas, entre ellas Thirteen Days, con
Kevin Costner.
En preparación a la llegada del transbordador, el jueves se desprendió
de la escotilla de acoplamiento un transporte espacial no tripulado, que
llevaba a bordo la basura acumulada en la estación desde que comenzó
a ser habitada. Este aparato se desintegró en la atmósfera,
sobre el Pacífico.
El Atlantis, que despegó el miércoles del Centro Espacial
Kennedy, se acopló ayer a las 16.51 GMT, luego de un curso sostenido
de dos días en el espacio alrededor de la Tierra. Pero a no pensar
que se trató de una tarea sencilla: el comandante del Atlantis
efectuó la maniobra de acercamiento final de este encuentro orbital
a más de 300 kilómetros de altitud y mientras ambas naves
giraban alrededor de la Tierra a una velocidad de 27 mil kilómetros
por hora, cuidando que el transbordador no golpee los paneles solares
de la ISS y que el encendido de los cohetes del Atlantis no dañe
a la estación. Finalmente, el acoplamiento resultó todo
un éxito.
Contacto y captura confirmada, dijo Cockrell.
Buen trabajo, respondió Houston.
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