Por Horacio Cecchi
El fiscal marplatense Marcos
Pagella ordenó, tal como adelantó este diario, la detención
de Gustavo Daniel Fernández, el Gallo, principal sospechoso
del crimen de la adolescente Natalia Melmann. Como anticiparon los vecinos
de Miramar, cuando la policía accedió a la vivienda no encontró
ni las sombras de Fernández, que tuvo el tiempo suficiente como
para vestirse correctamente y desaparecer antes que cantara el gallo.
Ayer, la indignación siguió in crescendo en el velorio y
posterior sepultura de la joven, a tal punto que los dos capiteles de
la Justicia y la Seguridad bonaerenses, los ministros Julio Casanovas
y Ramón Verón, pusieron manos en el asunto y se apersonaron
en Miramar: Casanovas para asegurar que el sospechoso estaba cercado;
Verón para remover al jefe de la comisaría local, Carlos
Grillo, por negligencias en la búsqueda y porque la gente
no confiaba en él, y, de paso, para atemperar los ánimos
caldeados, mantener en pie la comisaría y evitar un escándalo
de mayores e imprevisibles consecuencias. El temor al escándalo
tiene su motivo: existe la sospecha de que el Gallo cantaba
para Grillo, o sea, era buchón, informante o protegido.
La explosión final de la marcha de silencio del jueves por la noche,
que terminó en una lluvia de cascotes sobre la comisaría,
tuvo varias causas. Por un lado, como dijo a este diario Laura Melmann,
madre de Natalia, la gente está muy caliente y tiene sus
motivos. Por el otro, es posible que otros motivos hubieran interactuado
con los ánimos. De hecho, anoche tuvo lugar una nueva marcha, espontánea
y convocada en el cementerio de Miramar, durante el sepelio de Natalia,
pero los padres de la joven prefirieron no estar presentes: Queremos
hacerlo en forma metódica. Cuando la gente se desborda, no sabés
para dónde van y nosotros no queremos mezclar a nuestra hija con
otros temas.
Apenas pasadas las 10 de la mañana, el cuerpo de Natalia reconocido
durante la autopsia por su ficha odontológica fue retirado
de la sala de velatorios y trasladado hacia el cementerio local por un
cortejo fúnebre encabezado por los padres y hermanos mayores de
la víctima, y por el intendente Enrique Honores, y acompañado
por más de 300 personas. Honores reclamó el rápido
esclarecimiento del caso, declaró al de ayer como día
de duelo en la ciudad balnearia pero, al igual que los padres de Natalia,
decidió no participar en la marcha nocturna.
En el cementerio, la ceremonia fue rápida, pero el tiempo que llevó
fue suficiente como termómetro social. Gustavo Melmann, padre de
Natalia, y sus hijos Nicolás y Nahuel, se arrodillaron al borde
de la fosa, besaron la tierra y después el padre tomó una
pala y diciendo a mi hija la entierro yo, comenzó rabiosamente
a echar paladas de tierra, mientras Nahuel gritaba: ¡Haría
lo mismo con el asesino!, y la gente aplaudía y reclamaba:
¡Justicia! ¡Justicia!. Al finalizar, una vecina
convocó a una marcha por la noche. Otro reclamó que ningún
joven concurra a las confiterías de Miramar en señal de
duelo. La señal fue registrada por los dueños de los boliches:
mantuvieron cerrados los locales, en solidaridad al día de duelo,
pero también porque tienen mucho miedo de que se les venga
encima la gente, reveló una fuente local.
Igual que los bolicheros, otros dos protagonistas del caso tenían
ayer sus temores y obraron en consecuencia. El primero, el comisario Carlos
Grillo. Según informó el ministro Verón, durante
la tarde decidió desplazar a Grillo del cargo por negligencias
en la búsqueda y porque la gente le perdió la
confianza. Lo reemplazó por una mujer policía: Delia
Inés Fiel. Fuentes policiales, en cambio, aseguraron que Grillo
renunció por temor a una pueblada. La otra versión, que
no es contradictoria con la primera, surge también del ámbito
local y es verosímil con la larga y oscura historia de la Bonaerense.
Grillo tendría como buchón al segundo protagonista: el
Gallo Fernández.
El Gallo obró en consecuencia con sus temores más
que fundados porque a la hora en que el fiscal Marcos Pagella allanaba
su casa, durante lamadrugada, no quedaba el menor rastro. Las pruebas
con que contaba el fiscal ya estaban en manos de la policía desde
antes de existir ninguna orden de detención: cuando Fernández
declaró como testigo, tenía una visible y reciente marca
de rasguño en su rostro. Segundo: la coartada del rasguño
una pelea en un bar se cayó cuando los supuestos contrincantes
del Gallo negaron la pelea y que se hayan encontrado con él.
Tercero: un familiar del sospechoso reconoció que lo había
visto lavando su campera manchada con sangre. Cuarto: un tendero admitió
haberle vendido un quitamanchas para la fecha en que Natalia acababa de
desaparecer. Con todas estas evidencias, de todos modos el Gallo
estaba libre.
La noche del 12 de enero pasado, un hecho peculiar tuvo lugar muy cerca
de donde fue hallado el cadáver de Natalia. Guillermo Gowland,
ex secretario del juez Carlos Liporaci y conocido por la denuncia que
presentó en contra del magistrado de la mansión de origen
dudoso, se encontraba esa noche con otras 22 personas en el vivero, en
plena guitarreada, cuando cuatro encapuchados con armas largas los asaltaron.
Al día siguiente, un vecino le dijo: Yo sé quién
lo asaltó porque ellos me compraron las capuchas, y le dio
el nombre de un personaje local conocido como el Sapo. Página/12
obtuvo la denuncia presentada ante el comisario Grillo. Pero si
éste es mi cliente, recordó Gowland que le dijo Grillo.
Aunque luego aclaró que con cliente se refería
a que tenía entradas en esa comisaría. Después, Gowland
supo que el mentado Sapo es un conocido proveedor de drogas.
El Sapo no fue detenido y, según Gowland, la denuncia
que envió la policía al fiscal Gustavo Pissore era contra
un NN, cuando yo di pelos y señales.
Ayer, Pagella realizó 9 allanamientos y tenía otros 6 previstos.
También contaba con una lista de 12 personas que visitaron a Fernández
en Batán, donde cumplía condena por hurto calificado. Ayer,
el fiscal reconoció a este diario que no tenemos resultados
por el momento. Lo mismo señaló el fiscal general
adjunto marplatense Juan Manuel Pettigiani, quien agregó: Estamos
de acuerdo con que algo no salió bien. A última hora,
la fiscalía se aprestaba a caer en un aguantadero donde casi
con seguridad está escondido.
De todos modos, el pueblo de Miramar no parecía demasiado convencido
y volvió a organizar su temida marcha de silencio.
EL
GOBERNADOR, CON INDICACIONES A LA JUSTICIA
Ruckauf, instructor del caso
Como era previsible, apenas
se supo que el Gallo Gustavo Fernández es un ex convicto,
el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf tomó la batuta para reclamar
la derogación de las leyes permisivas que permitieron que
el presunto asesino esté en libertad condicional en lugar de estar
preso. De hecho, la posición de Ruckauf apareció invadiendo
la esfera del Poder Judicial, indicando cómo debía actuar
la Justicia en la investigación del caso, cuestionando al juez
actuante, Esteban Viñas, por caratular el caso como fuga
de hogar y amenazando con una presentación ante el Consejo
de la Magistratura. Por su parte, su ministro de Justicia, Jorge Casanovas,
cometía el fallido de anunciar que en esta ocasión hay
decisión política para detener al sospechoso.
Ruckauf marcó el tono particular de la mano dura, desde
la localidad mendocina de Tunuyán, donde participó de la
apertura del Festival de la Tonada. El presunto asesino tendría
que estar preso señaló, pero está en
libertad condicional, lo que constituye un ejemplo de la permisividad
de las leyes que funcionan hoy en la Argentina y que forman parte de un
sistema que debemos derogar.
Por la tarde, ya en Mar del Plata, recibió al padre de Natalia
en el Apart Hotel Torres de Manantiales, donde había convocado
a su gabinete. Tras el encuentro, envió un mensaje indirecto al
fiscal Marcos Pagella: Hay algunas cuestiones que hay que remarcar,
como la no emanación de la orden de captura cuando se sabía
perfectamente que (Gustavo Fernández) estaba sindicado como el
posible autor de este hecho. También acusó al juez
de transición Esteban Viñas por caratular la causa como
fuga de hogar y señaló que estudia presentar
actuaciones ante el Consejo de la Magistratura. Tenemos que cambiar el
sistema judicial porque no puede ser que este acusado esté en libertad
cuando tenía que cumplir una condena en un proceso hasta el 2003.
Entretanto, la policía aseguraba que la detención de Fernández
había sido rechazada en primera instancia por la fiscalía,
y desde la fiscalía aseguraban que la carátula (fuga de
hogar) fue dispuesta desde el juzgado tomando en cuenta los datos vertidos
por la policía.
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