Por Suzanne Goldenberg
Desde Jerusalén
Tanques israelíes dispararon
contra palestinos armados ayer en los enfrentamientos más feroces
en semanas, mientras la administración Bush se desentendía
de meses de esfuerzos empedernidos de Bill Clinton para generar un acuerdo
de paz en Medio Oriente. La batalla de ayer en la ciudad cisjordana de
Ramalá representó un mensaje claro de los combatientes de
base del levantamiento palestino en el sentido de que las políticas
de línea dura del primer ministro electo israelí Ariel Sharon
sólo resultarán en más violencia. Mientras tanto,
en la Franja de Gaza, un adolescente palestino fue muerto por fuego de
tanques cerca de la colonia judía de Kfar Darom, el primero en
caer desde la arrasadora victoria de Sharon el martes.
Ayer por la mañana, Sharon se reunió con el primer ministro
saliente Ehud Barak para discutir la formación de un posible gobierno
de unidad nacional. Sharon ofreció a Barak el puesto de ministro
de Defensa. Pero la violencia de ayer sacó del primer plano los
intentos de Sharon para formar una coalición y las movidas tentativas
de Estados Unidos y el líder palestino Yasser Arafat para tratar
de calibrar las verdaderas intenciones del duro más famoso de Israel.
El líder palestino telefoneó a Sharon ayer para proponerle
una reanudación de las negociaciones. La condición
para eso es un cese completo a la violencia, respondió Sharon,
uno de cuyos anuncios ha sido el de que su gobierno no reanudará
el diálogo desde el punto en que había quedado en las negociaciones
de Taba, el mes pasado.
Aunque Sharon es respaldado en esto por el nuevo gobierno norteamericano
de George W. Bush, el secretario de Estado norteamericano Colin Powell
visitará Israel y las zonas bajo control palestino a fines de este
mes, y Bush telefoneó a Sharon y a Arafat para instarlos a llevar
la calma a la región. La gira de Powell a Egipto, Arabia
Saudita, Cisjordania y Gaza, Jordania y Kuwait será el primer
viaje al exterior que emprenda solo desde que asumió su cargo el
20 de enero. Bush dijo a los periodistas: Ciertamente espero que
la gente se dé cuenta de que un cambio no implica necesariamente
que el proceso de paz no vaya a progresar. Y creo que debemos tomarle
la palabra a Sharon, que es quien quiere promover la paz en Medio Oriente.
Pero en Ramalá los manifestantes buscaban refugio de las balas
mientras los palestinos armados disparaban contra los tanques desde edificios
vacíos. Cerca de 30 personas fueron heridas, incluyendo el fotógrafo
francés Laurent Van Der Stockt.
GEORGE
W. BUSH CAMBIA LA DOCTRINA DEL PENTAGONO
Cómo rearmarse desarmándose
Por Javier Valenzuela
*
Desde
Washington
George W. Bush ordenó
ayer al Pentágono que estudie la posibilidad de reducir el arsenal
nuclear de EE.UU. hasta un tercio de su nivel actual, al tiempo que avanza
en el diseño de un escudo que proteja a la superpotencia de ataques
con misiles. En mayo pasado, durante su campaña electoral, Bush
ya avanzó esas ideas, que suponen una nueva doctrina estratégica
y una nueva visión del control mundial de armamentos. La filosofía
de Bush, compartida por Donald Rumsfeld y Colin Powell, los responsables
de Defensa y Exteriores, es que la seguridad de EE.UU. ya no requiere
un equilibrio de terror nuclear.
El nuevo presidente no está tardando en poner en marcha sus promesas
electorales, desde la reforma de la educación y el recorte de impuestos
hasta el apoyo a las organizaciones religiosas y la revisión de
la máquina militar. No pasa un día sin una iniciativa y
ayer le tocó al Pentágono. Bush desilusionó a sus
muchos seguidores en uniforme al anunciar que no incrementará por
ahora el presupuesto de Defensa, situado por Bill Clinton en 310.000 millones
de dólares para el 2002. Y no sólo para poder recortar los
impuestos sin déficit de las cuentas públicas y tener manos
libres frente a la desaceleración económica, sino, sobre
todo, para plantear una profunda revisión de los medios y objetivos
del Pentágono.
La posibilidad más espectacular es que EE.UU. reduzca su arsenal
nuclear de modo unilateral, sin exigir ninguna medida semejante por parte
de Rusia. El número de cabezas nucleares instaladas en misiles,
submarinos y bombarderos de EE.UU-, 7519 en la actualidad, podría
llegar a descender a entre 2000 y 2500. Rusia cuenta en la actualidad
con 6464 ojivas nucleares, pero EE.UU. no le exigiría una reducción.
Washington aplicaría por su propia cuenta los objetivos acordados
con Moscú en 1997 para una eventual tercera ronda de negociaciones
sobre armas estratégicas (Start III).
Bush también ordenó el estudio de la posibilidad de que
el arsenal nuclear de EE.UU. no esté en situación de alerta
máxima, listo para ser activado en minutos. Son medidas con las
que quiere probar que no desea desencadenar ninguna nueva carrera armamentista,
como denuncian los detractores rusos, chinos y europeos del escudo contra
misiles que, cumpliendo un sueño de Ronald Reagan y siguiendo a
Bill Clinton, está impulsando. Como ya defendió Clinton
en sus conversaciones con Vladimir Putin, EE.UU. considera obsoleto el
tratado ABM, que prohíbe a Washington y Moscú este tipo
de sistemas de protección.
En su discurso de aceptación de la candidatura presidencial republicana,
Bush declaró: Trabajaré para reducir las armas nucleares
y las tensiones nucleares en el mundo. Frente a las reticencias
de mucha gente en el Pentágono, Bush, Rumsfeld y Powell tienen
una idea nueva en mente: quieren construir unas Fuerzas Armadas que dejen
atrás los conceptos de la Guerra Fría y se preparen para
seguir siendo las más poderosas en el siglo XXI. Para
ello Rumsfeld ha encargado un estudio completo de las futuras necesidades
militares del país a uno de los más brillantes y polémicos
analistas del Pentágono, Andrew Marshall.
Marshall es muy crítico con los conceptos estratégicos tradicionales
de sus compañeros del Pentágono. Cuestiona la utilidad del
invisible caza F-22, el proyecto favorito de las empresas
constructoras y la Fuerza Aérea de EE.UU. Y también cree
que en el siglo XXI los tanques pesados y los portaaviones serán
tan inútiles como llegaron a serlo los caballos con armaduras de
la Edad Media. Son ideas que suenan bien en los oídos del gobierno
de Bush, que en materia militar apuesta por una renovación centrada
en el retroceso del ataque y el avance de la defensa.
* De El País de Madrid, especial para Página/12.
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