Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


Una jornada de ira palestina para
dar la bienvenida al superhalcón

El halcón Ariel Sharon, primer ministro electo de Israel, reclamó telefónicamente ayer a Yasser Arafat el fin de la violencia, mientras ésta
volvía a estallar.

Ariel Sharon intercambia sonrisas y propuestas con Ehud Barak en su encuentro de ayer.

Por Suzanne Goldenberg
Desde Jerusalén

Tanques israelíes dispararon contra palestinos armados ayer en los enfrentamientos más feroces en semanas, mientras la administración Bush se desentendía de meses de esfuerzos empedernidos de Bill Clinton para generar un acuerdo de paz en Medio Oriente. La batalla de ayer en la ciudad cisjordana de Ramalá representó un mensaje claro de los combatientes de base del levantamiento palestino en el sentido de que las políticas de línea dura del primer ministro electo israelí Ariel Sharon sólo resultarán en más violencia. Mientras tanto, en la Franja de Gaza, un adolescente palestino fue muerto por fuego de tanques cerca de la colonia judía de Kfar Darom, el primero en caer desde la arrasadora victoria de Sharon el martes.
Ayer por la mañana, Sharon se reunió con el primer ministro saliente Ehud Barak para discutir la formación de un posible gobierno de unidad nacional. Sharon ofreció a Barak el puesto de ministro de Defensa. Pero la violencia de ayer sacó del primer plano los intentos de Sharon para formar una coalición y las movidas tentativas de Estados Unidos y el líder palestino Yasser Arafat para tratar de calibrar las verdaderas intenciones del duro más famoso de Israel. El líder palestino telefoneó a Sharon ayer para proponerle una reanudación de las negociaciones. “La condición para eso es un cese completo a la violencia”, respondió Sharon, uno de cuyos anuncios ha sido el de que su gobierno no reanudará el diálogo desde el punto en que había quedado en las negociaciones de Taba, el mes pasado.
Aunque Sharon es respaldado en esto por el nuevo gobierno norteamericano de George W. Bush, el secretario de Estado norteamericano Colin Powell visitará Israel y las zonas bajo control palestino a fines de este mes, y Bush telefoneó a Sharon y a Arafat para instarlos a llevar la calma a la región. La gira de Powell –a Egipto, Arabia Saudita, Cisjordania y Gaza, Jordania y Kuwait– será el primer viaje al exterior que emprenda solo desde que asumió su cargo el 20 de enero. Bush dijo a los periodistas: “Ciertamente espero que la gente se dé cuenta de que un cambio no implica necesariamente que el proceso de paz no vaya a progresar. Y creo que debemos tomarle la palabra a Sharon, que es quien quiere promover la paz en Medio Oriente”.
Pero en Ramalá los manifestantes buscaban refugio de las balas mientras los palestinos armados disparaban contra los tanques desde edificios vacíos. Cerca de 30 personas fueron heridas, incluyendo el fotógrafo francés Laurent Van Der Stockt.

 


 

GEORGE W. BUSH CAMBIA LA DOCTRINA DEL PENTAGONO
Cómo rearmarse desarmándose

Por Javier Valenzuela *
Desde Washington

George W. Bush ordenó ayer al Pentágono que estudie la posibilidad de reducir el arsenal nuclear de EE.UU. hasta un tercio de su nivel actual, al tiempo que avanza en el diseño de un escudo que proteja a la superpotencia de ataques con misiles. En mayo pasado, durante su campaña electoral, Bush ya avanzó esas ideas, que suponen una nueva doctrina estratégica y una nueva visión del control mundial de armamentos. La filosofía de Bush, compartida por Donald Rumsfeld y Colin Powell, los responsables de Defensa y Exteriores, es que la seguridad de EE.UU. ya no requiere un “equilibrio de terror nuclear”.
El nuevo presidente no está tardando en poner en marcha sus promesas electorales, desde la reforma de la educación y el recorte de impuestos hasta el apoyo a las organizaciones religiosas y la revisión de la máquina militar. No pasa un día sin una iniciativa y ayer le tocó al Pentágono. Bush desilusionó a sus muchos seguidores en uniforme al anunciar que no incrementará por ahora el presupuesto de Defensa, situado por Bill Clinton en 310.000 millones de dólares para el 2002. Y no sólo para poder recortar los impuestos sin déficit de las cuentas públicas y tener manos libres frente a la desaceleración económica, sino, sobre todo, para plantear una profunda revisión de los medios y objetivos del Pentágono.
La posibilidad más espectacular es que EE.UU. reduzca su arsenal nuclear de modo unilateral, sin exigir ninguna medida semejante por parte de Rusia. El número de cabezas nucleares instaladas en misiles, submarinos y bombarderos de EE.UU-, 7519 en la actualidad, podría llegar a descender a entre 2000 y 2500. Rusia cuenta en la actualidad con 6464 ojivas nucleares, pero EE.UU. no le exigiría una reducción. Washington aplicaría por su propia cuenta los objetivos acordados con Moscú en 1997 para una eventual tercera ronda de negociaciones sobre armas estratégicas (Start III).
Bush también ordenó el estudio de la posibilidad de que el arsenal nuclear de EE.UU. no esté en situación de alerta máxima, listo para ser activado en minutos. Son medidas con las que quiere probar que no desea desencadenar ninguna nueva carrera armamentista, como denuncian los detractores rusos, chinos y europeos del escudo contra misiles que, cumpliendo un sueño de Ronald Reagan y siguiendo a Bill Clinton, está impulsando. Como ya defendió Clinton en sus conversaciones con Vladimir Putin, EE.UU. considera obsoleto el tratado ABM, que prohíbe a Washington y Moscú este tipo de sistemas de protección.
En su discurso de aceptación de la candidatura presidencial republicana, Bush declaró: “Trabajaré para reducir las armas nucleares y las tensiones nucleares en el mundo”. Frente a las reticencias de mucha gente en el Pentágono, Bush, Rumsfeld y Powell tienen una idea nueva en mente: quieren construir unas Fuerzas Armadas que dejen atrás los conceptos de la Guerra Fría y se preparen para seguir siendo “las más poderosas en el siglo XXI”. Para ello Rumsfeld ha encargado un estudio completo de las futuras necesidades militares del país a uno de los más brillantes y polémicos analistas del Pentágono, Andrew Marshall.
Marshall es muy crítico con los conceptos estratégicos tradicionales de sus compañeros del Pentágono. Cuestiona la utilidad del “invisible” caza F-22, el proyecto favorito de las empresas constructoras y la Fuerza Aérea de EE.UU. Y también cree que en el siglo XXI los tanques pesados y los portaaviones serán tan inútiles como llegaron a serlo los caballos con armaduras de la Edad Media. Son ideas que suenan bien en los oídos del gobierno de Bush, que en materia militar apuesta por una renovación centrada en el retroceso del ataque y el avance de la defensa.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 

PRINCIPAL