Por Luciano Monteagudo
Después del auspicioso
inicio con La ciénaga, la película argentina de Lucrecia
Martel, que ya está empezando a cosechar sus primeros elogios en
la prensa internacional (ver recuadro), la competencia de la Berlinale
puso en pantalla a la promocionada Traffic, dirigida por Steven Soderbergh
y protagonizada por Michael Douglas, Catherine Zeta-Jones y Benicio del
Toro. Boom absoluto de público en Estados Unidos sería candidata
a llevarse varios premios Oscar (en estos días, cuando están
a punto de definirse las candidaturas, Soderbergh compite consigo mismo
ante los socios de la Academia de Hollywood, por su film anterior, Erin
Brokovich), motivo de debate en las columnas de opinión de las
páginas de política de los principales diarios estadounidenses,
Traffic cuyo estreno en Buenos Aires está previsto para comienzos
de marzo parecería una película que osa decir su nombre.
Todo (o casi todo) lo que usted quería saber sobre el tráfico
de drogas y no se atrevía a preguntar está expuesto, en
principio, de una manera fría, clínica, casi quirúrgica
por Traffic. Producción independiente, origrinada por afuera de
los grandes estudios, esta nueva película de Soderbergh que
se ha revelado, de pronto, como el director más prolífico,
exitoso y errático del cine norteamericano actual pasa revista
a varias historias paralelas, que van formando un denso entramado narrativo,
cuya ambición es ofrecer una visión totalizadora de su tema.
Desde los barrios bajos de Tijuana hasta los encumbrados despachos de
Washington, pasando por una suntuosa mansión de California, una
casa de familia en una ciudad como Ohio y los pasos de frontera entre
México y Estados Unidos, el film traza una suerte de mapa didáctico
de dónde se origina la droga, cómo se comercializa, quiénes
la combaten y quiénes la consumen.
No se le puede negar a Soderbergh que reveló aquí
en Berlín que el lunes mismo comienza a filmar otra película,
una remake de Oceans Eleven, con George Clooney y Julia Roberts
su pulso como narrador, la seguridad sin fisuras con que va saltando de
una historia a la otra manteniendo siempre el ritmo general del film,
los excelentes trabajos que consigue de casi todo su elenco y muy particularmente
de Benicio del Toro, como un sinuoso policía mexicano. Pero la
impresión que va dejando Traffic a lo largo de su desarrollo es
que se trata de un film moralista y evangelizador como pocos, algo que
viene a confirmar un final concebido a modo de un Valium, con el objeto
de tranquilizar las conciencias de los espectadores.
En una cuerda totalmente distinta ligera, romántica, ingenua,
la película danesa en competencia, Italiesnk for begyndere se reveló
a su vez, curiosamente, como la mejor representante italiana. Muy por
encima de lo que ofrecieron Le fate ignoranti, de Ferzan Ozpetek (el director
de El baño turco, exhibida en el Festival de Mar del Plata) y Malena,
un nuevo desatino de Giuseppe Tornatore, con una Sicilia for export para
mercados angloparlantes, esta simpática lección de Italiano
para principiantes a la que se refiere el título de la película
de Dinamarca es un nuevo ejemplo del ya muy vapuleado Dogma, pero con
la novedad de que se trata del primero que dirige una mujer, Lone Scherfig,
bendecida, además, por el voto de castidad (cinematográfica)
inventado por el controvertido Lars von Trier.
De hecho, las rígidas normas que causaron tanto impacto en Los
idiotas y La ceremonia aquí pasan casi inadvertidas y el film de
Scherfig el más taquillero de todos los del Dogma en su país
de origen prefiere en cambio avanzar en la línea de levedad
de Secretos de familia narrando los pequeños encuentros y desencuentros
románticos de un puñado de habitantes de un pueblo de provincia,
donde todos parecen estar ligeramente descentrados, empezando por el joven
pastor de la iglesia local, una tierna peluquera y un ex futbolista, todos
soñando en ese frío rincón delmundo con una idílica
Italia, a la que evocan con sólo pronunciar algunas pocas palabras
en el idioma de Dante Alighieri. No es mucho como cine, es cierto, pero
a diferencia de Traffic la película danesa no pretende sermonear
a los espectadores.
Elogios para La
ciénaga
Traffic y La ciénaga reanudan los lazos perdidos
del cine con la inteligencia subversiva, tituló ayer
el diario El País, de Madrid, su crónica del Festival
de Berlín, donde señala que la opera prima escrita
y dirigida por Lucrecia Martel es un film de gran pureza.
El envío, firmado por Angel Fernández Santos, afirma
que Martel entra de par en par en la vida diaria, sórdida
y en caída lenta e inexorable a la dejadez y el abandono
de una familia de la pequeña burguesía argentina,
en una ciudad norteña, fronteriza con Bolivia. Para
el crítico español uno de los primeros en pronunciarse
sobre La ciénaga, la mirada libre de Martel adquiere
una nítida condición de metáfora, de espejo
singular del estado interior de una colectividad perturbada (...).
La pura ficción se hace así puro documento, una indagación
despiadada de nuestro subsuelo cotidiano, porque su verdad no da
respiro, es irrespirable.
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