Por Diego Fischerman
La anécdota la cuenta
Keith Jarrett: Pensaba que Dewey no era particularmente bueno para
tocar teniendo en cuenta los acordes de un tema. De hecho, no los tenía
en cuenta nunca. Hasta la noche en que nos enteramos de que había
muerto Don Byas (uno de los mejores saxofonistas de los 40 y uno
de los fundadores del Bop). Estábamos tocando en el Village Vanguard
y Dewey encaró un tema de Byas, ya no me acuerdo cuál era.
Empezó solo. Después nos sumamos Charlie (Haden), Paul (Motian)
y yo. ¡Mierda!, me dije. Todo lo que Dewey es capaz
de hacer y habitualmente no hace. Dewey es Dewey Redman, uno de
los próceres del saxo tenor miembro de los cuartetos de Ornette
Coleman y de Jarrett, y fundador de uno de los grupos más interesantes
de los 70, Old and New Dreams, junto a Don Cherry, Haden y Ed Blackwell,
otros dos ex integrantes de grupos de Coleman, que hoy tocará
por primera vez en Buenos Aires.
Junto a su cuarteto actual (Charles Eubanks en piano, John Menegon en
contrabajo y Tani Tabbal en batería), Redman actuará a las
20, en el Auditorio de Puerto Madero, en Costanera Sur, dentro del marco
del controvertido Festival de Jazz de Telecom. En la clausura del mismo
festival se presentará, al día siguiente, el notable violoncellista
y orquestador Jacques Morelenbaum, con un programa dedicado a la música
de Jobim (y con un grupo que incluye a su hija y a dos hijos de Tom).
Pero las controversias tienen que ver, en particular, con la índole
de la programación nacional del festival. La presencia de nombres
tan ajenos a la representatividad del jazz argentino actual como los de
Gillespi (no Dizzy, es claro) o Fontova sorprendió tanto como la
ausencia de prácticamente todos los músicos que en este
momento hacen jazz en este país. Una polémica desarrollada
en Internet dio cuenta del enojo de los músicos y, sobre todo,
de la ausencia total de criterio estético de una organización
que, además, pretendió clasificar la escena del jazz en
inverosímiles subgéneros que, por otra parte, no se correspondían
en absoluto con los nombres anunciados.
Más allá de las inconsistencias en la programación
(todo un sello argentino en la materia), la oportunidad de escuchar gratis
a Redman no es nada desdeñable. Este saxofonista nacido en el mismo
pueblo y compañero de high school de Ornette Coleman compartió
con él, además, un rasgo estilístico de importancia:
prescindir en lo posible de cualquier señalamiento demasiado presente
de funcionalidades armónicas. El grupo Old and New Dreams (que
grabó un disco temprano en el sello italiano Black Saint, dos álbumes
memorables en ECM y uno último para Black Saint que funcionó
como despedida a Ed Blackwell, muerto en 1989), a la manera ornettiana,
trabajaba sobre esquemas en que el ritmo y el modo trazado por la melodía
actuaban como único sostén de los solos. La observación
de Jarrett sobre la manera de tocar de Redman (y la sorpresa recibida
esa noche del Village Vanguard) señala, sin embargo, un dato significativo.
Los desarrollos no sujetos a una secuencia armónica, en su caso,
son una elección. La comparación entre los dos cuartetos
de Jarrett, el americano y el posterior escandinavo,
es, también, relevante. La formación era, en los dos casos,
la misma. Y, aunque Palle Danielsson era distinto de Haden y Jon Christensen
de Motian, la diferencia más contundente era la que separaba a
Redman de Jan Garbarek. El cuarteto europeo, por otra parte, era mucho
más un grupo detrás de Jarrett, mientras que el formado
por el pianista con sus compatriotas se acercaba a la idea de tensión
entre cuatro individualidades radicalmente distintas y ostensiblemente
fuertes. Entre los discos imprescindibles de Redman deben considerarse
Bop-Be (Impulse) y The Survivors Suite (ECM), ambos con Keith Jarrett,
los dos de Old and New Dreams para ECM (Old and New Dreams y Playing)
y el excelente Living On the Edge (Black Saint), con Geri Allen en piano,
Cameron Brown en contrabajo y Eddie Moore en batería.
EL
COLON TODAVIA SIN PROGRAMACION
Falta el humo blanco
El 8 de febrero iba a ser el
día en el que el Colón finalmente anunciaría su programación
para este año. Y el 8 de febrero fue, sencillamente, la fecha de
una nueva postergación. En realidad, los títulos están
definidos desde hace tiempo, pero aún no hubo acuerdo entre las
autoridades del teatro y las de la Secretaría de Cultura del Gobierno
de la Ciudad. El origen de la diferencia está en las promesas que
se le hicieron a Sergio Renán para que aceptara el cargo de director
artístico y la imposibilidad actual de respetarlas. El dinero que
finalmente Renán tendría para llevar adelante la temporada
lírica sería menos que el convenido inicialmente y, además,
la variable de ajuste sería, precisamente, la puesta de Lady Macbeth
del Distrito de Msensk de Shostakovich que ya se vio en Madrid y Nápoles.
Con una régie multimediática del propio Renán y dirección
musical de Rostropovich, su costo asciende a un millón y medio
de pesos.
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