Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


Intimidades de un affaire europeo
con el oscuro color del petróleo

Un ex petrolero, un ex canciller francés y su ex amante aparecen en el centro de una trama de escándalo francés completo con venta de armas, sobornos e intereses petroleros. Aquí, la historia.

El ex petrolero Alfred Sirven (derecha, con anteojos), rumbo
a la cárcel tras llegar a Francia.

Por Alfredo Grieco y Bavio

En uno de los gags tristes que jalonan el film Traffic (197O) del cómico francés Jacques Tati, un camión-cisterna de la petrolera estatal Elf pasa, gigantesco, arrogante y distraído, sin prestar auxilio alguno a quienes se quedaron sin combustible en la ruta. La petrolera no ha perdido hoy nada de ese desprecio olímpico, después de enfrentarse el año pasado con las huelgas de transportistas por la suba del petróleo. Pero ha debido abandonar la distancia, porque está en el centro de uno de los mayores escándalos político-financieros que conoció Francia. A diferencia de otros, más municipales en su sordidez, éste es internacional en sus alcances, implica a Taiwan, a las Filipinas y sobre todo a Alemania (ver nota aparte).
Desde la última semana, la pieza clave de este escándalo, Alfred Sirven, de 74 años, ex combatiente de Corea, ex número 2 de Elf-Aquitaine, gestor de cuentas de miles de millones de dólares, duerme en París en una prisión VIP, en una celda vecina al nonagenario ex colaboracionista Maurice Papon. Los servicios secretos filipinos y franceses lo habían arrancado el 2 de febrero en Tagaytay, 80 kilómetros al sur de Manila, de los brazos de su esposa nativa, Vilma Medina, después de cuatro años de esconderse con éxito. Hasta entonces, Sirven pasaba el tiempo leyendo, sentado delante de canteros de flores –era jardinero amateur–, un vaso de chablis en una mano y en la otra una novela de espionaje.
El folletín de la caída de los dioses de Elf se había acelerado, después de asuntos dudosos con Gabón y Venezuela, en agosto de 1997, cuando una comisión reveló los lazos entre Roland Dumas, entonces presidente del Consejo Constitucional francés, y la venta de fragatas Thomson a Taiwan por 10 mil millones de francos en 1991, cuando aquel era ministro de Relaciones Exteriores. De los 160 millones de francos (unos 30 de dólares) pagados en comisiones, 66 (unos 1,5 de dólares) habían ido a manos de Christine Deviers-Joncour, amiga/amante de Dumas. Ella se defendió, hay que decir que en vano, alegando que había sido contratada por Elf para “influir” sobre, o bajo, el ministro.
Comprobada esta relación peligrosa, encarcelada Deviers-Joncour por malversación de caudales públicos, el 30 de abril de 1998 Roland Dumas fue imputado por complicidad y malversación. En enero de 2001, comienza su proceso, en ausencia de Sirven, el lazo con Elf. La captura de éste en Manila fue así providencial. Una verdadera bomba política. Sólo “monsieur Alfred” podrá dar explicaciones sobre desplazamientos de fondos oscuros de Elf entre 1989 y 1993, unos años durante los cuales la política de la empresa parece superponerse con la de Francia. Hasta ahora, Sirven era el gran ausente al que se acusaba de todo y los abogados de Dumas y de Deviers-Jocours sacaban todo el partido posible de su fuga. Desde el punto de vista político, permitía a derechas e izquierdas, y a las corrientes internas de éstas, protestar contra la Justicia y deplorar un proceso construido con verdades a medias.
En una última vuelta de tuerca espectacular, la revista ParisMatch publicó esta semana en su tapa la agenda que Sirven conservaba en las Filipinas y que después los periodistas entregaron a la Justicia. Los abogados pidieron el secuestro de la revista. Gesto un poco anacrónico, porque el texto (o una parte) ya estaba en el website de la revista y en el de otros medios. Previsiblemente, es una verdadera Guía Azul de la sociedad parisina. Los repertoriados en la agenda empezaron a confesar que los recuerdos personales de Sirven son muy, pero muy vagos. Todavía es dudoso qué utilidad judicial prestará la agenda cuando el proceso Dumas se reabra el 12 de marzo, pero, en todo caso, ya cumplió su función política de multiplicar sospechas.

 

Claves

La captura de Alfred Sirven es la pieza clave en el caso de las coimas y malversaciones de la petrolera estatal francesa Elf.
La importancia del affaire se mide sobre todo por sus implicancias políticas para gobiernos y ex gobiernos de París y Berlín.
En 1990, habría ayudado, por el pago de comisiones que beneficiaron a él y a la amante del canciller francés Roland Dumas, a la venta de seis fragatas Lafayette del grupo Thomson a los taiwaneses.
En 1992, Elf compró la refinería Launa y la red de estaciones de servicio Minol en la ex Alemania del Este, mediando el pago de coimas.
Algunas de éstas habrían ido a parar a las “valijas negras” que financiaban, secreta e ilegalmente, a la democracia cristiana alemana. El descubrimiento en 2000 de las valijas negras provocó la caída del ex canciller Helmut Kohl en el liderazgo partidario.

 

UN CASO QUE FAVORECE A LA EXTREMA DERECHA
Helmut Kohl, o contacto en Alemania

La caída de los dioses de Elf tuvo su eco, más adecuadamente wagneriano, en la caída libre de la vieja guardia de la democracia cristiana (CDU) del otro lado del Rin, con Helmut Kohl en primera fila. La compra en julio de 1992 de la refinería Leuna en la ex Alemania Oriental por Elf-Aquitaine era, según se reveló después, un complicado caso de malversación múltiple. Las coimas distribuidas ascenderían a 46 millones de dólares. El escándalo hubiera sido menor si no se hubiera sabido que algunas de ellas, bajo la forma de las ya célebres valijas negras, fueron bien aprovechadas por Kohl. Por lo demás, estas cifras son menos importantes que la sospecha abierta de que Elf hubiera financiado durante años a la CDU, oscura base material de la alianza política de François Mitterrand con Kohl.
Imaginemos que la alcaldesa de San Pablo, la roji-rosa Marta Suplicy, descubriera un conveniente affaire capaz de vincular a los neoliberales Carlos Saúl Menem y Fernando Henrique Cardoso. El caudal político resultaría difícil de exagerar. Esto es precisamente lo que ocurre con el affaire Elf. El oxígeno político que significaron, y significan, las valijas negras para el gobierno roji-verde de Gerhard convierte al escándalo en asunto de Estado. Por eso, y como el esposado Alfred Sirven hizo un viaje por Lufthansa Manila-Frankfurt, la Justicia alemana estuvo tentada de retenerlo y no dejarlo partir a Francia. Lo hizo por unos días. En la prisión de Darmstadt, una comisión de diputados del Bundestag intentó interrogar a Sirven. Este los recibió con el grito “¡Viva la amistad franco-alemana!”, pero rehusó contestar preguntas que buscaban tanto blanquear como hundir para siempre a Kohl. Este intermezzo bufo fue motivo de nuevas fricciones entre Berlín y París y de encendidas denuncias en Francia contra el premier Lionel Jospin por haber autorizado ese vuelo en vez de esperar, quizás semanas, a un directo Manila-París.
Pero no solamente la izquierda alemana, en momentos en que se acusa a los verdes de la coalición de gobierno de apología del terrorismo de los 70, tiene qué ganar con el affaire de las cajas negras. También en el interior de la CDU se están formando nuevas alianzas, que favorecen a la derecha a expensas del centrismo de Kohl. Angela Merkel, de la ex Alemania comunista, primera mujer al frente del partido, se está viendo desplazada. En la última semana, el jefe de bancada democristiana Friedrich Merz se ha estado reuniendo con el jefe partidario de la Unión Social Cristiana (CSU), Edmund Stoiber, para pensar una estrategia común. La CSU es el partido hermano de la CDU en Baviera, y también un primo alpino no demasiado lejano de ultraderechistas suizos y austríacos como Joerg Haider.

 

PRINCIPAL