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�Grease!�, un musical que se quedó en los años 50

La versión local entrega buenas interpretaciones y coreografías, pero el problema escencial de la obra es su tenaza olor a naftalina.

Modelos: Por “Grease!” desfilan todos los arquetipos aplicables a un típico High School americano de los 50. Y todos son reivindicados al final.

Los enamorados Sandy y Danny.
Un dúo detenido en el tiempo.

Por Silvina Szperling

Todos los arquetipos aplicables a un típico High School americano de los 50 desfilan por Grease!: la chica buena, la fácil, la interesada en el dinero de sus pretendientes, la que abandona el colegio, la tontita comilona (aunque flaca) y, por supuesto, la porrista. Lo mismo respecto de los personajes masculinos: el canchero, el italiano, el tontito, el traga con sus correspondientes anteojos y, cómo no, el músico del recién nacido rock & roll. Que aquí no llegó a derribar ninguna barrera o prejuicio. Algunos adultos aparecen también por Grease!: la insulsa profesora de inglés, el locutor radial, la femme fatale. Todos y cada uno de esos arquetipos serán reivindicados y, sobre el final de la obra, asumirán un cambio personal que les transformará la vida y les demostrará que el mundo adulto no era tan malo y que es posible para cada uno encontrar su lugar en el american way of life.
Jim Jacobs y Warren Casey escribieron Grease! en 1971 y la estrenaron en un garaje de tranvías de la ciudad de Chicago, en el que el público debía presenciar la función sentado en el suelo. La obra hizo carrera trasladándose al off Broadway, para finalmente recalar en un teatro de Broadway. Como si no hubiera caído el Muro, como si el mundo permaneciera igual que en 1959, este musical nunca dejó de presentarse durante estos 30 años, en los cuales recorrió todo EE.UU., Gran Bretaña, España, Francia, Italia, Alemania, Austria, Grecia, Suecia, Suiza, Dinamarca, Holanda, Sudáfrica, Japón, México, y ahora la Argentina. Con dirección general y coreografía del mexicano Roberto Ayala y dirección musical de Mike Ribas, la versión local de Grease! hace pie en muy buenas interpretaciones vocales (sobresalen Marisol Otero como Sandy, Alejandro Paker como Kenickie, Débora Kepel como Marty y Martín O’Connor como el locutor Vincent Fontaine) y un parejo desempeño en el rubro danza, aunque las coreografías son muy sencillas y se basan en general en el unísono grupal. Durante el verano previo a su último año de secundaria, Danny Zuko (el chico más popular de la clase, interpretado por Zenon Recalde) ha conocido a Sandy, la buena chica americana, y está enamorado. El conflicto básico es que Danny no puede reconocer frente a sus amigos este sentimiento, so riesgo de perder instantáneamente su cetro de popularidad. Sandy es tan buena que nunca tomó alcohol, nunca se tiñó el pelo, nunca se maquilló, no le desea el mal a nadie y, por supuesto, no ha practicado el sexo, ni piensa hacerlo en el futuro próximo. Cosa(s) que sí hace su antagonista, Rizzo (Florencia Peña, cuya actuación es de las más convincentes) y a las que intenta empujar a Sandy durante un pijama party iniciático. No queda exactamente claro qué es lo que a Danny le gusta de Sandy, pero se lo ve derretirse cuando están a solas, actitud que oculta cada vez que sus amigos aparecen. Y aparecen todo el tiempo. Luego de varias peripecias, que incluyen el baile de graduación con certamen de rock & roll, Sandy decide quebrar sus propias reglas y cambiar su imagen y conducta para demostrarle a Danny su amor. Es así que, sobre el final, aparece hecha una loba (pelirroja, cambiando saquito rosa por corset negro y pollera larga por pantalones de cuero con cadenas), a lo cual todos reaccionan con gran alegría y, contentos por esta reconciliación, que se suma a la noticia de que el supuesto embarazo de Rizzo había sido sólo una falsa alarma, muy unidos, cantan y bailan su emoción. Y eso es todo. Es decir, poco.

 

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