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JORGE MASCHWITZ, EL HOMBRE QUE UNE A MONETA CON EL FEDERAL
Pieza a pieza, todo va encajando

 

El apoderado del Federal Bank era el mismo que manejaba la mesa de dinero del Banco República de Raúl Moneta. El dato confirma la sospecha del Senado norteamericano de que el Federal también es de Moneta.

Por Susana Viau

Jorge Maschwitz, el hombre al que sindican como apoderado del Federal Bank, era quien manejaba la mesa de dinero del Banco República, propiedad de Raúl Moneta. El dato corrobora las certezas a las que arribó el subcomité del Senado de Estados Unidos que investiga el lavado de dinero, respecto de que el Federal Bank también pertenece a Moneta. El Federal Bank –domiciliado en Bahamas–, el República y el Citibank de Nueva York formaron el triángulo por el que, tal como reveló Página/12, circularon cien millones de dólares mensuales a lo largo de ocho años. El representante en Argentina del Federal Bank es, como también se conoció a través de las investigaciones de este diario, el abogado Carlos Basílico, del estudio Basílico-Fernández Madero, titular de UFCO, importante accionista del CEI. Estos datos no sólo comprometen la situación del ex banquero menemista y del Citi: ponen en un serio problema a Pedro Pou, quien tardó cuatro años en trasladar a la Justicia las denuncias que sus subordinados, los inspectores del Banco Central, le hicieron llegar acerca de estas maniobras (ver aparte).
Agrandar la mesa
La mesa de dinero del Banco República estaba ubicada en el décimo piso de Reconquista al 300, sede del banco caído. Sus operadores eran dos hombres expertos en finanzas paralelas. Uno de ellos, sin embargo, gozaba de mayor jerarquía, tal vez derivada de su largo conocimiento con el propietario de la entidad. Jorge “el Mono” Maschwitz, un bon vivant –como lo describieron a este diario sus vecinos del country Los Pingüinos–, había sido compañero de Moneta en el exclusivo colegio Saint George y la amistad se había prolongado hasta la madurez. Acompañaba a Maschwitz en la tarea de colocar en el exterior el dinero de los clientes otro experto mesadinerista, Juan Pablo Beltrán. Por aquel “bunker” fue visto en reiteradas oportunidades Gastón Figueroa Alcorta, el asesor de Claudia Bello, y quien se sospecha sería titular de la cuenta del primer millón de dólares de coima descubierto en el escándalo IBM-Banco Nación.
Precisamente ese millón tocó los puertos que investiga la subcomisión del Senado americano: Federal Bank-Citibank Nueva York. El Citibank N.Y. no respondió a ninguno de los seis exhortos enviados por la Justicia argentina solicitando la identificación del titular de la cuenta. La comisión parlamentaria argentina que investigó los contratos de IBM con el Estado nacional quiso saber qué era el Federal Bank. La funcionaria del Banco Central que acudió a la audiencia con la comisión, la abogada Alicia López, encargada de monitorear las operaciones sospechosas de lavado, respondió entonces con sinceridad que no tenía datos al respecto. Sólo manejaba los rumores que circulaban en el ambiente financiero y vinculaban al Federal Bank con el Banco República y Raúl Moneta. Alicia López no mentía. El banco la había mantenido alejada de la carpeta que guardaba la solicitud del abogado Carlos Basílico para que el Federal Bank pudiera tener una oficina en Buenos Aires.
De dónde son los cantantes
Pero Carlos Basílico no era un mero profesional contratado ad hoc. Basílico había aportado a una empleada suya, la abogada Roxana Kahale, para que firmara a nombre de UFCO –United Finance Company– el boleto de compraventa de los terrenos de Bouchard y Madero, propiedad de Bunge & Born, donde Moneta proyectaba levantar el Edifico República. La offshore UFCO –constituida en Islas Vírgenes con un capital de 50 mil dólares– pagó 8 millones de dólares por ellos: su domicilio legal se había fijado en Marcelo T. de Alvear al 600. En esa dirección funcionaba el estudio de Basílico. Pero Basílico, además de representante de UFCO, figuraba como director del CEI y como accionista, fundador y presidente de Citiconstrucciones.
Luego, Basílico aportaría más novedades al boletín de operaciones en paraísos fiscales: él mismo había registrado –por supuesto que por encargo de terceros– el Federal Bank, en Bahamas. También había sido el valedor de otro puñado de offshores con las que habían realizado operaciones (aunque no del mismo volumen) el Banco República y el Citibank. Todas las offshore habían sido constituidas el mismo día, estaban inscriptas con números correlativos, presentaban el mismo domicilio en Bahamas, designaban como apoderado a Basílico.
¿Quién es Carlos Basílico? Un letrado conocido en el mundo de los negocios, integrante del bufet Basílico, Fernández Madero, Duggan, un clásico de la city porteña. Jaime Fernández Madero, por su parte, también estaba relacionado de algún modo con las actividades de su socio: hace casi un año fue designado presidente del Citicorp Capital Market, la inversora ligada al Citibank que absorbió, pese a tener un capital mucho menor, al Citicorp Banco de Inversión, autorizado a autolicuarse antes de que un juzgado de instrucción pudiera decretar su quiebra.
El estudio intervino en otros episodios resonantes o investigados por la Justicia: intermediaron entre Carlos Alderete y René Favaloro en un acuerdo sobre pago de prestaciones que Favaloro habría rechazado para no someterse a la vejación del pago de coimas; intervino como mediador entre IBM y María Julia Alsogaray cuando se llegó a una encrucijada en las discusiones sobre el pago de las deudas que ENTel mantenía con la Big Blue. Anónimos enviados a los tribunales de Comodoro Py aventuraban que la ingeniera habría solicitado un cuantioso “retorno” para honrar las deudas estatales.
Quizás la participación del bufet Basílico-Fernández Madero en aquellos viejos temas y sobre todo en el que ahora investiga el subcomitépermanente del Senado de Estados Unidos, y promete llevar a audiencia pública a directivos del Citibank (casa matriz) y salpicar con dinero negro a muchos personajes de la política, la Justicia y las finanzas argentinas, sea producto de lo que el despacho de los mismos habían definido como su principal virtud: “estar al tanto del state-of-art”, esa última tendencia en el universo de los negocios. Aunque no haya garantías de que el estar al “último grito”, o la “especialización indispensable” en el “campo de las privatizaciones” termine siempre en un final feliz. O en el “éxito”, como prefiere definirse en el universo de las finanzas.


Contra Pou y el lavado de dinero
Críticas y denuncias

Para mostrarse activo en la lucha contra el lavado de dinero, el Gobierno se presentará hoy ante la Justicia para promover una investigación acerca de las denuncias del Senado estadounidense sobre operaciones de blanqueo de fondos “sucios” argentinos. Como parte de la estrategia, el Ejecutivo reglamentará mañana por decreto la ley contra el Lavado de Dinero. Anticipándose a la movida, ayer tanto el ex presidente Raúl Alfonsín como el titular del bloque aliancista en Diputados, Darío Alessandro, salieron a criticar al hombre fuerte del Banco Central, Pedro Pou, por su papel al frente de la entidad.
La administración delarruista no quiere aparecer como rezagada en el escándalo por el presunto lavado de dinero del que habrían participado al menos dos bancos argentinos. Pese a que la promotora de la denuncia sobre blanqueo de plata ilegal fue la diputada disidente Elisa Carrió, en el Gobierno apuestan a conseguir que la Justicia avance en el tema, y por eso se presenta hoy en Tribunales el procurador del Tesoro, Ernesto Marcer, por instancias del Presidente.
El escándalo estalló cuando Página/12 anticipó que una comisión senatorial estadounidense investiga posibles operaciones de lavado de dinero argentino, en el que estarían involucrados el Citibank, el Banco República, del ex banquero menemista Raúl Moneta, Mercado Abierto, el ex asesor de Ramón Ortega, Aldo Ducler, y las fantasmales entidades Federal Bank y MA. Los estadounidenses se basaron en el informe realizado por Carrió y por su colega mendocino Gustavo Gutiérrez, que aseguraba que todos esos bancos lavaron una impresionante cantidad de dinero ilícito, al parecer proveniente de retornos por privatizaciones hechas en los ‘90. La segunda pata del plan aliancista se completa con la reglamentación de la ley contra el Lavado de Dinero, que ya fue aprobada por el Congreso.
Por su parte, desde el sector político de la Alianza salieron a pegarle duro a Pou, titular del Central y consecuentemente responsable del máximo organismo encargado de supervisar el sistema financiero argentino; Alfonsín pidió directamente su renuncia, y aseguró que le “duele” que haya sido el Congreso de Estados Unidos y no el Banco Central el que haya hecho la investigación” sobre el lavado de dinero en la Argentina. En tanto, Alessandro afirmó que “posiblemente Pou haya ocultado la verdad” sobre las cuestionadas maniobras financieras de Moneta.


CUATRO AÑOS DE TOLERANCIA Y PASIVIDAD DEL BCRA HACIA MONETA
Las respuestas que debe Pedro Pou

Por S.V.

Es probable que el presidente del Banco Central, Pedro Pou, ya haya olvidado el pedido de informes que en 1998 le hicieran los diputados del Frepaso, Juan Pablo Cafiero y Darío Alessandro, por presuntas operaciones de lavado de dinero efectuadas por el banquero Raúl Moneta. Sin embargo, deberá volver sobre sus pasos, ahora que la investigación de Washington ha puesto el lavado de dinero en la Argentina al rojo vivo. El cuestionario que hoy Pou deberá responder es más amplio y variado. Tendrá que contestar por qué no sancionó a Moneta por desobedecer la resolución 395 del BCRA que le prohibía vender el proyecto de construcción del Edificio República (actual sede de Telefónica) si daba asistencia a cualquiera de sus empresas vinculadas; por qué no tomó en cuenta las advertencias dadas por sus propios técnicos respecto de presuntas maniobras de lavado realizadas entre el República, el Federal Bank y el Citibank; por qué se alejó del BCRA la jefa de dictámenes María del Carmen Urquiza, dejando a sus compañeros una significativa carta abierta; por qué no siguió las pistas que conducían a la denuncia por evasión de divisas que involucraba al Citibank. Y, finalmente, por qué él y otros miembros del directorio utilizan como defensores particulares a letrados y contadores de entidades financieras bajo investigación judicial.
En efecto, los legisladores Cafiero y Alessandro trataron de entender en 1998 por qué razón un edificio cuyo terreno había costado 8 millones de dólares y cuya construcción, 36 (un total de 44 millones), era hipotecado poco después en favor de República Compañía de Inversiones con una financiación del Banco República por 85 millones de dólares. Los diputados se habrían espantado de saber que en abril de 1999, pese a estar a punto de cerrar sus puertas, el Banco República recibió del BCRA cuantiosos redescuentos que fueron garantizados, en parte, con el bendito edificio. En esas fechas, el tasador del Banco Nación llamado por el Central para fijar el precio de plaza del inmueble lo justipreció en 75 millones. Sin embargo, las autoridades del Central ordenaron rehacer y elevar la tasación. La funcionaria del BCRA encargada de colocar su firma debajo del encargo de sus jefes por las dudas dejó constancias: “Se señala que por instrucciones recibidas de la superioridad, la garantía presentada (la hipoteca del Edificio República) fue tomada al 146 por ciento”.
Después de su cierre, el otro banco de Moneta, el Mendoza, solicitó que se le concediera la facultad de autoliquidarse. Ese paso evitaba por un lado la extensión de una eventual quiebra a otros bienes de los accionistas. También sustraía la documentación del control de la Justicia y del Banco Central. La funcionaria del área de dictámenes del BCRA, María del Carmen Urquiza, se pronunció en contra de la solicitud de Moneta. Pou, en esta ocasión, tampoco estuvo de acuerdo con la opinión de un integrante de su staff. María del Carmen Urquiza, empleada del Central desde hacía 19 años, recibió por esas mismas épocas amenazas de muerte y renunció a su puesto. Eso sí, no sin antes dejar a sus compañeros una carta de despedida: “...no es mucho lo que puedo decirles dadas las circunstancias actuales (...) sólo que las instituciones sobreviven a los hombres”.
Los favores hechos por el directorio del Central al ex banquero menemista incluyeron la vista gorda para operaciones preocupantes a los ojos de los técnicos enviados a inspeccionar al República. El 30 de junio de 1998, los técnicos emitieron un informe en el que resaltaban las operaciones sospechadas de lavado, que en la actualidad se investigan en Estados Unidos, y recomendaban tomar medidas. Dos años antes había surgido un interrogante similar. Pero recién en agosto del 2000 la denuncia fue girada a la Procuración.
Con tales antecedentes no extraña que el Banco Central haya demorado dos años (de 1996 a 1998) para abrir y leer el expediente que le mandaron desde el fuero penal económico para que determinara si había delito en las actividades realizadas por funcionarios del Citibank, desde oficinas del Citibank, y que consistían en la apertura de cuentas en el exterior paragrandes clientes: “private banking”. Las dependencias –que habían sido allanadas por un juez de instrucción– estaban declaradas por el Citi ante el BCRA, pero atribuyéndolas a otra actividad. Ante la presión del denunciante, en 1998, el Central actuó sin hesitaciones: resolvió que no había nada que investigar. Por esa misma causa se encuentran procesados dos ex vicepresidentes del Citi.
Nada de esto ha impedido que Pedro Pou, convocado para participar de la futura Unidad de Inteligencia Financiera, sea defendido ante la Justicia por el estudio Caride Fitte, también defensor de Gaith Pharaon en la causa del BCCI. O que designe como perito de parte ante el juzgado del juez federal Gustavo Literas –donde se instruye la causa de Raúl Moneta– a Federico Maggio, integrante del estudio jurídico de Daniel Saint-Jean, que entiende en las causas penales que afectan al Citibank. Así las cosas, parece lógico que el miembro del directorio del Central encargado de monitorear el área de lavado de dinero, Manuel Domper –otro de los invitados a la UIF–, tenga como asesor personal al otro hermano del contador, el abogado Pablo Maggio, también socio del estudio Saint-Jean. Justamente en ese carácter, Pablo Maggio asistió al allanamiento realizado a las oficinas del Citi sospechadas de realizar actividades ilegales de evasión de divisas y lavado de dinero.

 

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