Por
Cristian Alarcón y
Raúl Kollmann
La
autopsia, el análisis de las manos, el estudio toxicológico,
las impresoras, los testigos, los directivos de Antfactory, una montaña
de papeles encontrados en una oficina clandestina y dos cartas. Todo eso
estará esta semana en el centro de investigación de las
muertes de Cariló. El marco de la pesquisa es una especie de guerra
entre la fiscal, que por ahora insiste en que fue un doble asesinato,
y la Policía Bonaerense, que cree que Mariano Perel mató
a su esposa de un tiro en la nuca y después se suicidó con
otro tiro en la nuca. Ayer, fuentes de la Procuraduría Bonaerense
señalaron que dos peritos que viajaron a Dolores para revisar la
autopsia, las primeras pericias y las fotos concluyeron que se aleja
la posibilidad de que haya habido suicidio. En realidad, el problema
no son las dos hipótesis sino las pruebas para sostenerlas. Y hasta
el momento, la debacle en la investigación impide sacar conclusiones.
Estos son los elementos que se moverán en los próximos días:
La autopsia. Un forense
experimentado ya estuvo el sábado en Dolores para revisar lo hecho
por los dos médicos que firman la autopsia, que descarta categóricamente
la idea del suicidio. El estudio fue hecho muy al principio y, de acuerdo
con lo que señalan quienes tuvieron acceso al documento, contiene
gruesas imprecisiones. Los médicos vieron dos disparos en las nucas
y dijeron esto es doble homicidio, sin hacer demasiadas comprobaciones
sobre distancias y trayectorias de los disparos. Entre hoy y mañana
podría estar el informe definitivo de los especialistas enviados
por la Procuración.
El estudio de las manos.
Punto clave para terminar con todas las polémicas. Mediante una
búsqueda microscópica se determinará si Mariano Perel
fue el que disparó o no. Ese estudio está a cargo de la
Asesoría Pericial de la Suprema Corte Bonaerense. Hay alguna chance
de que un informe preliminar esté listo esta misma semana. La Asesoría
igualmente tiene la piel de la nuca de Perel y de su esposa, de manera
que podrá opinar sobre la distancia del disparo.
Los análisis toxicológicos.
También son muy importantes, sobre todo porque la familia de
Perel cree que el matrimonio fue ejecutado por un asesino profesional
que los durmió previamente. Es la única explicación
que encuentran a la falta de reacción del financista y a que no
hubo movimiento en la cama donde fueron encontrados muertos.
Las impresoras. El sábado
se llevaron las del apart-hotel Puerto Hamlet de Cariló. Lo que
buscan es si en ellas se imprimió el mensaje final, ese que dice
Soy un gringo al servicio del Citibank, muerto por no pagar el rescate
de Antfactory del Citigroup. Por ahora, no aparece la impresora
de la que salió ese mensaje. Si es una que usó Perel, también
se terminó la polémica. Si no aparece, fue impresa por el
asesino.
Los testigos. A partir
de hoy empezarán a desfilar unas 120 personas que estuvieron en
otras cabañas o en los alrededores de la que usaron los Perel la
noche de las muertes. Hay un misterio que nadie se explica: por ahora,
nadie vio nada y, lo que es más llamativo, nadie escuchó
los disparos.
Los directivos de Antfactory.
Es la empresa para la cual trabajaba Mariano Perel y la mencionada en
el mensaje final. La familia del financista cree que la clave de la muerte
está en los últimos meses de actividad de Perel y particularmente
en el viaje a México. Declararán Sal Attie, consultor de
la firma; Diego Lozada, encargado de estudios financieros; el abogado
Nicolás Perkins, y Mario Sujoy, hijo de un amigo de Perel al
que le debía dinero y que trabajaba con el financista.
Los papeles encontrados
en la oficina clandestina de Perel. Fue allanada el viernes, después
de que su existencia fuera develada por el secretario del financista,
José Luis Daste. Antfactory dice que ni sabía que Perel
tenía esa oficina y algunos de sus familiares sostuvieron lo mismo.
DePerón 939, al lado de Antfactory, se llevaron 20 cajas de papeles
en los que supuestamente hay documentación sobre la mesa de dinero
que manejaba Perel o las operaciones de lavado de dinero. En Dolores,
hay especialistas que tratarán de encontrarle en esos papeles la
respuesta al enigma de por qué mataron al matrimonio.
Las dos cartas. Fueron
despachadas por Perel antes de irse el viernes a Cariló. Una fue
por Federal Express y la otra por Correo, ambas a Miami. En la familia
creen que al menos una de esas misivas contiene algo importante
podría haber ido al abogado de Perel en Estados Unidos. A
él Mariano le hubiera dejado instrucciones o dado datos para esclarecer
lo que fuera, señaló una fuente familiar. Por ahora,
no se sabe el destino de ambas cartas.
Más allá de la guerra entre la fiscal y la policía,
la intervención de la Procuraduría y la mirada atenta de
los gobiernos nacional y bonaerense, lo que supuestamente se agregará
esta semana en la causa son algunos elementos y testimonios que debieron
buscarse el primer día.
OPINION
Las leyes antilavado no sirven
Por
Eugenio Raúl Zaffaroni*
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Una famosa
sentencia medieval ordenó el desalojo a los ratones de un
campo, y otra fulminó con excomunión a las sanguijuelas
del Sena. Vino luego la Ilustración y el racionalismo, pero
hasta el presente se sigue creyendo que todo lo que se pone en la
ley penal desaparece de la realidad. Algún antropólogo
del futuro dirá que somos una civilización idolátrica
y fanática, que no duda de la omnipotencia del sistema penal,
que destroza la realidad en infinitos pedazos, cada uno de los cuales
es cuidadosamente estudiado por un especialista que ignora la existencia
de los restantes. Pero quien por un instante se anime a una realidad
sin discontinuidades, verá que las leyes penales producen
efectos que casi nunca son los que se pretenden y que a veces son
exactamente opuestos.
Una ley penal nunca hará desaparecer el lavado de dinero.
Semejante masa de medios de pago no puede desaparecer en este sistema
financiero, con libérrimo flujo de capitales mediante tecnología
virtual. Quien sueñe que entre medio y un millón de
millones de dólares por año desaparecerán por
obra del sistema penal, no tiene en cuenta que éste quizá
sea el segmento público más vulnerable a la corrupción.
Con cañonazos de dólares o de plomo, la formidable
bola de dinero aplastará a quien se le ponga delante. La
plata sucia es un fenómeno macroeconómico y su supresión
por ley es tan ridícula como la pretensión de prohibir
la inflación. Es claro que cumple una función en la
economía mundial (posiblemente evita una enorme recesión),
de otro modo no se explica la subsistencia de los refugios fiscales.
Con precisión dice Jean Ziegler que el crimen organizado
parece ser la etapa superior del capitalismo. El sistema penal sólo
puede dificultar el reciclaje del dinero sucio. Al dificultarlo
aumentan los costos del servicio de lavado y se elimina a los pequeños
lavadores sin recursos para sortear los controles. En síntesis:
produce aumento y concentración de la renta del servicio
ilícito de lavado.
Pero como no hay ninguna forma de criminalidad macroeconómica
sin participación de funcionarios, el llamado crimen
organizado siempre mantiene relaciones perversas y promiscuas
con la corrupción, envenena todas las instituciones y debilita
la confianza pública. Las consecuencias económicas
del lavado quizá no sean tan nocivas, pero las políticas
son catastróficas. El gran desafío es preservar las
instituciones republicanas de su enorme potencial corruptor.
Si podemos dejar por un momento la idolatría del sistema
penal y pensar en el fenómeno en sí mismo y en sus
dimensiones económicas y políticas, veremos que el
lavado sólo desaparecerá el día en que deje
de ser funcional al sistema financiero y, para eso, algo deberá
cambiar en éste. En tanto se deben contener sus nefastos
efectos políticos. Para ello muchas medidas son posibles,
desde un atento control frente a crecimientos patrimoniales de los
funcionarios políticos y judiciales hasta financiación
transparente de las internas de los partidos, evitando la inversión
corrupta en compra de votos, lo que permite que los menos escrupulosos
lleguen más lejos (minan los partidos desde la base); desde
reformar la organicidad de los partidos, lo que importa mayores
controles internos (se logra mejor en un sistema parlamentario)
hasta hacer que los legisladores den un paso al costado en el consejo
de la magistratura; desde reafirmar la libertad de información
hasta aumentar el espacio de las organizaciones intermedias de la
sociedad.
La corrupción es poderosísima, pero tiene límites;
no puede comprar a todos, porque en un momento deja de ser rentable.
Sólo se la para quitándole rentabilidad, y esto se
produce cuando el poder está tan repartido que debe comprar
a demasiadas personas. Una sociedad con poder concentrado es por
esencia corrupta, sencillamente porque se la corrompe comprando
a pocos y eso es relativamente barato. A esto obedece que los discursos
autoritarios actuales no respondan a motivos ideológicos,
sino a la necesidad de defender las estructuras idóneas para
la corrupción rentable. En síntesis: las leyes penales
antilavado aumentan la renta del servicio ilícito y lo concentran;
si somos capaces de superar la idolatría de la ilusión
de la omnipotencia panpenal, veremos que la única forma de
combatirlo es con mejor república y más democracia.
* Titular
del INNAI, director del Departamento de Derecho Penal y Criminología
UBA, vicepresidente de la Asociación de Derecho Penal.
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