Pearl
Harbour sigue siendo una cita maldita para las relaciones niponorteamericanas.
A unos 14 km de allí fue donde el sábado un submarino norteamericano
hundió (accidentalmente) a un buque escuela (de pesca) japonés.
Se teme que al menos nueve personas hayan muerto ahogadas. El comandante
del submarino fue separado de su cargo y se abrió una investigación
completa. Las repercusiones políticas fueron más fuertes
en Japón, donde los medios y aun su partido criticaron al premier
Yoshiro Mori por no haber interrumpido un partido de golf al recibir la
noticia de la catástrofe.
Estamos haciendo todo lo humanamente posible para encontrar a los
restantes desaparecidos, dijo ayer el secretario de Defensa norteamericano,
Donald Rumsfeld. La Seguridad Nacional de Transportes, un cuerpo gubernamental
independiente, envió ayer cinco investigadores a Hawai para que
establecieran si el submarino siguió o no los procedimientos de
seguridad mientras llevaba a cabo lo que se cree que era una ejercitación
de prácticas de emergencia, en las cuales se sumerge a grandes
profundidades y después vuelve a la superficie.
Hisao Onisho, capitán del Ehime Maru, el buque japonés
hundido, dijo que desde el submarino habían hecho muy poco
para ayudar después de la colisión. Durante una hora,
dijo, la única ayuda ofrecida por el USS Greeneville
había sido bajar una escalera de soga para los sobrevivientes.
Los medios japoneses fueron implacables con la tripulación del
submarino. Es un procedimiento de rutina para un submarino usar
su sonar y su periscopio para comprobar si hay barcos cerca antes de emerger.
Si el submarino norteamericano no hizo esto, es un error increíblemente
básico, se leyó ayer en el editorial del Asahi Shimbun,
el diario más influyente de Japón.
Aunque el secretario de Defensa Rumsfeld dijo que todavía no podía
saberse por qué había ocurrido el accidente, reconoció
que el gobierno norteamericano estaba considerando una compensación
para las familias de los que habían muerto, tan pronto como se
conocieran los hechos.
El submarino Greeneville permaneció en la escena porque
Japón exigió ayer que Estados Unidos rescatara los restos
del Ehime Maru. La marina y la guardia costera norteamericana
ampliaron su busca en las aguas cercanas a Hawai de las nueve personas
que faltan, incluyendo cuatro alumnos y dos maestros, que estaban en un
viaje de estudio. Se teme que los desaparecidos hayan quedado atrapados
dentro del Ehime Maru, que se hundió a los pocos minutos
de que lo golpeara el submarino nuclear de 6900 toneladas.
El accidente amenaza con perjudicar aún más las relaciones
entre las Fuerzas Armadas de Japón y Estados Unidos, que se habían
tensado la semana pasada cuando el marine norteamericano de mayor rango
en Japón fue obligado a pedir disculpas después de llamar
manga de inútiles a funcionarios japoneses de Okinawa.
El premier japonés Mori fue blanco ayer de las críticas
de políticos y la prensa por continuar un partido de golf después
de haber escuchado la noticia del choque del submarino nuclear estadounidense.
No sé cómo el primer ministro se enteró, pero
creo que debería haber dejado de jugar golf de inmediato y haber
regresado a su despacho, dijo Takenori Kanzaki, líder del
partido Nuevo Komeito y socio clave en la coalición gobernante
de Mori, a un programa de televisión.
Los principales diarios publicaron en su mayoría artículos
y editoriales en la primera plana, con críticas al premier japonés
más impopular en varios años (y después de una serie
de premiers impopulares) por su decisión de priorizar su partido
de golf. El primer ministro espera cuatro horas, señala
el titular principal de la primera plan del diario Asahi Shimbun. Las
excusas del secretario de Gabinete, Yasuo Fukuda, añadieron una
cuota de ridículo: dijo que la decisión de Mori no causó
problemas, ya que él estuvo dando instrucciones de la cancha de
golf, porteléfono celular. En algo coincidieron japoneses y norteamericanos.
Cuando el submarino nuclear hundió el buque escuela, George W.
Bush estaba descansando en Camp David (Maryland). El secretario de Estado,
Colin Powell, fue el encargado de transmitir a Japón las disculpas
y condolencias de Bush, informado en Camp David de lo sucedido por
su asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice.
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