Por
Suzanne Goldenberg *
Desde Jerusalén
El
Partido Laborista, que alguna vez fue el bastión inconmovible del
establishment israelí, parecía dirigirse ayer a un suicidio
colectivo por las divisiones que abre la perspectiva de una alianza con
el premier electo, el derechista de línea dura Ariel Sharon. Mientras
que Shimon Peres, viejo estadista del laborismo, declaró su buena
disposición para servir a Sharon como ministro de Relaciones Exteriores
en una coalición de unidad nacional, varias figuras en el partido,
incluyendo su paloma número 1, Yossi Beilin, preparan su renuncia.
Vivimos una crisis de liderazgo en el Partido Laborista, dijo
ayer Elie Goldchmidt, quien la semana pasada renunció espectacularmente
a su banca parlamentaria, diciendo que el partido era un criadero
de traidores que anteponían sus intereses personales a los
del partido y el país. Otro líder laborista, Uzi Baram,
anunció ayer su renuncia después de cerca de 25 años
en el parlamento, diciendo que el partido necesitaba reconstruirse después
de la devastadora derrota del premier Ehud Barak en las elecciones de
la semana pasada. Por su parte, Yossi Beilin empezó ayer las conversaciones
para crear una nueva fuerza socialdemócrata con el partido de izquierda
Meretz.
Las
divisiones del laborismo se hicieron patentes durante la campaña
electoral, cuando figuras clave, incluyendo a Peres, conspiraron detrás
del escenario para derribar a Barak. Estoy seguro de que más
de un líder laborista estuvo más feliz que Sharon con los
resultados de la elección, dijo Goldschmidt, a cargo de la
propaganda en la campaña de Barak. Ahora que las negociaciones
avanzan para formar un gobierno de unidad nacional, esas feas rivalidades
quedan expuestas a plena luz. Muchos sostienen que una coalición
con Sharon causaría daños aún más permanentes,
al robarle al laborismo su mayor punto de diferenciación: su voluntad
de aceptar los dolorosos compromisos necesarios para un acuerdo de paz
con los palestinos.
Barak, que sostuvo ayer una segunda sesión de charlas sobre el
eventual gobierno de coalición con Sharon, piensa de otra manera.
El fue el primero en no reconocer los compromisos ofrecidos a los palestinos
en las conversaciones del mes pasado en Taba, la ciudad balnearia en el
mar Rojo egipcio. Peres también apoya la posición del triunfante
partido derechista Likud en contra de retomar la conversaciones en el
punto en el que fueron abandonadas, tal como demandan los palestinos.
En una reciente reunión partidaria, Peres tuvo que oír los
gritos de Beilin: ¡Usted es un hombre de paz, un defensor
de la verdad. No le regale a Sharon legitimidad en todo el mundo!
El nacimiento de un gobierno de unidad nacional marcaría
la muerte del Partido Laborista, escribió Akiva Eldar en
una columna que su diario Haaretz publicó ayer. Muchos observadores
israelíes asienten.
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De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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