Una tragedia
usual de la izquierda suele ser que apoye a candidatos que terminan
traicionándola una vez que asumen el poder, pero no hay que
olvidarse que lo mismo le pasa a la derecha. Y es lo que está
pasando en Israel, con la aceleración de las negociaciones
para constituir un gobierno de unidad nacional con los laboristas
después de la arrasadora victoria de Ariel Sharon, candidato
del frente de derechas Likud, en las elecciones del pasado martes
6. De haberse dado crédito a las especulaciones más
tremendistas tras su triunfo por 25 puntos sobre el ahora premier
saliente Ehud Barak, Sharon iba a anular los acuerdos de Oslo, multiplicar
las masacres contra los palestinos, bombardear Teherán y
destruir la represa de Asuán en Egipto. Y estas cosas fueron
escritas y publicadas en algunos de los diarios más
respetados del mundo.
Pero hoy, a sólo seis días de esas elecciones, la
imagen que está surgiendo de Sharon es bastante diferente.
Para empezar, y en su primera conversación telefónica
con Yasser Arafat tras los comicios, el reclamo de Sharon de que
los palestinos terminen la violencia antes de reanudar negociaciones
vino acompañado de las palabras en cumplimiento con
los acuerdos de Oslo. Ahora, en las negociaciones internas
para formar gobierno, ha trascendido que el Likud ofreció
al laborismo tres carteras ministeriales clave: Defensa, Relaciones
Exteriores y Finanzas. El nombre propuesto para Relaciones Exteriores
es nada menos que el de Shimon Peres, arquitecto de los acuerdos
de Oslo quien manifestó que aceptaría esa designación,
mientras para Defensa se habla abiertamente del propio Ehud Barak.
De acuerdo con lo que dijo Peres ayer, las probabilidades de llegar
a un acuerdo semejante son de un 50 por ciento. Aquí el problema
radica en el ala más pacifista del laborismo, que se sentiría
encerrada dentro de un gobierno de unidad nacional.
Y es que el imperativo de gobernabilidad generalmente tiende a acercar
las posiciones de los candidatos triunfantes al centro. Por más
belicosos que sean los antecedentes militares y políticos
de Sharon, hay que entender que remontan a un pasado estratégica
y políticamente muy remoto, donde aún existían
la Unión Soviética y la Guerra Fría, donde
Israel y la OLP no se dirigían la palabra y donde Israel
no había internalizado la necesidad de un Estado Palestino.
Cambien el contexto y cambia el halcón: Sharon está
más que dispuesto a un Estado Palestino aunque con
muchas condiciones simplemente porque eso es bueno para la
seguridad de Israel.
|