Por Fernando Cibeira
La cuenta regresiva de Pedro
Pou será más corta que lo esperado: el Gobierno resolvió
ayer remover al presidente del Banco Central, sobreviviente de la gestión
menemista y con mandato hasta el 2004. En la reunión de gabinete,
los ministros concluyeron que era mayor el desgaste de mantenerlo en su
función que los hipotéticos riesgos de desplazarlo. El presidente
Fernando de la Rúa se reunió con el presidente provisional
del Senado, Mario Losada, y el jefe del bloque de senadores de la UCR,
Jorge Agúndez, para convenir el mecanismo que desembocará
en la salida. Por la tarde, el bloque radical anunció la convocatoria
probablemente para el viernes próximo de la comisión
encargada de recomendar al Ejecutivo la remoción de Pou. Por si
quedaban dudas, aclararon que la voluntad política
era desplazarlo.
En gabinete predominaron dos hipótesis. Por un lado, estaban quienes
consideraban que mantener a Pou significaría un desgaste innecesario
para el Gobierno, teniendo en cuenta las posibles derivaciones que podrían
surgir de las investigaciones por lavado de dinero. Del otro lado, quedaron
los ministros que opinaban que no se lo podía remover hasta tanto
la Justicia no tuviera pruebas de su culpabilidad porque de lo contrario
se daría una señal de inestabilidad hacia los mercados.
En el primer bando, se agruparon los ministros del Interior, Federico
Storani, y el de Justicia, Jorge De la Rúa. Del otro, el de Economía,
José Luis Machinea, y el de Defensa, Ricardo López Murphy,
más atentos a las susceptibilidades del mercado. Por entonces,
el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, continuaba en la Rosada con De
la Rúa y la reunión de gabinete era presidida por Storani.
Hasta ayer, Machinea se había convertido en el sostén de
Pou dentro de la Alianza. Gracias a la política monetaria conservadora
que llevó adelante en más de cuatro años de mandato,
Pou contribuyó a la concentración y extranjerización
de la banca. Algo que le valió el apoyo de los organismos financieros
internacionales y de los grandes bancos. Por eso, el ministro de Economía
siempre lo ratificó como señal de confianza hacia el establishment
financiero. Pero su papel en el escándalo del lavado de dinero
y su consecuente pelea con el Citibank, le hicieron perder a sus antiguos
amigos. El lunes, tanto desde el oficialismo como desde el justicialismo
habían salido a pedir su renuncia.
En el gabinete coincidieron en que la movida que desembocaría en
la remoción de Pou no era tan complicada como se sospechaba. De
acuerdo al artículo 9 de la carta orgánica del Banco Central,
la renuncia del titular de la entidad debe ser recomendada por una comisión
compuesta por cinco legisladores: el presidente provisional del Senado
Mario Losada más los presidentes de las comisiones
de Presupuesto y de Finanzas de ambas cámaras. La cuenta demostró
una amplia mayoría oficialista: cuatro radicales y apenas un justicialista.
Llegaron entonces a una conclusión intermedia. Pou no debía
seguir al frente del Banco Central pero antes de que el Gobierno diera
el primer paso lo más sensato sería que estuvieran listos
todos los detalles: una rápida convocatoria a la comisión
que tiene que sugerir su salida, la redacción del decreto que firmará
de la Rúa determinando la renuncia y el nombre del reemplazante.
Algunos ministros reaccionaron airadamente a la idea del gobernador Carlos
Ruckauf de designar al ex ministro Domingo Cavallo en el lugar de Pou.
Para Machinea y López Murphy, Ruckauf impulsa la candidatura porque
Cavallo le es funcional: el ex ministro es amigo del titular del Banco
Provincia, Ricardo Gutiérrez. Y que Cavallo al frente del Central
le serviría para solucionar los problemas financieros que, aseguraron,
atraviesa la entidad bonaerense. Cavallo ya tuvo un controvertido paso
-que él prefiere olvidar por la presidencia del Banco Central
durante la dictadura militar. Con la decisión consensuada, De la
Rúa convocó a su despacho a Losada, Agúndez y al
cordobés Luis Molinari Romero para ponerse de acuerdo con la convocatoria
a la comisión. Decidieron hacerla lo más rápido posible,
tal vez hoy mismo. Luego se dieron cuenta que el único peronista
comisionado, el pampeano Carlos Verna, estaba en Kuwait formando parte
de una comitiva de legisladores de visita y que no quedaría bien
que la decisión la tomaran sólo los cuatro radicales. Luego
de algunas averiguaciones, por la noche concluyeron que podrían
estar en condiciones de reunir a la comisión para este viernes.
En la Alianza no tenían dudas de que la comisión tendría
pruebas más que suficientes como para recomendarle a De la Rúa
que eche a Pou. En la coalición entienden que está probado
que, al menos, el aún presidente del Banco Central ocultó
información sobre lavado de dinero y los oscuros manejos financieros
del banquero del menemismo, Raúl Moneta.
En la Rosada concluyeron que sería infinitamente peor que se pensara
que el Gobierno sostenía a un funcionario sospechado de tener relaciones
con el lavado a sufrir algún movimiento del mercado financiero
como reacción a la salida de Pou. De paso, su salida podría
interpretarse como otra medida del Gobierno que quiere mostrarse como
el más interesado en el esclarecimiento de las maniobras de lavado.
En esa dirección, De la Rúa firmó ayer la reglamentación
de la ley contra el lavado que crea la Unidad de Información Financiera
de la que dejó al margen a Pou .
Fuera de la función pública, Pou podrá dedicarse
a otras actividades más gratificantes para el espíritu.
Por ejemplo, a trabajar para la orden masónica de los Caballeros
Americanos del Fuego, una logia de la que los especialistas aseguran que
Pou forma parte aunque él lo niega. O a releer a Borges, de quien
se demostró lector luego de una fallida broma que le quiso hacer
al Premio Nobel José Saramago sobre el apócrifo escritor
Herbert Quain. Pero lo más seguro es que Pou se dedicará
a propalar las bondades de la dolarización como hacen otros menemistas
en el llano. Eso, claro, en la medida que las causas se lo permitan.
DIPUTADOS
Y SENADORES YA DAN POR TERMINADO EL MANDATO DE POU
La remoción puso de acuerdo a la Alianza
Por Felipe Yapur
Casi al unísono, como
si se hubieran puesto de acuerdo, la bancada de diputados de la Alianza
y el bloque de senadores radicales anunciaron su intención de impulsar
la remoción de Pedro Pou de la presidencia del Banco Central de
la República Argentina (BCRA). Los diputados decidieron conformar
una comisión investigadora y los senadores convocar a la comisión
bicameral especial encargada de estudiar las razones para remover al titular
del Central y hombre de confianza de Carlos Menem.
Ya están dadas las condiciones para que Pou abandone su cargo,
dijo Darío Alessandro poco después de presidir la mesa de
conducción del bloque oficialista. Los senadores radicales, en
tanto, manifestaron su voluntad política de impulsar la remoción
del presidente del Banco Central, doctor Pedro Pou.
Durante el mediodía de ayer, el frepasista Alessandro y el radical
Horacio Pernasetti presidieron la reunión de la mesa directiva
del bloque donde se decidió, previo guiño presidencial,
la integración de la comisión anti-lavado.
La discusión entre los diputados giró alrededor de quiénes
podrían integrarla. La primera coincidencia surgió a partir
de que no habría senadores: Están demasiado cuestionados,
dijo Alessandro. Finalmente se acordó que sería conveniente
repetir la experiencia de la comisión que investigó el atentado
a la AMIA, es decir con presidentes de bloque. Pero además vieron
conveniente que deberían formar parte los diputados que encabezaron
las denuncias. Allí reside, en principio, la razón por la
cual, Alessandro y Pernasetti, se trasladaron hasta el domicilio de la
radical Elisa Carrió.
Según el titular del bloque aliancista, la diputada chaqueña
aceptó el convite. Igual actitud adoptó el demócrata
Gustavo Gutiérrez, quien dio el sí por teléfono ya
que todavía permanecía en Mendoza. Pero la visita al domicilio
de Carrió dejó entrever la intención, por parte de
la conducción del bloque, de limar las asperezas entre la legisladora
y el bloque que se tradujo en un respaldo a sus denuncias sobre lavado
de dinero al invitarla a ser parte de la comisión investigadora.
Es una cuestión de Estado, dijo a Página/12
Pernasetti sobre la necesidad de la conformación de la comisión.
Tendrá la tarea de investigar, de irá a fondo. Puede
generar algún escozor pero tenemos el aval del presidente (Fernando)
De la Rúa, agregó Alessandro.
La comisión, según relató el legislador frepasista,
ya estaría funcionando en marzo cuando recomiencen las sesiones
ordinarias. Es decir, al mismo tiempo en que el Senado norteamericano
dé a conocer el informe sobre lavado de dinero donde se nombrarán
de acuerdo a lo dicho por Alessandro a entidades bancarias,
banqueros, e incluso políticos de la Argentina.
Los diputados, en cambio, prefirieron no opinar sobre los posibles nombres
del reemplazante de Pou. Un hecho de esta magnitud tendrá
repercusión en el mundo económico. Por eso es necesario
hacer todo con la mayor seriedad posible y antes de definir la separación
de Pou sería conveniente tener a su reemplazante. Esa es una facultad
del Ejecutivo, aseguró Alessandro.
Los únicos que no emitieron opinión al respecto fueron los
justicialistas del Senado. A pesar de haberse reunido durante la tarde
de ayer, sus voceros dijeron que los legisladores del PJ postergaron una
definición en este tema para más adelante. Sin embargo,
trascendió que hubo molestias por la actitud asumida por Carlos
Ruckauf (le pidió al Presidente la renuncia de Pou). Además,
advirtieron que entre los senadores del PJ no hay voluntad para
avanzar en un voto de censura porque la documentación existente
hasta el momento no es suficiente para recomendar su alejamiento.
Cabe recordar que los senadores justicialistas fueron los únicos
que votaron en 1998 para que Pou continuara al frente del BCRA hasta el
2004.
Pou
será indagado también por la caída del Medefin
Información exclusiva a la que accedió este diario en Tribunales
permite asegurar que Pou será indagado por el juez Literas por
el pedido de los fiscales de investigar redescuentos del Banco
Central al Medefín.
Pedro
Pou, que próximamente se convertirá en ex presidente
del Banco Central.
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Por Claudio Zlotnik
Ya sea dentro o fuera del Banco
Central, hay algo de lo que Pedro Pou puede estar seguro: deberá
presentarse en Tribunales para dar explicaciones sobre su conducta en
relación a la caída del Medefin-UNB, el banco que cerró
sus puertas a mediados del 98, y que está siendo investigada
por la Justicia. Según confiaron altas fuentes judiciales a Página/12,
el presidente del Banco Central será indagado por el juez federal
Gustavo Literas para determinar la responsabilidad que le cupo en el derrumbe
de la entidad financiera y en maniobras sospechosas que se
están investigando.
Las mismas fuentes reseñaron que la situación de Pou en
este tema es complicada, y no descartaron que, tras la indagatoria,
quede procesado en la causa. Está previsto que el paso del banquero
por Comodoro Py se concrete hacia abril. Antes, tendrá que declarar
Roque Maccarone, ex titular del Banco Nación.
No es la única causa anotada en la agenda de Pou. La semana pasada,
la jueza Servini de Cubría reabrió la causa en la que se
investiga la posible falta de control del BC sobre el lavado de dinero
en la Argentina. También tiene una causa abierta por una denuncia
de ex ahorristas del Patricios, y le revocaron el sobreseimiento en otra
en donde se investiga una presunta infracción a la Ley del Cheque.
Por último, se encuentra procesado en otra causa que lleva adelante
Servini de Cubría sobre la caída del Banco Basel.
El juez Literas es el mismo que, anteayer, allanó la sede del Banco
Central para retirar documentación respecto del cierre del República,
que tiene como principales investigados a Pou y al banquero menemista
Raúl Moneta.
Al momento de su cierre, en junio de 1998, el Medefin-UNB estaba en manos
del grupo de origen suizo español Socimer. Pocos meses después,
los fiscales del caso, Paulo Starc y Guillermo Montenegro, emitieron un
dictamen en el cual solicitaron la indagatoria de Pou ante los presuntos
delitos de defraudación a la administración pública
y violación de los deberes de funcionario público. Los fiscales
consideraron responsables a Pou y al ex ministro de Economía Roque
Fernández de haber otorgado redescuentos (préstamos) al
UNB-Medefín por 60 millones de pesos, sin las garantías
adecuadas. Para Starc y Montenegro, de ese beneficio, siguió una
complicada operación financiera, de la cual surge con claridad
el fin defraudatorio de la maniobra.
A casi tres años del cierre de la entidad financiera, el juez Literas
ya cuenta con todos los peritajes judiciales. Con esas evidencias en la
mano, convocó para el próximo lunes 5 de marzo a un grupo
de ex directivos del UNB-Medefín. Días después será
el turno de Maccarone (que actualmente se desempeña como director
del Banco de Galicia), y de otros ex funcionarios del Nación y
del Banco Ciudad de Buenos Aires. Entre ellos, Felipe Murolo, un alfil
de Domingo Cavallo en distintas dependencias públicas mientras
el ex ministro fue un hombre fuerte del gobierno de Carlos Menem. Justamente,
lo que el magistrado trata de determinar es si el UNB-Medefín recibió
sendos créditos por parte de esos bancos públicos hipotecando
un mismo activo. Quienes siguen la causa de cerca están convencidos
de que los funcionarios públicos estaban al tanto de esta irregularidad,
pero nunca objetaron la cesión de los préstamos.
Según pudo saber este diario, el juez Literas indagará a
Pou sobre ciertos datos llamativos que surgen del cierre del UNB-Medefín.
El Central habría avalado
que el Socimer Bahamas (una filial off shore del grupo controlante de
la entidad financiera local) comprara títulos de deuda provinciales,
que luego vendió a su controlada argentina para garantizar, mediante
un fideicomiso, los créditos otorgados por el BC. La autoridad
monetaria habría aceptado que esa garantía se contabilizara
al valor nominal de los bonos cuando, en realidad, el precio de mercado
era inferior a la mitad.
Pou también tendrá
que explicar por qué permitió que determinadas Obligaciones
Negociables (ON, títulos de deuda) emitidas por el UNB-Medefín
pudieran convertirse en depósitos de plazo fijo. De esta manera,
se benefició a ciertos inversores, en detrimento de otros, ya que
los plazos fijos tenían garantía de cobro mientras que las
ON, no.
Otro punto que está
en la mira del magistrado son los aproximadamente 200 millones de dólares
que recibió el UNB-Medefín en concepto de redescuentos,
créditos de la banca oficial y permisos para lanzar bonos de deuda.
Los investigadores creen que ese monto es exagerado para una entidad tan
pequeña.
También quiere saber
el motivo por el cual Pedro Pou eludió realizar una denuncia penal
contra los directivos de la entidad liquidada, rompiendo una regla que
había llevado a cabo en los demás cierres bancarios.
¿Es posible que Pou vaya preso por la causa del Medefín-UNB?
preguntó este diario a una alta fuente judicial.
Es casi imposible porque, de ser hallado culpable, sería
por un delito excarcelable (incumplimiento de los deberes de funcionario
público). Por ahora, lo único que lo llevaría a la
cárcel es si se lo encuentra culpable en las demás causas
abiertas. En ese caso sí, porque acumularía varias penas.
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