Por Irina Hauser
El plenario del Consejo de la
Magistratura podría suspender hoy en su cargo al juez Carlos Liporaci
e iniciar su juicio político. Es lo que solicitó la Comisión
de Acusación al votar ayer un dictamen que lo puso al borde de
su remoción por mal desempeño y mala conducta a raíz
de una investigación sobre el aumento de su fortuna. El dictamen
acusatorio, que fue votado por unanimidad, cuestiona al juez que investiga
los sobornos en el Senado, por haber mentido al detallar su
patrimonio y por su inidoneidad moral. Por lo menos tres consejeros
piden que si Liporaci presenta la renuncia el Poder Ejecutivo la rechace
de plano. La retirada le permitiría salvarse de su enjuiciamiento
y no perder la jubilación del Poder Judicial, una treta a la que
ya han apelado otros magistrados investigados. Por lo pronto, Héctor
Rodríguez, el abogado del juez, aseguró que su cliente y
amigo no se va. En ese caso, si lo suspenden, la causa de
las coimas y todas las que tramitan en su juzgado deberá
tener un reemplazante.
Aunque ya se sabía que la suerte no estaría con Liporaci
en el martes 13, lo que nadie esperaba era que hasta la hipermenemista
Lelia Chaya apoyara el pedido de destitución después de
haber cuestionado reiteradas veces la pesquisa contra un juez que supo
fallar a favor de más de un funcionario del gobierno de Carlos
Menem. Hay muchos considerandos que no comparto, pero en aras de
la celeridad y en aras de la Nación voy a apoyar el dictamen,
anunció la salteña, que preside la Comisión de Acusación.
Claro que hizo alguna que otra demostración de sus reticencias:
intentó rechazar el pedido de Pablo Fernández para que el
tema sea tratado hoy sobre tablas en el plenario y pidió que se
retirara el tramo del dictamen que le cuestiona a Liporaci haber gestionado,
aceptado o cobrado y luego ocultado una pensión
graciable de 500 pesos, vigente desde 1994, para su hija María
Florencia. Fracasó en sus reclamos.
De esta manera, lo que empezó como una investigación sobre
la mansión en Vicente López, valuada en más de un
millón de dólares y que Liporaci dijo haber pagado 610 mil,
terminó propiciando su acusación. El dictamen que cuestiona
las inconductas del juez, como mentir en sus declaraciones
patrimoniales y contraer deudas imposibles de atender, fue
debatido durante más de dos horas y finalmente votado por toda
la comisión. El texto también dice que las inversiones que
hizo el magistrado, como la compra de la vivienda, el alquiler de una
casa en el country Golfers por casi 3000 pesos o un viaje a Bora
Bora para una de sus hijas, son desproporcionadas e injustificadas
en relación con sus recursos genuinos y declaraciones de bienes.
El único que no votó fue Augusto Alasino (PJ), excluido
por estar imputado en la causa de las coimas del Senado.
Liporaci es un modelo de lo que no debe ser un juez, dijo
el consejero Mario Gersenobtiz durante la reunión. Tanta
gente honesta, abnegada, que con escasos recursos trabaja en el Poder
Judicial, no merece tener a este juez como compañero, añadió.
Con un tono similar, Fernández y Fermín Garrote, autores
del dictamen, expusieron los fundamentos de la acusación.
Liporaci tiene una causa de interés social que hace seis
meses viene conmocionando al país, alertó Fernández
refiriéndose al expediente de las coimas para convencer a sus colegas
de que el tema debía ser tratado hoy, urgente, en el plenario.
Tengo temor de lo que pueda ocurrir, subrayó.
Para que el plenario trate el caso sobre tablas deben estar presentes
por lo menos 15 de los 20 miembros de la Magistratura, algo que según
pudo establecer Página/12 es bastante probable que ocurra. Uno
de los que ayer dudaba si concurrir o no era el titular del cuerpo, el
riojano Julio Nazareno, también presidente de la Corte Suprema.
Los jueces miembros del Consejo estarían dispuestos a asistir,
pero no les cayó bien la idea de tener que analizar el dictamen
sólo en una tarde. Es poco serio, explicaban algunos
de sus colaboradores. Por esta razón nadie descarta que alguien
pida que se postergue el tratamiento del caso. Pase lo que pase hoy, en
la Comisión de Acusación casi todos suponen que en el plenario
conseguirán dos tercios de los votos y Liporaci tendrá que
sentarse en el banquillo frente al jurado de enjuiciamiento. Todos
avanzamos mucho en esto con fundamentos, difícilmente alguien defienda
a Liporaci, dijo uno de los consejeros que prefirió el anonimato.
Al margen de estas especulaciones, habrá que ver qué hace
el juez de los sobornos. Su abogado le dijo a este diario que no renunciará,
Estuve con él y dice que no se va, está de buen ánimo,
señaló Rodríguez. Lo que se está buscando
es separarlo de la causa del Senado, son órdenes del Frepaso, para
nosotros está claro desde hace tiempo, acusó. Lo cierto
es que todavía circulan versiones contrarias que aseguran que Liporaci
espera negociar su renuncia a cambio inmunidad e ingresos
a futuro. Al menos ya se las ha arreglado en los últimos
años para ubicar a su esposa y a sus tres hijas en la Cámara
de Diputados, el Senado, la Auditoría General de la Nación
y el Poder Judicial. Con la falta de mérito colectiva que concedió
en la causa de las coimas, seguramente tendrá nuevos aliados.
La estrategia de huir antes de que los echen fue utilizada por varios
ex jueces (Raquel Morris Dooglatz, Ricardo Ferrer, Luis Torres y Pablo
Bruno) y explica que en los dos años que lleva de funcionamiento
el Consejo de la Magistratura sólo dos magistrados (Ricardo Bustos
Fierro y Víctor Brusa) hayan llegado a juicio. El consejero Garrote
ya propuso en 1999 modificar los reglamentos necesarios para que el Ejecutivo
no acepte la renuncia de los jueces investigados. Ayer la cuestión
volvió al tapete cuando alguien recordó que el ex juez Bruno
no sólo se salvó de ser juzgado por avalar torturas en una
comisaría, sino que al renunciar asumió como jefe de Asuntos
Internos de la Side. Garrote, Fernández y Gersenobitz plantearon
que el presidente De la Rúa no debería aceptar la renuncia
de Liporaci, si se produce, para que sea debidamente juzgado.
Lo espera el juez
Cavallo
Mientras el Consejo de la Magistratura cuestiona al juez Carlos
Liporaci por mal desempeño y mala conducta, el juez federal
Gabriel Cavallo y el fiscal Pablo Recchini investigan si incurrió
en el delito de enriquecimiento ilícito. Según publicó
Página/12, los investigadores ya cuentan con bastantes elementos
que incriminarían al juez de los sobornos, entre ellos, la
inexistencia de uno de los créditos que dice haber usado
para pagar la mansión en la que vive desde el año
pasado y el posible pago de una coima al financista José
Levy para que le fraguara ese préstamo. Y eso sin contar
las irregularidades de sus declaraciones patrimoniales. Ahora el
expediente lo tienen los peritos de la Corte, pero lo más
probable es que, cuando lo devuelvan al juzgado, Cavallo le solicite
a Liporaci que justifique cómo amasó su fortuna en
un plazo de 30 a 45 días. Ese es un paso obligado en los
procesos por enriquecimiento e indica que los investigadores ya
tienen elementos de sospecha importantes de manera que podrían
llevar al funcionario a ser indagado.
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Mendaz e indecoroso
El dictamen de la Comisión de Acusación asegura
que el juez Carlos Liporaci hizo gastos desproporcionados
y que no puede justificar.
Señala que la
mansión de Vicente López no le puede haber costado
los 610 mil pesos que dice que pagó. Hasta las pericias de
la Corte Suprema estimaron que su valor era, como mínimo,
de 950 mil pesos. Indica que los créditos que dice haber
tomado para pagar el chalet fueron irregulares y aún creyéndole
para él eran imposibles de atender.
Ha sido mendaz
a la hora de evidenciar su situación económica,
dice el dictamen al señalar datos discordantes de sus declaraciones
juradas. Por ejemplo, para explicar cómo pagó el suntuoso
chalet de Gaspar Campos 471 Liporaci argumentó que tenía
ahorros que nunca depositó en ningún banco léase,
los guardó bajo el colchón y que tampoco incluyó
jamás en sus declaraciones juradas. Así haya mentido
u omitido declarar el dinero en cuestión, la conducta fue
calificada de indecorosa por los consejeros.
Le reprochan que intentó
ocultar que alquiló una costosa casa en el country Golfers
aduciendo que en realidad suscribió el contrato para un amigo
que al momento de poner la firma estaba de viaje.
También le cuestionan
haber gestionado, aceptado o cobrado una pensión
graciable de 500 pesos para su hija María Florencia, beneficio
que además se lo ocultó hasta a su contadora.
Cabe interrogarse acerca de la conducta ética de un
magistrado de la Nación que ha utilizado para incrementar
su propio patrimonio los salarios obtenidos por una hija, quien
además se beneficia con una pensión graciable,
dice el texto.
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Los sobornos a la
espera
Si el plenario del Consejo de la Magistratura decide suspender
al juez Carlos Liporaci en sus funciones, la Cámara Federal
de Apelaciones deberá designar un magistrado que lo subrogue
en el juzgado. Esto significa que otro juez deberá asumir
la instrucción de la causa de los sobornos del Senado, entre
otros expedientes, claro. El nombramiento de un reemplazante probablemente
provoque según explicó un alto funcionario judicial
la postergación de las indagatorias previstas para los próximos
días en el caso de las coimas: la del ex jefe de la SIDE,
Fernando de Santibañes, debe declarar el 20 de este mes,
el ex ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, el 27 y el senador
José Genoud, el 16 de marzo. El presidente de la cámara,
Martín Irurzun, es quien decide qué juez federal debe
hacerse cargo del juzgado vacante y puede consultarlo con los demás
camaristas. Para eso tiene en cuenta qué jueces ya están
a cargo de otros juzgados, quiénes están de feria,
qué causas tienen, entre otros factores. Si el Consejo resuelve
hoy que suspende a Liporaci tal vez a la tarde ya evalúen
quién puede ser el candidato.
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HERNAN
BERNASCONI, CARLOS BRANCA Y JORGE OYARBIDE
Maestros de la mala escuela judicial
Hernán Bernasconi
Tras desempeñarse como subsecretario de Justicia bonaerense
y como legislador provincial por el peronismo, llegó al cargo de
juez federal de Dolores en 1993. Magistrado mediático por excelencia,
estuvo a cargo de la causa por narcotráfico que en su momento involucró
a Guillermo Cóppola, al ex futbolista Alberto Conejo
Tarantini y a las inclasificables Samantha Farjat, Natalia De Negri y
Julieta La Valle. Con el correr de los meses, se fueron descubriendo todo
tipo de irregularidades cometidas por Bernasconi, su secretario Roberto
Schlagel, y los policías Antonio Gerace y Daniel Diamante. Mientras
el pedido de juicio político contra el ex magistrado dormía
en el Congreso, todos sus colaboradores fueron a parar a prisión,
acusados de formar una banda que extorsionaba a famosos en causas por
narcotráfico, y que encabezaba el propio Bernasconi. Los senadores
se tomaron su tiempo, y recién el 5 de noviembre de 1999 lo destituyeron,
siendo procesado de inmediato por la Justicia. El ex juez se fugó
a Brasil, en donde fue detenido en marzo del año pasado. A los
cuatro meses ya estaba en Buenos Aires, en una celda de la Gendarmería
Nacional, y a pocos metros de otro personaje conocido del menemismo, el
ex interventor en el PAMI Víctor Alderete. Ahora espera su juicio
oral, por los cargos de asociación ilícita, falsedad ideológica
y falso testimonio.
Carlos Jorge Branca
Tuvo su cuarto de hora en 1996, cuando procesó al mandamás
de la AFA, Julio Grondona, por supuesto encubrimiento en tres casos de
doping, y le embargó un departamento al ex ministro de Economía
Domingo Cavallo, en una causa por calumnias e injurias. Al año
siguiente su buena estrella se apagó, cuando un video lo mostró
charlando amistosamente con un grupo de contrabandistas implicados en
el caso de la Aduana paralela. La Cámara de Diputados
lo acusó de darles protección a conductas delictivas
y de aprovechar la inmunidad de su cargo para obtener impunidad.
Branca se defendió ante el Senado jurando que era una persona
de bien y que había sido engañado en su buena
fe. Los legisladores no creyeron su argumentación y lo destituyeron
el 18 de diciembre de 1997. Por su parte, el juez Jorge Brugo, a cargo
de la causa por la Aduana paralela, lo envió a prisión,
acusado de contrabando calificado y asociación ilícita.
Después de estar preso más de dos años, Branca puso
30 mil pesos de fianza y logró salir en libertad. Sin embargo,
el 20 de abril comenzará el juicio oral en su contra, y el ex magistrado
deberá demostrar que no tuvo nada que ver con el escándalo
de la Aduana paralela, uno de los mayores casos de corrupción
de los últimos años en Argentina, y que le generó
un perjuicio económico gigantesco al Estado.
Jorge Oyarbide
De relativo bajo perfil desde su nombramiento como juez, en 1994,
su caída en desgracia también tuvo que ver con la difusión
de un video; en su caso, una grabación lo mostraba teniendo sexo
con un taxi boy en un prostíbulo masculino llamado Spartacus. A
ese escándalo se le sumó la denuncia de un empleado de un
restaurante de Recoleta, que aseguró que Oyarbide lo había
amenazado de muerte. Lo terminó de hundir la aparición de
un extraño personaje, Luciano Garbellano, que involucró
al juez en cobro de coimas, visitas frecuentes a Spartacus y otros arreglos
oscuros. En el apogeo del escándalo, Oyarbide se tomó licencia,
y luego el Senado lo suspendió pero con goce de haberes.
A casi tres años de iniciado el affaire que lo involucra, los legisladores
tienen congelado su proceso, mientras Oyarbide sigue cobrando puntualmente
su sueldo de 5284 pesos. No se puede esperar mucho que el juicio político
avance: los integrantes de la comisión pertinente son, entre otros,
los peronistas Augusto Alasino y Angel Pardo, acusados en el escándalo
por coimas para aprobar la reforma laboral. El proceso contra Oyarbide
es de los últimos juicios políticos que llevará adelante
el Congreso, reemplazado en esa función por el Consejo de la Magistratura.
Los otros jueces que esperan su turno ante los legisladores son Guillermo
Tiscornia y Jorge Pisarenco.
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