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LA COMISARIA HABIA DESECHADO UNA DENUNCIA CONTRA “EL GALLO”
Policías que miraban para otro lado

Un joven había denunciado por golpes al ahora sospechoso del crimen de Natalia. Pero en la comisaría no le hicieron caso.

El padre de Natalia (aquí junto a su familia) negoció con el del “Gallo” una entrega con garantías.

Por Horacio Cecchi
Desde Miramar

A contramano de la opinión del gobernador Carlos Ruckauf, “El Gallo” Gustavo Fernández, principal sospechoso del crimen de Natalia Melmann, se esmeró por demostrar que no fue la ley del dos por uno la que lo mantuvo en libertad habilitándolo como presunto homicida, sino la misma Bonaerense tildada de ingenua por el ministro de Seguridad, Ramón Verón. El esmero del “Gallo” tuvo lugar el 17 de diciembre pasado, dos meses antes del crimen de Natalia: Página/12 tuvo acceso a una denuncia por agresión del ahora sospechoso y prófugo contra un joven, en el mismo boliche Amadeus de donde vieron partir a Natalia por última vez. La denuncia fue presentada por el golpeado ante la comisaría local. En esa fecha, “el Gallo” llevaba un mes y dos días en libertad condicional, y la sola mención de un golpe hubiera bastado para regresarlo como inquilino al penal de Batán. La conclusión es obvia hasta para un ingenuo –uniformado o no–: la presentación contra el “Gallo” no fue tenida en cuenta en la comisaría. Fuera de estos antecedentes, ayer, Gustavo Melmann, padre de Natalia se reunió con el padre de Gustavo Fernández para negociar su entrega. Por la mañana, el sospechoso llegó a comunicarse telefónicamente con su madre. Desde Mar del Plata, después de rastrear la llamada, la Bonaerense aseguraba que “el Gallo” estaba cercado, aunque al cierre de esta edición el sospechoso y prófugo no había variado ninguna de sus dos cualidades.
La madrugada del 17 de diciembre pasado, Matías Donato, de 21 años, y un amigo se encontraban en Amadeus. Nadie sabe aún por qué, a las 5.20 se desató una trifulca que involucró al amigo de Donato y a un desconocido que después –según la denuncia– resultó ser el ahora conocido “Gallo” Fernández. Donato intercedió con poca suerte: un golpe en el rostro lo echó por tierra. El joven se retiró malherido rumbo al hospital municipal donde, tras las curaciones de rigor, le extendieron un certificado médico. Con la cara hinchada y el certificado en el bolsillo, Donato se acercó a la comisaría local, donde presentó una denuncia contra su agresor. Aunque las lesiones fueron leves –lo que impedía que la justicia actuara hasta tanto Donato no iniciara una demanda civil–, la sola mención de los datos de Fernández debería haber promovido una revisión de su libertad condicional.
“La denuncia la cajonearon”, aseguró un familiar de Donato. “Si ese tipo hubiera estado preso, Natalia ahora estaría viva, y eso es lo que más bronca nos da”. Los Donato se acercaron ayer al búnker donde se constituyó Gustavo Melmann, sobre la plaza central, para recibir a los vecinos que tuvieran datos que permitieran ubicar a Fernández. “Vienen cincuenta vecinos por día”, describió un colaborador de los Melmann.
Entretanto, procesalmente, el caso continuaba estático. Ayer se iniciaban los primeros contactos con la familia del prófugo para intentar dar garantías para su entrega (ver aparte).
Simultáneamente, 45 kilómetros al norte, el jefe de la Departamental de Seguridad marplatense, Ricardo Triches, deslizaba que Fernández se había comunicado telefónicamente con su madre. El desliz era oportuno: si habló por teléfono es que está vivo. Una versión aseguraba que durante la conversación, “Gallo” confesó a su madre ser autor del crimen. Por el momento, es sólo una versión. Con o sin confesión, de todos modos la llamada fue rastreada y, a media tarde, la policía marplatense anunciaba que “el Gallo” estaba cercado en el cementerio de Mar del Plata. Por el momento, sólo otra versión. Una tercera agregaba que “el Gallo” había prometido entregarse con garantías, y una cuarta aseguraba que lo haría si antes detenían a tres suboficiales de la comisaría de Miramar quienes, según esta última versión, habían sido copartícipes en el crimen.
También se mencionó que no es ésta la única vez en que Fernández se escabulle. Tras el hurto calificado que le valió una condena, “el Gallo”desapareció de la vista de todos: durante dos meses se mantuvo oculto en el vivero municipal. Lo descubrieron porque alguien aportó el dato de que todos los días, alguien dejaba un paquetito de comida en la alambrada del vivero.
De todos modos, y esto no es versión, al cierre de esta edición la policía continuaba con su intento por resolver la fuga de hogar del “Gallo”. “Ya designó un defensor”, deslizó Juan Carlos Maggi, que colabora con Andrés Barbieri representando a los Melmann. El tono de alivio de Maggi no se correspondía con el avance de las negociaciones sino con los temores que dieron vueltas alrededor de Miramar: “Si designó abogado sabemos que por ahora no está muerto”.
“Tengo la convicción de que participó más de una persona –confió Maggi a Página/12, en el búnker tapizado de afiches con el rostro de la adolescente muerta–. Fernández es de contextura física menor a la de Natalia. Fue brutalmente golpeada, tiene fracturado el tabique nasal, varias heridas, un moretón en la mano izquierda como si la hubieran agarrado con fuerza, un traumatismo cráneo encefálico tan violento que en esa zona no tiene cuero cabelludo. Además, opuso resistencia”. Maggi, experto en derecho forense, también está convencido de que el crimen no ocurrió en el mismo lugar donde se encontró el cuerpo. “La piel estaba descompuesta y el interior no. Debió haber sido envuelta en una bolsa plástica. El cuerpo no presentaba rastros de haber sido atacado por alimañas que abundan en la zona. Le falta una zapatilla que no se encontró. Y el escenario estaba demasiado prolijo”.

 


 

RUCKAUF ADVIRTIO A LA POLICIA QUE TOMARA MEDIDAS
Una amenaza para salvar la ropa

Por H. C.

De un día para el otro, la Bonaerense perdió toda su ingenuidad. Ayer, el gobernador Carlos Ruckauf, desistió de la línea trazada por su ministro de Seguridad, Ramón Verón, quien había justificado como un “acto de ingenuidad policial” la fuga del “Gallo” Fernández. A nueve días de la desaparición de Natalia Melmann, y a cuatro de que se esfumara el principal sospechoso de las narices de la policía, Ruckauf amenazó con “tomar una decisión si no aparece el asesino”. Por su parte, el jefe de la Departamental de Seguridad marplatense, Ricardo Triches, en un extenso comunicado intentó responsabilizar al fiscal del caso, Marcos Pagella, y, sutilmente, a sus colegas de Investigaciones.
“Evidentemente, si no aparece el asesino –amenazó Ruckauf, dando a entender que lo había condenado antes que la justicia–, en la cadena de mandos voy a tomar una decisión para que se sepa la voluntad que tenemos respecto a este tema y lo sepa fundamentalmente la fuerza de seguridad, que tiene que estar actuando con mucha celeridad en la persecución de los asesinos”. También ayer, pero desde otro punto de vista, el procurador General de la Suprema Corte provincial, Matías de la Cruz, consideró que “hubo falta de profesionalidad y no ingenuidad”.
El tema en debate era la fuga del “Gallo” Fernández y las evidentes dificultades para reubicarlo. De todos modos, las dudas avanzan sobre el caso desde el día en que se inició: el juez de menores subrogante, Esteban Viñas, convocó a un fiscal de instrucción penal, cuando había caratulado la causa como fuga de hogar. El mismo juez ordenó el análisis médico del que hasta ese momento era testigo, y un allanamiento a su casa, cuando Natalia apenas llevaba un día de desaparecida. ¿Si sospechaba un delito, por qué continuó con la “fuga de hogar”? El jueves pasado apareció el cuerpo de Natalia. Hasta después de la autopsia no se pudo determinar que se trataba de la misma joven (sólo con una ficha odontológica se confirmó su identidad). ¿Por qué, ese mismo jueves, en el vivero se presentó el fiscal Marcos Pagella cuando, en realidad, si se trataba de un cuerpo desconocido debería haberse presentado el fiscal de turno durante el jueves?
Por último, las dudas avanzan sobre la fuga del “Gallo” y los uniformes policiales. Ayer, intentando despejarlas, Triches difundió un extenso comunicado en el que pormenorizaba los pasos dados por sus hombres. Entre ellos, revela que la búsqueda con perros, helicópteros y demás, “no se condice con una fuga de hogar”, con lo que establece que pese a la carátula ya se sospechaba un delito (como mínimo, privación ilegal de la libertad). Pero además, asegura que de doce domicilios para “controlar” solicitados por el fiscal, a la policía de Seguridad sólo le correspondieron dos, verificando que la casa de la madre ya era vigilada por policías de Investigaciones. Sin embargo, según aseguró el abogado Andrés Barbieri, el viernes pasado, antes de que fuera efectivo el pedido de captura, el propio Triches, de Seguridad, aseguró a los fiscales: “A Fernández lo tenemos controlado en la casa de la madre”.

 


 

REUNION EN LA CASA DE FERNANDEZ
Negociando la entrega

Ayer por la mañana, “el Gallo” Fernández logró lo que no había logrado nadie: unir al PJ y la UCR. El ex intendente justicialista de Miramar, Carlos Molina, y el actual, radical, Enrique Honores, concurrieron de la mano hasta la casa de los Fernández para intentar mediar en la entrega.
No lograron su cometido. La furia de la guardia periodística cohibió a la familia de “Gallo” y todo quedó para otro momento. Y ese momento tuvo lugar por la tarde, cuando se apersonaron el padre de Natalia y uno de sus abogados, Juan Carlos Maggi.
El objetivo de la visita, según Melmann, fue “expresarle a la familia que Fernández cuenta con todas las garantías para entregarse a la policía”. Por la tarde, y ya finalizada la reunión, Melmann eludió todos los medios de prensa. Lo preocupaba un solo tema: aguardaba el llamado que confirmaría la ansiada entrega de Fernández. También por la tarde, uno de los hermanos del “Gallo” aseguró que “si supiera dónde está lo entrego. Mi vieja está enferma del corazón, viven en ascuas. Esto no es vida”.

 

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