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La red internacional de pedofilia,
con imágenes de chicos argentinos

La megabanda de pedofilia por Internet que abarcaba 12 países incluía fotos de niños argentinos. Ayer fueron condenados en Gran Bretaña siete miembros de la red, aunque con condenas consideradas extremadamente leves.

Sargento Peter Splinder (centro) y los inspectores Alex Wood (derecha) y John Stewardsen (izquierda).

Por Marcelo Justo
Desde Londres

El Club del País de las Maravillas (Wonderland Club) era el cielo de una red internacional de pedófilos y el infierno de miles de niños. Ayer, siete de sus miembros fueron condenados en Gran Bretaña a un total de casi 13 años de prisión por la transmisión de material pornográfico infantil por Internet. Mientras tanto, la policía continúa con la ardua búsqueda internacional de las víctimas. De los 1236 niños que fueron abusados sexualmente por el Club, la policía sólo ha identificado a 17 de cinco países: Argentina, Chile, Estados Unidos, Gran Bretaña y Portugal. Uno de ellos es un chico portugués de 11 años, Rui Pedro Mendonça, que desapareció hace tres años y nunca fue hallado.
El 2 de setiembre de 1998, un operativo policial internacional realizado de forma simultánea en 12 países arrestó a 107 miembros del Club, confiscó 750 mil imágenes y 1800 videos para computadora que contenían escenas sexuales de todo tipo con niños que iban de 3 meses de edad a 12 años. El operativo fue el resultado de una investigación iniciada en Estados Unidos, seguida en Gran Bretaña y extendida a los otros 10 países donde se realizaron los allanamientos: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Italia, Noruega, Portugal y Suecia.
La coordinada acción internacional reveló la existencia del Club Wonderland, una red mundial de pedófilos que traficaba imágenes de niños sometidos a todo tipo de abuso sexual, desde la violación de bebés hasta el encadenamiento y tortura. El club tenía la estructura tradicional de cualquier organización –presidente, tesorero–, exigía una cuota de ingreso a los que quisieran integrarla –unas 10 mil imágenes pornográficas para la “librería” virtual del club– y estrictas reglas de seguridad. Entre las especialidades del siniestro “País de las Maravillas”, figuraba la transmisión “en vivo” de violaciones de niños.
La denuncia de una de las víctimas de 10 años de edad llevó al arresto de Ronald Riva, en California, en 1996, a quien la policía estadounidense confiscó pruebas incontrovertibles de la violación “en vivo” de la niña. La investigación permitió identificar una dirección de e-mail en Hastings, en el sureste de Gran Bretaña. Alertada por sus pares estadounidenses, las autoridades británicas arrestaron a Ian Baldock, un técnico en computadoras que había distribuido 1660 imágenes a otros 17 usuarios de la red en la semana previa a su detención. Este último hallazgo convenció a la policía de la existencia de una verdadera organización internacional de distribución de material pornográfico por la red.
Como consecuencia de la investigación policial, unas 50 personas fueron llevadas a juicio y condenadas en distintas partes del mundo. Ayer las organizaciones de defensa de los derechos de los niños en Gran Bretaña criticaron duramente la liviandad de las condenas que, de acuerdo con la gravedad de las acusaciones, van de 30 meses a un año. “Ni la máxima ni la mínima pena que aplicó el juez constituye un castigo suficiente como para prevenir que se cometan este tipo de delitos, especialmente cuando la mayoría saldrá apenas cumpla la mitad de la condena”, señaló el director de Kidscape Michelle Elliot. La policía reconoció sin embargo que el juez aplicó la máxima sentencia posible teniendo en cuenta que los siete acusados se habían declarado culpables. “Era lo máximo que podía hacer el juez en el marco legal actual”, indicó Alex Wood, uno de los encargados de la investigación británica. Un proyecto de ley actualmente en la Cámara de los Comunes eleva las penas por posesión y distribución de material pornográfico infantil hasta 10 años de prisión. En el curso de la investigación mundial, siete acusados se suicidaron, pero ayer ninguno de los británicos mostró la menor dosis de arrepentimiento. Uno de los líderes del Club, David Hines, un desempleado recluso y desgarbado del sur de Inglaterra, señaló que ellos “no veían lo que hacían como un acto de abuso sexual”. En la versión de Hines, las escenas sexuales transmitidas por Internet eran imágenes de “niños en el marco de una relación”. Más preocupante aún, Hines reveló que a su juicio Wonderland no fue completamente desmantelada. “Aún quedan miembros que se dispersaron, pero que volverán a reagruparse”, indicó.

 


 

DETUVIERON AL EX MARIDO DE LA BAILARINA TALLARICO
Una sorpresa siete años después

Una nueva instancia podría abrirse en la causa por el crimen de Liliana Tallarico, la bailarina del ballet Brandsen que fue asesinada en su casa de La Plata en febrero de 1994: el ex marido de la mujer, José Luis Jara, fue detenido en la noche del lunes por orden del juez de Transición Horacio Nardo. Fuentes de la investigación indicaron que Jara habría sido “gravemente comprometido” por Valeria, única hija del matrimonio y único testigo del crimen de su madre. El hombre fue llevado ante el magistrado ayer, pero se negó a declarar por consejo de su abogado, Miguel Otegui. “Está desconcertado, no puede creer que Valeria lo haya involucrado”, señalaron algunos testigos de la frustrada declaración.
Liliana Tallarico, de 32 años, fue asesinada en la madrugada del sábado 5 de febrero de 1994. La policía encontró su cuerpo, degollado, en el dormitorio del departamento donde vivía con su única hija, Valeria, de 11 años. En aquel momento, la chica declaró que cerca de las cuatro de la mañana la habían despertado los gritos de su madre: “¡Valeria, salvate vos!”. Intentó abrir la puerta de su habitación, pero estaba cerrada con llave. Llamó a Liliana varias veces, amenazó con tirar los muebles por la ventana: nadie contestó. Valeria dice que se durmió, y que cuando despertó a las ocho, decidió salir por la ventana porque la puerta seguía cerrada. Armó una soga con varias sábanas y empezó a bajar los ocho pisos que separaban su departamento “D” de la vereda. Cayó cuando le faltaban veinte metros para llegar al piso, y se fracturó el tobillo izquierdo y el antebrazo derecho. Nadie entiende por qué, desde esa misma ventana, no pidió auxilio a alguna de las casi 200 personas que vivían en el edificio. Valeria también declaró que, además de los gritos de su madre, escuchó la voz de un hombre. “De uno a diez, la posibilidad de que se haya tratado de Oscar es de ocho. La parte que falta para llegar a diez puede ser el miedo que tengo”, dijo en aquel momento la chica. El hombre al que acusó Valeria es Oscar Murillo, director del ballet Brandsen, y pareja de Liliana en aquel momento. Murillo fue detenido pocas horas después del velatorio en Ranchos, pero sólo estuvo preso seis días: dos testigos señalaron ante el juez que lo habían visto en su casa de Temperley a la hora en que la bailarina fue asesinada. El semen que los peritos encontraron en el cuerpo de Tallarico no se correspondía con el de Murillo, por lo que, tiempo después, fue sobreseído provisoriamente.
Después del asesinato de su madre, Valeria se fue a vivir con su padre al departamento de la calle 29 entre 43 y 44, el mismo donde había ocurrido el crimen. Por pedido de los padres de Liliana, la investigación fue reactivada, y Valeria fue citada a declarar nuevamente. Aunque su padre no entiende qué puede haber dicho, la joven contó ante el juez Nardo cosas que no había mencionado en sus anteriores declaraciones, y que habría recordado por efecto de la terapia a la que fue sometida desde la época del crimen.

 

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