Por Marcelo Justo
Desde Londres
El Club del País de
las Maravillas (Wonderland Club) era el cielo de una red internacional
de pedófilos y el infierno de miles de niños. Ayer, siete
de sus miembros fueron condenados en Gran Bretaña a un total de
casi 13 años de prisión por la transmisión de material
pornográfico infantil por Internet. Mientras tanto, la policía
continúa con la ardua búsqueda internacional de las víctimas.
De los 1236 niños que fueron abusados sexualmente por el Club,
la policía sólo ha identificado a 17 de cinco países:
Argentina, Chile, Estados Unidos, Gran Bretaña y Portugal. Uno
de ellos es un chico portugués de 11 años, Rui Pedro Mendonça,
que desapareció hace tres años y nunca fue hallado.
El 2 de setiembre de 1998, un operativo policial internacional realizado
de forma simultánea en 12 países arrestó a 107 miembros
del Club, confiscó 750 mil imágenes y 1800 videos para computadora
que contenían escenas sexuales de todo tipo con niños que
iban de 3 meses de edad a 12 años. El operativo fue el resultado
de una investigación iniciada en Estados Unidos, seguida en Gran
Bretaña y extendida a los otros 10 países donde se realizaron
los allanamientos: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Finlandia,
Francia, Italia, Noruega, Portugal y Suecia.
La coordinada acción internacional reveló la existencia
del Club Wonderland, una red mundial de pedófilos que traficaba
imágenes de niños sometidos a todo tipo de abuso sexual,
desde la violación de bebés hasta el encadenamiento y tortura.
El club tenía la estructura tradicional de cualquier organización
presidente, tesorero, exigía una cuota de ingreso a
los que quisieran integrarla unas 10 mil imágenes pornográficas
para la librería virtual del club y estrictas
reglas de seguridad. Entre las especialidades del siniestro País
de las Maravillas, figuraba la transmisión en vivo
de violaciones de niños.
La denuncia de una de las víctimas de 10 años de edad llevó
al arresto de Ronald Riva, en California, en 1996, a quien la policía
estadounidense confiscó pruebas incontrovertibles de la violación
en vivo de la niña. La investigación permitió
identificar una dirección de e-mail en Hastings, en el sureste
de Gran Bretaña. Alertada por sus pares estadounidenses, las autoridades
británicas arrestaron a Ian Baldock, un técnico en computadoras
que había distribuido 1660 imágenes a otros 17 usuarios
de la red en la semana previa a su detención. Este último
hallazgo convenció a la policía de la existencia de una
verdadera organización internacional de distribución de
material pornográfico por la red.
Como consecuencia de la investigación policial, unas 50 personas
fueron llevadas a juicio y condenadas en distintas partes del mundo. Ayer
las organizaciones de defensa de los derechos de los niños en Gran
Bretaña criticaron duramente la liviandad de las condenas que,
de acuerdo con la gravedad de las acusaciones, van de 30 meses a un año.
Ni la máxima ni la mínima pena que aplicó el
juez constituye un castigo suficiente como para prevenir que se cometan
este tipo de delitos, especialmente cuando la mayoría saldrá
apenas cumpla la mitad de la condena, señaló el director
de Kidscape Michelle Elliot. La policía reconoció sin embargo
que el juez aplicó la máxima sentencia posible teniendo
en cuenta que los siete acusados se habían declarado culpables.
Era lo máximo que podía hacer el juez en el marco
legal actual, indicó Alex Wood, uno de los encargados de
la investigación británica. Un proyecto de ley actualmente
en la Cámara de los Comunes eleva las penas por posesión
y distribución de material pornográfico infantil hasta 10
años de prisión. En el curso de la investigación
mundial, siete acusados se suicidaron, pero ayer ninguno de los británicos
mostró la menor dosis de arrepentimiento. Uno de los líderes
del Club, David Hines, un desempleado recluso y desgarbado del sur de
Inglaterra, señaló que ellos no veían lo que
hacían como un acto de abuso sexual. En la versión
de Hines, las escenas sexuales transmitidas por Internet eran imágenes
de niños en el marco de una relación. Más
preocupante aún, Hines reveló que a su juicio Wonderland
no fue completamente desmantelada. Aún quedan miembros que
se dispersaron, pero que volverán a reagruparse, indicó.
DETUVIERON
AL EX MARIDO DE LA BAILARINA TALLARICO
Una sorpresa siete años después
Una nueva instancia podría
abrirse en la causa por el crimen de Liliana Tallarico, la bailarina del
ballet Brandsen que fue asesinada en su casa de La Plata en febrero de
1994: el ex marido de la mujer, José Luis Jara, fue detenido en
la noche del lunes por orden del juez de Transición Horacio Nardo.
Fuentes de la investigación indicaron que Jara habría sido
gravemente comprometido por Valeria, única hija del
matrimonio y único testigo del crimen de su madre. El hombre fue
llevado ante el magistrado ayer, pero se negó a declarar por consejo
de su abogado, Miguel Otegui. Está desconcertado, no puede
creer que Valeria lo haya involucrado, señalaron algunos
testigos de la frustrada declaración.
Liliana Tallarico, de 32 años, fue asesinada en la madrugada del
sábado 5 de febrero de 1994. La policía encontró
su cuerpo, degollado, en el dormitorio del departamento donde vivía
con su única hija, Valeria, de 11 años. En aquel momento,
la chica declaró que cerca de las cuatro de la mañana la
habían despertado los gritos de su madre: ¡Valeria,
salvate vos!. Intentó abrir la puerta de su habitación,
pero estaba cerrada con llave. Llamó a Liliana varias veces, amenazó
con tirar los muebles por la ventana: nadie contestó. Valeria dice
que se durmió, y que cuando despertó a las ocho, decidió
salir por la ventana porque la puerta seguía cerrada. Armó
una soga con varias sábanas y empezó a bajar los ocho pisos
que separaban su departamento D de la vereda. Cayó
cuando le faltaban veinte metros para llegar al piso, y se fracturó
el tobillo izquierdo y el antebrazo derecho. Nadie entiende por qué,
desde esa misma ventana, no pidió auxilio a alguna de las casi
200 personas que vivían en el edificio. Valeria también
declaró que, además de los gritos de su madre, escuchó
la voz de un hombre. De uno a diez, la posibilidad de que se haya
tratado de Oscar es de ocho. La parte que falta para llegar a diez puede
ser el miedo que tengo, dijo en aquel momento la chica. El hombre
al que acusó Valeria es Oscar Murillo, director del ballet Brandsen,
y pareja de Liliana en aquel momento. Murillo fue detenido pocas horas
después del velatorio en Ranchos, pero sólo estuvo preso
seis días: dos testigos señalaron ante el juez que lo habían
visto en su casa de Temperley a la hora en que la bailarina fue asesinada.
El semen que los peritos encontraron en el cuerpo de Tallarico no se correspondía
con el de Murillo, por lo que, tiempo después, fue sobreseído
provisoriamente.
Después del asesinato de su madre, Valeria se fue a vivir con su
padre al departamento de la calle 29 entre 43 y 44, el mismo donde había
ocurrido el crimen. Por pedido de los padres de Liliana, la investigación
fue reactivada, y Valeria fue citada a declarar nuevamente. Aunque su
padre no entiende qué puede haber dicho, la joven contó
ante el juez Nardo cosas que no había mencionado en sus anteriores
declaraciones, y que habría recordado por efecto de la terapia
a la que fue sometida desde la época del crimen.
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