Hace no tanto tiempo, cada paso, cada fallo, cada apelación del
caso Pinochet eran seguidos ansiosa y detalladamente, sin importar lo
remoto del tribunal o lo lejana que estuviera la posibilidad de que el
ex dictador fuera sometido a juicio. Podía resultar curiosa entonces
la relativa indiferencia ayer ante el comienzo de la audiencia en la Corte
de Apelaciones de Santiago que decidirá si Pinochet seguirá
procesado y bajo arresto domiciliario en su quinta de Bucalemu. Un motivo
es lo endeble de la argumentación de la defensa, que aseveró
ayer que su cliente sólo se enteró de los fusilamientos
de la Caravana de la Muerte después del hecho, y que
en cualquier caso ahora no recuerda nada porque padece de demencia
moderada. Esta versión contrasta con pruebas casi inapelables,
incluyendo una nota firmada por Pinochet que ordenaba encubrir un fusilamiento.
Y estas pruebas, a su vez, generaron una crisis en el Estado chileno que
contribuyó bastante a desviar la atención del último
giro en el caso Pinochet: la denuncia de torturas contra el actual jefe
en funciones de la Fuerza Aérea Chilena (FACH), Hernán Gabrielli
Rojas.
Ayer el escándalo estaba hundiendo cada vez más al gobierno
del presidente socialista Ricardo Lagos. Gabrielli era el sucesor casi
seguro del actual comandante de la FACH, Patricio Rojas, y como su segundo
ya asumió ese cargo ante la ausencia de su jefe por enfermedad.
Ahora, su carrera está jaqueada por las versiones de que habría
sido uno de los verdugos más sanguinarios de la Caravana
de la Muerte. Un ex oficial, quien había asistido a la Escuela
de Aviación junto con Gabrielli, Ricardo Navarro Valdivia, relató
ayer cómo fue arrestado por constitucionalista y detenido
en su propia base aérea unos días después del golpe
de Estado de 1973, y cómo pasó a recibir las atenciones
de varios de sus ex camaradas en armas, incluyendo Gabrielli: Era
una persona siniestra, un mentiroso patológico y una bestia despiadada:
fue uno de los torturadores más brutales con Ruiz Tagle, le pegaba
culatazos en la espalda, le pateaba, le insultaba. El propio Navarro
fue torturado por Gabrielli (con el submarino, con corrientes
eléctricas) y sólo lo salvó la piedad
de Pinochet, quien conmutó su pena a destierro. En una declaración
anterior hecha en los 70, Navarro había afirmado que Gabrielli
fue directamente responsable de la tortura y muerte de un joven de 14
años.
Confrontado con este personaje, el ministro de Defensa chileno Mario Ramírez
aseguró ayer que Gabrielli cuenta con el respaldo de Lagos sólo
en la medida en que es un oficial que defiende su honra. ¿Pero
no sabía el gobierno sobre sus antecedentes? No sabía,
me gustaría saberlo todo, pero yo no soy de esas personas que lo
saben todo, es difícil eso. Además de la dificultad
en que todo esto ya colocó al socialista Lagos, su neutralismo
se hizo más insostenible ayer a partir de una contraquerella que
presentó el general. Con ese notable talento de los abogados pinochetistas
para exagerar el contraataque, ayer el letrado Jorge Balmaceda anunció
que invocaría la Ley de Seguridad Nacional (un legado de la dictadura)
contra denuncias que eran un delito contra el orden público,
contra la Fuerza Aérea como institución del Estado.
Incluso Ramírez, acusado varias veces de ser demasiado cercano
a los militares, admitió que tenía muy serias reservas
acerca de esa estrategia.
Frente a esta crisis del gobierno, no podía sino resultar menos
excitante el último giro del proceso contra Pinochet. Un factor
podría ser su falta de originalidad respecto a los anteriores:
la decisión de la Tercera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago
(la sala de verano, vale aclarar) es impredecible (dos de sus tres jueces
votaron por desaforar a Pinochet, pero los tres rechazaron el viernes
procesar al ex jefe de la DINA Manuel Contreras), la defensa argumentó
que el proceso contra Pinochet era parcial e inconstitucional y, por supuesto,
el fallo, sea cual fuere, puede y sin duda será apelado ante la
Corte Suprema. Lo único notable ayer era que la defensa reservó
su arma más importante, la supuesta incapacidad física y
mental de su cliente para someterse ajuicio, para una apelación
aparte que comenzará el mes que viene. No en la Tercera Sala de
la Corte de Apelaciones de Santiago, claro, sino en la Quinta.
CLINTON
PODRIA PERDER SUS PRIVILEGIOS DE EX PRESIDENTE
La destitución de nunca acabar
Por Javier Valenzuela
Desde
Washington
Las tribulaciones del caso
Rich y otros conflictivos asuntos relacionados con su salida de la Casa
Blanca no han terminado para Bill Clinton. Mientras la empresa que patrocinó
su primera conferencia como ex presidente se arrepiente de haberlo hecho,
la fiscalía de Manhattan estudia abrir una investigación
criminal por el caso Rich y el senador republicano Arlen Specter no descarta
que Clinton pueda ser sometido retrospectivamente al impeachment (proceso
de destitución parlamentaria) por este asunto. Clinton podría
perder sus privilegios como ex presidente.
La conferencia que, al precio de 100.000 dólares, dio Clinton la
pasada semana en Boca Ratón (Florida) abochorna a su organizador,
la firma de inversiones Morgan Stanley Dean Witter. Tras las protestas
de muchos socios y clientes, Philip Pucell, su presidente, ha declarado:
Deberíamos haberlo pensado dos veces antes de invitarlo;
deberíamos haber sido más sensibles al desagrado de nuestros
clientes por el comportamiento personal de Clinton como presidente.
La conferencia de Boca Ratón fue, según Pucell, un
error particularmente desafortunado a la luz de las acciones de Clinton
en su salida de la Casa Blanca. Clinton ya se ha visto obligado
a devolver los muebles del patrimonio de la Casa Blanca que se llevó
el 20 de enero, pero aún no ha conseguido cerrar el caso Rich.
El Comité de Reforma del Gobierno de la Cámara de Representantes
celebró la pasada semana una audiencia sobre el polémico
perdón concedido por Clinton a este empresario, fugado de EE.UU.
tras ser acusado de 51 delitos económicos. El republicano Dan Burton,
presidente de ese comité, insistió ayer en que quiere reanudar
las sesiones con el testimonio de Denise Rich, la ex esposa del empresario
que donó más de un millón de dólares al Partido
Demócrata y 450.000 a la biblioteca que levanta Clinton en Little
Rock.
El Comité de Asuntos Judiciales del Senado entra en acción
mañana. Como aperitivo a su investigación, Arlen Specter,
presidente republicano del comité, declaró el domingo que
técnicamente es posible el impeachment de Clinton por
el caso Rich. En contra de la mayoría de sus correligionarios,
Specter votó a favor de la absolución de Clinton en febrero
de 1999, pero ahora parece arrepentirse. Dianne Feinstein, senadora demócrata
por California y tradicional aliada de Clinton, también está
escandalizada por el caso Rich, que tilda de tremendo error.
Feinstein declaró ayer que Clinton debe regresar a Washington y
explicarse ante el Congreso.
El castigo de un segundo y retroactivo impeachment de Clinton no podría
ser su destitución, pero sí la eliminación de los
beneficios de su condición de ex presidente: pensión y oficina
vitalicias. Clinton cobra 152.000 dólares al año y la oficina
que ha alquilado en Nueva York le cuesta 800.000 dólares anuales
al erario.
Los constitucionalistas de EE.UU. discutían sobre la viabilidad
de la sugerencia de Specter. Entretanto, Mary Jo White, fiscal federal
de Manhattan, estudiaba otro posible aprieto para Clinton: la apertura
de una investigación criminal por el caso Rich. Se trataría
de descubrir si hubo tráfico de influencias en el perdón.
Aunque Clinton, cuyo indulto es constitucionalmente irrevocable, esté
blindado frente a esas pesquisas, no es el caso de Denise Rich y Beth
Dozoreth, sospechosas de intentar comprar los favores del mayor funcionario
público con sus donativos para el Partido Demócrata y el
propio Clinton.
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