Por Cristian Alarcón y Raúl
Kollmann
El adelanto de un estudio inconcluso
sobre los cuerpos de Mariano Perel y su esposa suma más interrogantes
en el caso. Ayer, fuentes de la investigación revelaron que, según
los datos preliminares de las pericias, el matrimonio fue
inducido al sueño mediante el consumo de un somnífero.
Los primeros informes nos permiten sospechar que fueron asesinados
mientras estaban durmiendo, le dijo a este diario un allegado a
la instrucción. Después de la pericia informática
en la que se comprobó que la nota encontrada en el cuarto del empresario
fue escrita en su propia laptop, el nuevo estudio en el que se detectó
un sedante viene a fortalecer la idea de un asesino a sueldo. Ayer, el
secretario de la fiscalía, Federico Fourquet, insistió en
que se investigan dos muertes y si bien no se puede descartar nada,
la causa se sigue trabajando sobre la hipótesis de un doble homicidio.
Aun así las piezas no logran encajarse. Si el empresario fue sedado
por la fuerza con un pañuelo o mediante una bebida
para ser ejecutado sin oponer resistencia no se explica cómo es
que él puede haber escrito en su notebook el mensaje en el que
dice que fue asesinado por no pagar el rescate de Antfactory.
Se encontraron trazas de un sedante que no está todavía
identificado, como tampoco se sabe la cantidad en que se suministró
o si el compuesto estaba en período de ingesta o de eliminación,
aclararon anoche fuentes vinculadas al estudio realizado por la Asesoría
Pericial de la Corte Bonaerense. Según la explicación de
los especialistas, lo que los análisis en esta etapa pueden determinar
es la dosis consumida y el tipo de sedante. Pero la evaluación
sobre el efecto que pudo haber producido en las víctimas será
realizada por un equipo de médicos forenses de la Corte.
De todas maneras, los especialistas aseguraron a este diario que ningún
hipnótico produce un sueño tan profundo que impida que una
persona se sobresalte cuando le disparan a otra que está al lado.
Por otro lado, las trazas encontradas en los cuerpos que delatan
la presencia de un sedante, de las cuales aún no se identificó
el componente, podrían ser desde un calmante fuerte por inhalación
hasta los rastros de una simple pastilla para dormir. Fuentes cercanas
a la familia le dijeron a Página/12 que tanto Mariano Perel como
Rosa consumían, no en forma permanente, Alplax, un sedante liviano.
Teniendo en cuenta el resultado de la pericia sobre la computadora de
la víctima y estos resultados preliminares que indican que fueron
sedados, las preguntas que se abren ante los datos son:
Si Perel escribió el
texto en la notebook el 1º de febrero, un día antes de partir
de Buenos Aires hacia Cariló, ¿cómo se explica que
luego alguien lo haya dormido y usado esa nota hecha a medida para un
crimen por la propia víctima? Si Perel fue el autor de la nota,
una explicación es la hipótesis descabellada que avaló
ante este diario un allegado a la familia: Perel contrató un killer
para que lo matara a él y a su mujer Rosa. También es posible
que Perel haya sedado a su mujer a escondidas para luego hacer lo mismo
él y quedar a expensas de su sicario.
Si Perel no escribió
el mensaje en su máquina, tiene que haberlo hecho un allegado o
una persona cercana a su entorno laboral. Sus familiares aseguran que
el empresario no se apartaba de ella. En la causa, un testigo dice que
escuchó a Perel preguntar por su computadora, a la que consideró
perdida durante unas horas. Ayer, fuentes del entorno de los Perel recordaron
que la computadora tenía una clave para su ingreso con lo cual
se hace más difícil que el escriba haya sido otro que Perel.
Ahora, si esa persona cercana escribió el mensaje, luego debió
imprimirlo, para después dárselo a un profesional, quien
finalmente lo puso bajo el plato donde fue encontrado el papel con la
frase en inglés. O él mismo hizo el trabajo de expertos.
Esa hipótesis, la de
un asesino del entorno del empresario, no encuentra aún asidero
en los elementos que sobre Antfactory o sus allegados tiene la fiscalía.
Los ejecutivos de la empresa coincidieron en calificar a Perel como una
persona hermética y extremadamente celosa de sus movimientos. Admitieron
que el financista había tenido desacuerdos con la empresa en los
últimos tiempos y aducen no conocer los extraños y frecuentes
viajes a los Estados Unidos. También aseguran que sabían
de la terrible situación financiera de su colega. Les había
pedido una indemnización de 200 mil pesos, a la que Antfactory
no accedió.
Sin embargo, ayer se sumó
a última hora un nuevo elemento para la especulación. El
hijo de Perel, Jonathan, de 23 años, declaró: No era
usual que mi padre cocinara un asado si no es porque iba a recibir visita.
La frase fue suficiente para que ayer la hipótesis de un asesinato
se alimentara con la aparición de un homicida que cenó con
las víctimas. O sea, un conocido que escribió en la computadora
de Perel, viajo a Cariló, comió con el matrimonio y luego
los durmió para dejarlos listos para la muerte. O, tal vez, hasta
los mató él mismo. Pero para los investigadores, el testimonio
de Jonathan no es confiable. El chico ya había declarado en la
causa y se mostró ignorante de las costumbres de su padre. Dijo
no saber que usaba armas y luego en un allanamiento se secuestró
un arsenal en su propia casa.
LA
FISCALIA CONFIRMO QUE PEREL ESTABA QUEBRADO
Con fraude impositivo incluido
Por C.A. y R.K.
Una duda cayó definitivamente
para los investigadores del caso Perel: que el empresario tenía
graves dificultades económicas y que había llegado a un
punto límite en sus deudas. Ayer, el secretario de la fiscalía
admitió por primera vez que, tal como adelantó al comienzo
del caso Página/12, que el financista tenía un pasivo muy
importante y que pasaba por un momento problemático
en Antfactory, la empresa para quien trabajaba. A los dramas de dinero
que tenía el empresario se le sumó ayer una nueva pista
que adorna los archivos informáticos revisados por los investigadores:
según fuentes con acceso a la causa se detectó un importante
fraude impositivo realizado por el contador para varias empresas
que lo contrataban. Claro que tal como ocurrió con las firmas relacionadas
con Antfactory, en este caso también se protegieron los nombres.
Este diario reveló el descalabro financiero de Perel que consiste
no sólo en sus alicaídas cuentas bancarias en el país
y en Estados Unidos, sino en una lista de acreedores a quienes les manejaba
el dinero. Perel había puesto una especie de mesa de dinero
y hasta hace poco pagó los intereses correspondientes a sus clientes.
Pero en realidad se estaba gastando lo que no tenía para sostener
un nivel de vida carísimo. En la causa, el directivo de Antfactory
Julio Hardy dijo que le debía 60 mil pesos a su secretario y otros
600 mil a un amigo de apellido Sujoy.
Ayer se supo de fuentes de la investigación que los primeros estudios
sobre la documentación secuestrada en las oficinas del financista
y los archivos en su laptop demuestran que además de sus incontables
negocios turbios Perel se dedicaba a la evasión impositiva.
Era un pulpo dijo ayer un vocero de la instrucción.
También descubrimos que es significativo el fraude al Estado que
realizaba para algunas de las empresas con las que trabajó.
Según la fuente, aún no detectan los nombres de esas empresas.
A los pesquisas se les agrega una nueva tarea a desenredar. Las vertientes
del caso Perel, desde el lavado hasta el espionaje y ahora la evasión
fiscal, siguen dando tela para cortar al margen de un crimen complejo
que no encuentra las pruebas para serlo.
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