Por Gabriel A. Uriarte
Lo que realmente le interesa
al gobierno es mantener a los guerrilleros sentados en la mesa durante
los 18 meses que le quedan de mandato: los que se desgastan son ellos,
que pierden puntos frente a la opinión pública por su barbarie
y arrogancia. Este analista cercano a las negociaciones de paz colombianas
podía o no tener razón, pero lo cierto es que por ahora
el presidente Andrés Pastrana está teniendo éxito
si ése es su propósito. Ayer su equipo de negociadores se
reunió con los delegados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC), el primer encuentro desde que la guerrilla descongelara
la semana pasada el proceso de paz. Pero las FARC ahora parecen compartir
la opinión de que la dilatación y el desgaste son armas
de doble filo: ayer el ideólogo del grupo, Alfonso
Cano, aseguró que el mando estaba estudiando suspender los secuestros
de civiles. Por lo pronto, las FARC dieron de baja a 62 niños para
que se reintegren a la vida civil.
Esto, junto con la intervención de Cano, hecha en una larga entrevista
publicada por el diario El Espectador, reflejaba un hecho cada vez más
notable en la guerra civil colombiana: ambos actores parecen estar elaborando
su estrategia en función de las elecciones presidenciales que se
celebrarán en año y medio. Cano, sin ir más lejos,
es el titular de la organización política clandestina de
las FARC, el Movimiento Bolivariano para la Nueva Colombia, y ayer adelantó
que estamos discutiendo mecanismos para la próxima elección
presidencial. Y no se puede especular con líneas divergentes
dentro del mando guerrillero. El comandante militar de las FARC y,
según algunas versiones, el jefe real de la guerrilla Jorge
Briceño (el Mono Jojoy) había anticipado a Cano
el domingo al afirmar que estaba analizando suspender los ataques contra
comisarías rurales con garrafas de gas cargadas de explosivos,
que multiplican la cantidad de bajas civiles.
Oficialmente, Pastrana espera lograr que las FARC acuerden una disminución
algo más extensa de la guerra: un cese al fuego. Ese era el principal
tema en la agenda de los delegados que se reunieron ayer en la localidad
de Los Pozos en el primer día de negociaciones desde que la guerrilla
las congelara en noviembre pasado. El alto comisionado de la Paz, Camilo
Gómez, aseguró que hoy comenzaremos a discutir cómo
implementar los puntos del acuerdo de Los Pozos. Entre esos puntos
estaba, claro, un cese al fuego. Sin embargo, otro negociador del gobierno,
Alfonso López, admitió en un reportaje televisado que las
posiciones de ambas partes seguían bien distantes.
Por lo menos, la reanudación de las negociaciones ha significado
que la guerra civil colombiana comienza a ser analizada nuevamente en
términos políticos, después de varios meses donde
el único factor de importancia era la relación de fuerzas
militar. En consonancia con la ambigüedad de gobierno y guerrilla
ante las negociaciones, la opinión pública colombiana está
dividida casi exactamente al medio al respecto. Una encuesta publicada
ayer por el diario El Tiempo reveló que el 45,4 por ciento de los
colombianos cree que el proceso de paz producirá resultados
concretos (el mes pasado era menos de un tercio), mientras que un
45,3 piensa que no. Pero lo que podría ser más importante
para el gobierno es que el 45,2 por ciento pensaba que la imagen de Pastrana
(desde hace tiempo inferior al 20 por ciento) había aumentado tras
el acuerdo.
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