Por Mariano Blejman
Manuela Sáenz no montaba
el caballo de costado, fumaba tabaco en público y fue amante, durante
ocho años, de Simón Bolívar, el Libertador de América.
Pero eso no era todo. Si bien la historia oficial prácticamente
no la nombra, Manuelita influyó en forma determinante
en la vida y en la obra de Bolívar, mucho más de lo que
suelen contar los libros escolares. Incluso Manuelita salvó la
vida de Bolívar, cuando enfrentó a los golpistas como sólo
ella podía hacerlo: de frente, dándole tiempo a su amado
para que éste escapara. Sin embargo, murió sola, abandonada
y enferma de difteria. Ahora sus restos permanecen, anónimos, en
una fosa común. Sin embargo, su imagen comienza a ser reconocida
luego de años de olvido.
Discovery Channel contará en un documental titulado Manuela
Sáenz: la pasión de Bolívar, hoy a las 21,
las vueltas y los ribetes de una historia que presentan como apasionante.
Mauricio Vélez, director del documental y Carlos José Reyes,
asesor histórico, ingresaron en una faceta hasta ahora poco conocida
de Bolívar: el costado humano de un prócer generalmente
acartonado, frío, aburrido y subido en forma de estatua o
pintura a un caballo señalando hacia el horizonte. En
la historia no siempre han habido buenos ni malos sino hombres sometidos
a circunstancias especiales, explica a Página/12 Reyes, quien
además de historiador es director de la Biblioteca Nacional de
Colombia. Conseguimos documentos de gran fidelidad y tratamos de
contar la relación amorosa entre Manuela y Simón. No pretendíamos
dar una cátedra magistral sobre la obra de Bolívar, tan
sólo dar algunos apuntes..., asegura Reyes.
El documental está realizado por Televideo, una productora independiente
colombiana, y fue rodado en Perú y Colombia, recreando elementos
originales de la historia. Además, forma parte del ciclo Discovery
Civilization, que emitirá dos trabajos, uno llamado Egipto
al descubierto, y el especial Maximiliano y Carlota.
Y pretenden estrenar, para el 2002, otros documentales con personajes
de la historia de América latina, que incluirán en primer
término a Chile y la Argentina.
Bolívar tuvo maestros particulares, individuales... entre
ellos estuvo Andrés Bello y Simón Rodríguez. Fue,
sin dudas un tipo sensible, explica Vélez. Y tal vez sólo
Manuela Sáenz tuvo el privilegio de aprehender a Bolívar
de cuerpo y alma. Pero no fue éste el primer prócer que
Manuelita conoció. Tiempo atrás ya se había codeado
con el general San Martín en Lima, quien la condecoró con
la Orden del Sol, por sus tareas patricias. Además fue amiga de
Rosita Camposano, una conocida amante de San Martín. Sin
dudas, fue una mujer que rompió con los moldes, asegura una
vez más Reyes.
Lo más significativo para Reyes fue la posibilidad de darle a Sáenz
una entidad y un valor, ignorado durante más de un siglo y medio.
Manuelita fue una de las muchísimas amantes del libertador venezolano,
para los historiadores un reconocido Don Juan. Bolívar
se casó muy joven con María Teresa en España, y ésta,
de niña, se enfermó de una fiebre tropical al llegar a Venezuela
y murió meses después. Bolívar juró no casarse
nunca más. Tenía, seguramente, otros planes. Los libros
tratan de evitar los perfiles humanos y las debilidades del hombre. Y
en el caso de Manuelita es doblemente complicado, porque no podía
decidir su destino, ya que ella estaba casada con un señor inglés.
En el fondo, el documental plantea una discusión sobre la moral
y la humanidad del personaje.
Es curioso lo que descubren los documentalistas en el trabajo: la única
herida física del Libertador no fue una bala perdida, ni una espada
que apareció de pronto en una de sus inmumerables batallas libertadoras.
Fue, sin más, un arañazo de Manuela Sáenz cuando
descubrió, encolerizada, que en el lecho de Bolívar había
dormido otra mujer.
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